Cansado por el largo andar y sus pesados pasos, Remigio no veía la hora de llegar a su pueblo enclavado entre la sierra de Veracruz y Puebla, el salado sudor le bañaba el rostro. Atrás habían quedado las parcelas que tuvo que cuidar a uno de los mas poderosos hacendados por una ridícula cantidad que le pagaban y con la cual debía mantener a sus seis pequeños hijos, producto de su agreste amor con su querida esposa. En sus ratos libres, que eran pocos, se dedicaba a vender telas no muy finas, que compraba en los jueves de plaza en Tepetzintla.
Hacia varios días atrás que venía caminando por las polvorientas veredas, siguiendo esas enormes y empinadas bajadas que lo guiaban hasta los brazos de sus hijos y su esposa Macaria en el pueblo de Tepetzintla. El duro frío de esas regiones le mantenían las mejillas coloradas como rojos jitomates, era un hombre rudo, curtido por el sufrimiento de su pobreza y día a día veía como la salud de sus hijos y su esposa se iba minando poco a poco. Todo esto llenaba el pecho de Remigio de coraje e impotencia. Vivía una maldita pobreza que estaba acabando con su familia y la de muchos pobladores de la sierra de Puebla, Veracruz y toda la Republica Mexicana
Corría el año de 1810, cuando las tropas de Don Miguel Hidalgo y Costilla se levantaron en armas en contra de los infelices españoles quienes sojuzgaban y abusaban de toda la raza indígena que era la mayoría en el campo mexicano: Los españoles robaban las pocas pertenencias de los indígenas de aquellos tiempos y violaban a las mujeres de éstos, como una muestra de su poderío y de su deshumanizada condición.
En esos tiempos fue cuando Remigio escuchó hablar de ese gran cura que ofrecía su vida por darle la libertad a toda la gente humilde de México, sintió que su piel se erizaba de felicidad al saber que había hombres que estaban luchando por darle la libertad a él y a sus pobres hijos. Remigio en esos instantes pensó: << Si alguien me pidiera que hiciera algo por dejar en libertad a nuestro México, daría la vida por ello>>
Pasaron pocos años para que Remigio tuviera que hacer realidad sus pensamientos: en esos días pasó por Tepetzintla el general Guadalupe Victoria, quien reunía hombre valientes en la sierra de Puebla por esos días, para combatir al enemigo español. Cuando Remigio supo de las intenciones del General, corrió como despavorido a ofrecer sus fuerzas para acabar con la invasión española y al mismo tiempo con la pobreza de los pueblos; llegó ante el general y le ofreció todo su apoyo:
-Siñor general, yo quiero ir a pelear contra los gachupines que están acabando con nuestra patria, le ofrezco mi vida señor general, desde hoy mi vida pertenece a la nación y que la nación decida que se hace con ella, ya no puedo soportar ver sufrir más a mis hijos y a mi Macaria.- El general al ver la determinación de aquel pequeño, pero fornido indígena, se dirigió a él.
_¿Cómo te llamas valiente?
_Remigio mi general, para servirle asté y a la virgencita de Guadalupe. Y estoy dispuesto a hacer lo que asté ordene mi general.
_ Te vas a encuadrar en mis filas, necesito hombres valientes como tu, y a partir de hoy eres comandante de uno de los batallones de mi tropa, el anterior murió en una cruenta batalla mas allá dentro de la sierra, fue un hombre valiente como veo que lo eres tú.
_ Si mi general, lo que usted ordene.- Contestó muy contento Remigio, Mientras en los ojos de Macaria se veía un brillo de presunción, al saber que su esposo Remigio era comandante desde el principio. Veía en él a uno de los mas valientes hombres de esa región y sabia que era de ella y de ninguna otra mujer.
_ Otra de las cosas que te voy a encargar, porque sé que vendes telas (Remigio se sorprendió al darse cuenta que el general sabía ya varias cosas sobre él), es que te hagas una bandera que nos represente a todos los que andamos metidos aquí, y que con toda seguridad esa bandera que tu hagas ahora, sea probablemente la que nos represente cuando tengamos un México libre y mucho mejor que este en que vivimos, aunque ya no nos toque disfrutarlo.
_Si mi general, pero ¿como sabía que yo me dedico a las telas? –Preguntó Remigio sorprendido.
_Por algo soy general Remigio, no te preocupes, también sé que eres un hombre muy valiente y que de alguna forma has luchado porque reine la libertad en tu comunidad, y sé que nunca me defraudarás, preferirás morir antes que fallarme.
_Está asté en lo cierto mi general, así será_ Respondió Remigio muy contento- ¡Haber vieja, jálate los trapos y busca los mas bonitos para poder formar nuestra bandera nacional que nos represente en la libertad de nuestro México. Macaria corrió contenta a su jacal para confeccionar la bandera que representaría la lucha del General don Guadalupe Victoria y la cual era la primera encomienda que se le había hecho a su querido esposo Remigio.
