Los elfos fueron unos seres que habitaron la tierra hace ya mucho tiempo, tanto tiempo que actualmente sólo se recuerdan en alguna
leyenda. Los elfos tenían el alma inmortal y a pesar de que podían morir físicamente su alma seguía viviendo eternamente. Los elfos eran los
seres más bellos de la tierra y su belleza procedía más de los sentimientos de su alma que de su propio físico. El alma de un elfo
sólo podía morir de pena i así fue como se extinguieron todas sus alma; muriendo a medida que los hombres con su ambición obtuvieron el poder absoluto sobre la tierra. De las leyendas que se escuchan de los elfos, hay una que habla de la princesa Arwen. Ella vivió los últimos tiempos de los elfos en la tierra y era conocida como la señora de la noche, era capaz de eclipsar las noches de luna llena con su belleza y
convertirse en la estrella más brillante las noches más estrelladas. Ella renunció a su alma inmortal por amor, prefirió una vida mortal que
una vida eterna sin ese sentimiento. Lo consiguió sólo deseándolo y la cualidad de sus sentimientos hizo el resto.
Te imagino como la princesa Arwen. Tu belleza crece durante la noche, durante el día eres bella, pero cuanto más avanza la noche todo en ti
cambia y todavía te embellece más. El color de tus ojos se hace más brillante, el tacto de tu piel quema, tus gestos empiezan pero no
acaban nunca y un aire suave envuelve y hace más dulce tu esencia. Imagino tu alma llena de sentimientos, sentimientos de cualidad que
fluyen a través de ti. Unos sentimientos que desprendes por todas las partes de tu cuerpo, por tus ojos, por tus labios, por tus manos.
Sentimientos que están en tus palabras, en tus gestos, en todo tu ser...; los desprendes cuando estás presente e incluso en tu ausencia.