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Categoría: Hechos Reales

Así le ocurrió a Lynette.

Lynette dobló con sumo cuidado su ropa interior. Olió cómo la pequeña muerte de su lujuria se había difuminado para dar paso al aroma dulce de cerezas frescas; luego entrecerró sus ojos silvestres abandonándose por unos segundos a los recuerdos nocturnos, mientras su manos acomodaban en el cajón de su cómoda matrimonial, hasta que volvió a su recámara porque sus manos tocaron un borde metálico en el mueble.

Era un doble fondo.

Un secreto del que no había reparado, porque juntos compraron el mueble. Nada que una cuchara de cocina no pudiera violar.

Al quitar la tapa encontró un atado de cuentos, varios poemas sexuales, versos románticos escritos por la mano amante de Roger.

Los leyó con deleite; algunos versos mal rimados comenzaron a enternecerla hasta los huesos, pero se quebró cuando vio que los poemas estaban dedicados a una tal Julia y fechados precisamente en los mismos tiempos en que las cajas de rosas rojas con su tarjeta eran su devoción quincenal.

Roger era como su religión.

Le había conocido en Barranquilla, mirándole tras las piñas coladas. Roger tenía la música y el acento descarado y sensual que no tardó mucho en convencerle de que entraran juntos al agua donde fue fácil deslizarse por el deseo y luego todas las estrellas explotando en la sal del mar de Colombia.

Ella tiró al pantano sus prejuicios de colegiala venezolana. Le gustaba ser amada condimentada en vino tinto mientras recitaba el Mahabarata y se dejó llevar hasta el día en que su barca comenzó a hacer agua por las aberturas de unos versos contundentes dedicados a Julia.

Lynette estuvo llorando durante 23 días.

No podía entender cómo las manos de Roger, la lengua de Roger y los pensamientos de Roger hubieron torcido su camino para adorar a otros ojos, para besar otra espalda-tendría cosquillas como ella- y ahora se sentía abandonada a la deriva, sin fuerzas para continuar.

Y es que el amor es tan frágil. Es como una planta que hay que regar todos los días, porque al menor descuido busca la salida y se adentra en el laberinto por caminos que antes se le hacían imposibles.

Uno se pregunta cómo puede estar diciendo a otra persona las palabras que antes me decía a mí; cómo puede estar arreglándose para ella, abrazándola a ella, comiendo junto a ella, durmiendo abrazado con ella, bebiendo la copa con ella, bailando con ella; mientras yo soy un lunar ocasional y pequeñito en su pensamiento cuando nadie me da la mano para salir del agujero en el que me he metido...¡¡¿En que carajos fallé?¡¡¡

...la naturaleza humana es tan impredecible. La mente reacciona de distintas maneras en cada persona aunque se trate del mismo evento.

Linette se sentía sucia porque ahora su pensamiento le traicionaba. Resulta que ahora soñaba con una noche pasional entre Julia, Roger y ella. De hecho era la única manera de motivar su cerebro para culminar la necesidad de ser apreciada. Ella no era lesbiana, no había tenido experiencias bisexuales pero se fue dejando llevar por la necesidad de recibir el amor de quien fuera.

Atravesando el mar de su desolación se encontró con una alma gemela. Ella estaba sentada con su vestido naranja en el recibidor del consultorio del médico que recetaba contra la depresión. La vio por un momento mientras sus dedos coincidieron al tomar una revista de modas; luego la casualidad las volvió a juntar en la bajada del ascensor y en la salida de la clínica de especialidades.

El cielo tronaba. Comenzó a llover.

Lo siguiente fue fácil. Meterse ambas bajo la misma gabardina. Reir divertidas ante los embates acuáticos de los autos, abrazarse bajo la centella y llegar a la casa de su nueva amiga.

Linette trataba de secarle el agua de sus brazos, cuando sintió sus dedos húmedos y tibios recorriendo sus piernas.

Entrecerró sus ojos y deseó más con todas sus fuerzas.

Ahora estaba llorando y riendo a la vez, fundida en un arrebatado y tierno abrazo con el amor desconocido, placentero, romántico, desesperadamente sensual. Explotó cuatro veces susurrando pasajes del Kamasutra antes de que su respiración se normalizara y volviera a ver por la ventana los letreros de neón en la avenida, la casa de modas donde Roger y ella compraban como cómplices su lencería, el gimnasio donde Roger se instruía.

Su amiga dormía con una sonrisa de faraona satisfecha. Ella recogió su ropa y volvió a sentir el inconfundible aroma de cerezas frescas. Se vistió y luego se miró resuelta y bella en el espejo donde se vio asediada por varios caballeros, entre ellos un hombre bueno y detallista con el que estaba destinada a ser inmensamente amada.

Dejó un mensaje de despedida con su lápiz de labios en el espejo y se dispuso a salir valiente, descansada y alegre hacia la vida, luego volteó agradecida hacia su amiga que en ese momento le dijo entreabriendo sus gatunos ojos complacida:

...¡Gracias mi amor...! También me gusta la poesía, eres hermosa... a propósito me llamo Julia.


LAUROADAME.
Datos del Cuento
  • Autor: LAURO
  • Código: 10014
  • Fecha: 17-07-2004
  • Categoría: Hechos Reales
  • Media: 6.07
  • Votos: 68
  • Envios: 1
  • Lecturas: 6147
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