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Categoría: Hechos Reales

Aurora Mía

Este precioso nombre lo tenía pensado, incluso, antes de saber que podría enamorarme de tu hermosa madre. No sabes lo mucho que sufrí para, al fín, aprender a cambiarte un sucio pañal. Tus incesantes llantos estuvieron a punto de volverme un completo desquiciado. Fuerón eternas noches las que pase en vela y con pena tratando de provocarte sueño. Por tu culpa y no por la del vino, como piensa tu Madre, es que tengo estas pesadas ojeras. Invente tantos juegos para tí que debí haberlos patentado en algún libro, hubieramos hecho mucho dinero hija Mía. Quise criar tus primeros pasos en un departamento sin paredes divisorias que separán una habitación de otra, idea que me parecio genial, pues así tendrías primarios principios de libertad, pero por más que trate de defender mi ocurrente idea, tú madre logró que declinará de mi proposición; ella sabe convecerme. Cuando niña, solias lucir los vestidos más bellos que pude comprar en un viaje a la ciudad de mis sueños: Madrid, viaje que Mamá reprobó, y no porque no pudo ir conmigo, sino porque olvide empacar unos pendientes que le prometí. Por favor, ten presente que te cuide siempre y perdonáme por matar al gatito que compre para tu cuarto cumpleaños, en verdad fue un accidente, en ese entonces eras muy pequeña para comprender pero hoy sé, que puedes enteder que un gato escondido entre tus sábanas a las diez de la noche, hora en que sólo piensas en dormir; es un peligro latente para la vida del pobre animal.

Aunque inteligente no puedo ser, te enseñe todas las cosas que mi padre, tu abuelo, inculco en mí. Gaste mucho dinero en tantos dulces que compre solo para tí y que comimos escondidos de tu madre, porque en el peor de los casos, ella nos podía pillar y para nuestra desgracia se comería todos, aunque también sería justo reconcoer que más costosas me resultarón las tantas visitas a nuestro enemigo: el dentista. Nunca pienses que tu traslado a una escuela fiscal en la secundaria se debió a tus bajas notas, sólo quise mostrarte, de una manera equivocada, a personas con problemas reales y peores que los tuyos. Alegrate por las muchas victorias que obtuviste en cada batalla, secreta, de almohadas; luchas que terminabán mal, pues yo siempre erá el que limpiaba todo el desorden pues tú, muy cansada, solo atinabas a beber un refresco y si alguna vez te sugerí que tuvieras pocos amigos y de preferencia hombres, fue sólo por mera intuición y precaución, en verdad creéme, yo sé porque te lo dije.

Si supieras cuantos regaños de tu madre me gane por el dificíl hecho de explicar cada travesura tuya. Debes disculparme por no comprarte jamás esa costosa guitarra que tanto anhelabas con la mira puesta, seguramente, en convertirte en una gran cantante; yo a cambio te obsequie el mejor libro que leí, una y otra vez, en mi confundida adolescencia y con la esperanza que te conviertas en toda una escritora, reconocida y muy sotisficada, con varios premios literarios encima y futura candidata a ganar el codiciado Nobel, es que por ahí dicen que los padres quieren para sus hijos lo que ellos no pudierón lograr. Si en ocasiones lloras más de lo normal y sin querer la tristeza vence tus ganas, ten por seguro que, ¡maldita sea!, heredaste una rara enfermedad que yo por mucho tiempo no pude controlar.

Espero que olvides el incidente de las tijeras, una noche que, en silencio, ingrese a tu habitación. Te juró que no iba a matarte como pensaste por mucho tiempo, sólo iba a cortarte esos horribles mechones que Mamá, complice, pintó en tu cabeza sin el consetimiento mío, pero sí con el dinero que le entrege para unas "compras urgentes", como me dijo. Debes saber que en nuestra eterna guerra para saber quien domina el control remoto y por ende, el televisor; me declaró vencido y que cuando decidas, puedes volver a ver, junto a tu madre, todas las telenovelas tontas que quieras. Pero, aunque me duela saber que no puedo cambia esto, no volverás y no porque no quieras, ¿acaso no fuimos los mejores amigos?. No regresarás porque estas lejos, en algún país que sólo conozco por libros que no entiendo, un país que te ofrece el destino que nunca encontrarás aqui, fue tu decisión y sé que también estabas apenadas porque fuerón muchos ratos buenos los que pasamos juntos. Mil gracias por hacerme feliz por segunda vez, la primera oportunidad fue obra de Mamá, gracias por volverme niño otra vez, porque aquel ocho de abril cuando naciste, nací yo también.

Y ahora te escribo esta carta que enviaré cuando pase algo de tiempo, pues sería muy vergonzoso mandar esta misiva horas despues de tu vuelo. ¿Podrás imaginar cuanto estoy llorando ahora?, seguro que sí, tú ya sabes que soy demasido sensible y que lloro por cualquier cosa. Tu madre esta en la cocina tratando de preparar algo rico, pero los dos sabemos que Mamá antes de ser cocinera, es mucho mejor persona. Por suerte estará a mi cuidado ahora que ya no estás. Bueno hija Mía, como te solía decir, debo dejar de escribir, tu Madre me esta llamando desde el comedor pero a medio camino me detendré y desde la sala de espera llamaré y ordenaré una pizza y si esto no funciona me defenderé diciendo la verdad, que estoy demasido triste para comer y lo último que quiero es una depresión culinaria. Cuida mucho de tí Aurora, por suerte sabes mirar a los ojos, no tendrás problemas con la gente deshonesta, encarcela bien el corazón para ese chico apuesto que ya lo liberará, nada de andar buscándolo por ahí, ah!. Recuerdanos habitualmente porque tu madre y yo te extrañeros siempre hija Mía.
Datos del Cuento
  • Categoría: Hechos Reales
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