Cuando iban a partir, algunos días después, Remigio buscaba a su esposa para despedirse entre la multitud pero no la encontraba, le grito repetidas veces, quería verla por ultima vez antes de salir, sabía que probablemente no regresara y ya nunca más la viera a ella y a sus hijos.
_En marcha Remigio debemos partir_ Ordenó el General Don Guadalupe Victoria, Remigio iba a replicar, pero no quería empezar desobedeciendo al General.
_Sí mi general_ Dijo con tristeza.
Habían andado algunos kilómetros cuando la retaguardia los alcanzó y le dijo a Remigio que atrás venía su esposa en una carreta y parece que quería hablar con él. Remigio se puso muy contento, iba a tener la oportunidad de despedirse. En la carreta venían su esposa y sus hijos. Al llegar con Remigio Macaria se bajó de la carreta junto con los niños y se abrazaron a la pierna de Remigio, quien aun no se desmontaba del caballo.
_Ve con dios y que la virgen de Guadalupe te cuide, te queremos decían su esposa y sus hijos al mismo tiempo.
Remigio desmontó y los abrazó a todos, era como la promesa de ya no regresar pero de luchar con toda su fuerza por la patria mexicana. Macaria sacó de la carreta la Bandera que tan amorosa había confeccionado para su esposo y para el general. Cuando Remigio, el general y las tropas la vieron, se quedaron sorprendidos, era una bellísima bandera que por primera vez tenía los colores, verde, blanco y rojo y en medio del blanco llevaba dibujadas las armas del batallón.
El general preguntó que como le llamaban a esa región que está entre Puebla y Veracruz, los aldeanos le respondieron que se llamaba Siera, entonces el General dijo que a partir de esa día la hermosa bandera confeccionada por el amor de un hermosa mujer indígena, esposa de uno de los hombres más valientes de esa región de Puebla, llevaría por nombre, Bandera Siera.
Las tropas combatieron ferozmente contra los españoles. Remigio que destacó por ser uno de los mas grandes combatientes a favor de la causa mexicana, no dejaba de admirar su bandera que ondeaba entre las balas, el humo y el fragor de las batallas, se sentía orgulloso de ella, pues sabía que ahí estaba el empeño de esas manos que durante tantos años lo habían acariciado y que con seguridad esa bandera sería el origen de nuestra bandera mexicana.
Sin embargo, después de tanta alegría y jubilo, un jueves negro, cuando iban a tener otro feroz enfrentamiento contra las tropas españolas, Remigio tuvo un amargo presentimiento, algo en su interior no lo dejaba estar en paz, el General Guadalupe Victoria estaba lejos de las tropas a cargo de Remigio y los españoles los rodeaban, además eran catorce mil soldados españoles, contra apenas mil doscientos soldados mexicanos a cargo de las ordenes de Remigio. Nuestro héroe mexicano sabía que iba a perder la vida en el enfrentamiento por la enorme diferencia entre el numero de sus soldados y los enemigos.
Remigio dio la orden de atacar, sabia que el General venía de regreso, solo bastaba resistir, pero cuanto podía resistir con tan grande diferencia.
Remigio le infundió coraje a sus soldados y embistió al enemigo con tremenda fuerza, los mexicanos empezaron a caer por montones a pesar del coraje que demostraban, Remigio vio por ultima vez ondear la hermosa bandera Siera en la sierra del estado de Puebla. Fue el ultimo en caer, ya herido de muerte no soltaba las riendas de su caballo y le gritaba a sus soldados que entregaran la vida a cambio de la libertad de México, de nuestra patria.
Cuando el General Guadalupe Victoria llegó, destrozo a los españoles como en una especie de venganza y resentimiento por lo que le habían hecho a Remigio y a esos valientes mexicanos indígenas todos. El General traía a sus cargo doce mil soldados valientes todos ellos.
Cuando el general Guadalupe Victoria encontró el cuerpo de Remigio, éste estaba aferrado a la bandera Siera, la tenia pegada a su rostro y su corazón y sobre ella había una especie de lagrimas de sangre que Remigio había llorado y que significaban el amor y la esperanza por lograr un México Mejor, donde ya no hubiera injusticia y los mexicanos pudiéramos vivir felices.
En la actualidad la bandera Siera está en el Museo Nacional de Historia de Chapultepec y fue una de las primeras banderas que dieron origen a nuestra bandera actual
Autor Lic. Eucebio Castillo Díaz, Martínez de la Torre, Ver
Me parese que este cuento esta muy completo y explicado de bella manera, pero le hace falta la imagen de la bandera siera.