¡Ay Isa, nunca creí que las niñas fueran tan lindas! Como tú, no sé... Iba caminando con mis compinches por los corredores de la primaria, gritando y dándonos de a patadas en los traseros, cuando no sé por donde asomaste tú, como siempre sucedía no sé por donde, siempre nos encontrábamos en alguna parte y siempre estabas solita, no sé por qué. Viniste donde mí caminando y te acercaste donde mí, eras mi compañerita más linda del mundo, aunque mis amigos decían que no eras tan linda pero sí eras linda, cada vez que te veía sentía esas cositas raras ahí abajito, y como que me ponía muy nervioso y me daban ganas de orinar o no sé. Y tú que siempre andabas solita, nos encontrábamos en los recreos y venías donde mí y me proponías ir caminando contigo. A veces también me cogías de la mano y eso me parecía un poco raro pero nunca te dije nada. Tenías un chupete en la mano y me hacías chistes y te reías, te ponías media salvajita y empezabas a ponerme el pie, yo te decía que eras una “loquita”. Entonces te ponía el pie y te cogía de la espalda y tú tropezabas y te empujaba para que caigas pero no podías caer porque yo te cogía de la espalda. Entonces te ponías a reír y me volvías a poner el pie. Te encantaba el chistecito de clavar tu rodilla en la parte de atrás de mi pierna para hacer que mi rodilla se tuerza y yo pierda el equilibrio. Te ponías a reír y yo sentía no sé qué cositas raras y me daban ganas de toparte toda tú de los pies a la cabeza, pero eso sí no me atrevía, no te vayas a poner brava conmigo..., aunque nunca estabas brava. Ibas chupete en mano y lo chupabas con todas las ganas, linda con tu chupete y tu cachete inflado de rato en rato, movías el chupete dentro de tu boquita y esperabas que yo te vea. Y yo te veía y entonces sacabas el chupete de tu boquita y te me quedabas viendo y me ponías el chupete calientito en mis labios mientras hablaba, al principio no me gustaba y me ponía muy bravo; pero luego no sé por qué me parecía muy rico tu chupetito calientito con tus bavitas ricas con sabor a chupete, no sé, ya no me importaba que tu chupete estuviera así baveado y más bien te lo mandaba todo baveado y me encantaba que te lo chupes así todo baveado; y luego me encantaba que me lo mandes todo baveado y yo lo chupaba todo baveado; entonces siempre compartíamos nuestros chupetes y nuestras manzanas y todo lo que teníamos en nuestras manos. Ay, Isa linda!, con tu boquita linda y tus bavitas ricas y tus ojitos cafés muy lindos y tu pelito largo que siempre te lo ponías por encima de tu cara y te tapabas mirándome toda sonreída detrás de tus pelos. Y me sentía como mareado mirándote toda traviesa y juguetona, escondida detrás de tus pelos y jugando con ellos frente a mí, como que los abres y los cierras, y me miras de poquito sonreída desde allí casi escondida. Cuando hacías eso me moría, ¡me moría!, te gritaba ¡me muero, aghhhhh! Y te cogía de los dos lados de tu cabecita y allí mismo empezaba a morirme, como que mis piernas ya no funcionaban y me caía poquito a poquito sobre ti muerto, y con mi cabeza terminaba pegado a tu cabecita y mi boca en tu hombrito... ¡Muerto, por ti, que eras mi compañerita más hermosa de todo el mundo! Ahí mismo sentía que todo yo estaba muerto por ti, y mi “pipi” se movía de lado a lado y solamente él quedaba vivo... ¡Ay, Isa linda, por ti...