El lunes fue uno de aquellos días en que por nada del mundo yo quería salir a la calle. Y no es que fuera pereza, no, fue algo que sientes como el zumbido de un moscón que no nos deja en paz. Por mí, quería dormir y soñar forzadamente unos de mis truncados deseos; pero al fin, salí de la cama y fuí a trabajar, y no es que tuviera que hacerlo pero...Aquel bicho! Como decía salí a la calle, abrí mi taller y mientras escuchaba la música de Sibelius, me puse a pintar.
Perdón, no les he dicho que soy un pintor profesional y que tengo un estudio en el centro de la ciudad. Soy un artista de vocación ; si hubiese querido habría sido un soberano y firme policía de ciudad. Y bien ; ya que saben mi oficio, ccomencé a esperar al compás del violín de Sibelius a que algún cliente pasara ha comprar algunas de mis pinturas - Y claro, todas bien enmarcados pues un buen marco, es prestancia. Eso si : !Un buen Marco!
Siempre he sido muy sensible, pues cuando entraba algún cliente, observaba su interes, me acercaba sutílmente tratando de hacerle amistad. Le explicaba el fondo que tenía la obra trasmitiendole todo lo que sentía mientras la pintaba y cuando decían: !Ah que lindo! yo les agradecía con una sonrisa de total satisfacción. Después, siempre sentía algo raro, pues ya no tenía deseos de venderla. El tipo me preguntaba el precio y yo me ponía blanco y amarillo de angustia, y respondía: Perdón?..Ah..este?.. Disculpe, ya la vendí. El cliente se desinflaba delante mío, cogía su gorra y se marchaba sin despedirse. Yo quedaba como atónito y con sentimientos tan raros e inexplicables. Me ponía a contemplar mi obra y me decía a mi mismo: Es muy hermosa, mañana puede ser que la venda.
LLegaba la tarde y después de vender algunos marquitos y lunas - pues de algo hay que vivir - cuando vendía una de mis obras lo que sucedía de cuando en vez, me entraba una especie de nostalgia, como si algo de mi se hubiera ido ; un sentimiento de pena me apretaba la garganta lo que ocasionaba que dejara encargado el taller y saliera a buscar algún paisaje nuevo, una imagen que llamase mi atención, guardándola en mi memoria - Contemplar y recordar aquel momento una y otra vez, me daba una sensación de plenitud, era como si estubiera frente a una joya robada - Después de algunos días la pintaba, la enmarcaba detrás del mostrador de mi estudio por el temor de que alguien se la llevara - Sino quien lo va a cuidar ? Nadie!
Y después de comer algo afuera, regresaba a mi taller, prendía mi toca-cassetes y meponía a escuchar la música de Bach. Oh, me sentía en los tiempos del siglo XVII esperando que lleguaran mis clientes a quienes les conversaba de música y luego de mis pinturas. A veces llegaba algún impiadoso y aunque le pusiera un precio alto a mis obras se llevaba una de aquellas joyas - !Ay que desdicha la mia! !pero asi es el mundo, nada es para siempre!
Llegaba a mi cuarto, pues vivía solo - Para que una casa?, mejor todo pequeño, a mi medida - Inconsolablemente me tiraba a la cama recordando la pintura vendida y sin ganas de levantar ni mis pensamientos , me sentía tan desdichado que me ponía a llorar con desconsuelo, mudamente para que nadie me escuchara - !Maldito pudor!- Entonces me dormía ; nunca recordaba mis sueños - Dicen que eso es de buenas personas.
Al día siguiente abría los ojos y otra vez no quería salir a la calle...El bicho!