Lo conocí en un restaurante muy humilde donde se reunián empleados de oficinas cercanas al salir del trabajo. El dueño del lugar, un argentino que se casó con una jibarita de mi país era muy amable. Presentaba a uno y otros de los presentes para que se sintieran en confianza. Fui allí, al lugar donde lo encontré por primera vez.
Yo había escogido una esquina del lugar donde apenas llegaba la luz. Escuchaba la música, las disputas de los bohemios. . . De pronto: Mira . . . es él. No quiero que me vea. Sólo quiero mirarlo . . . nunca me quiso . . . . Se sentó a la barra. No pidió licor, sólo un refresco. Entre los murmullos de la gente escuché cuando uno decía: Ves a ese hombre, viene cada noche. Dicen que espera a una mujer. --Lo sabía. Por eso no me escribió nunca más. Las lágrimas me delataban . . . debía irme . . . no quería estar cuando ella llegara . . . verlos juntos . . . pensarlo solamente me causaba dolor. Entre tanto yo escuchaba la música y los bohemios como si estuvieran muy lejos. De pronto, él se acercó y pidió que tocaran el tango "El día que me quieras". Era mi favorito. El lo sabía. En aquel rincón lloré . . . sentí desfallecer . . . Cerca de los músicos había un viejo bandoneon que servía de adorno . . . lo tomó en sus manos y lo volvió a su lugar. Ví su rostro entristecido . . . Se marchó sin depedirse de nadie . . . Dejé que mis lagrimas rodaran, me acerqué a posar mis manos donde él las posó. No pude más . . . y grité . .
Bandoneón que ya no tocas
Cuantas notas el destino te robó
En este silencio que te arropa
Tal vez un día tus notas toque yo.
Espera que termine yo esta copa
De amargo desengaño y desenfrenada pasión
Espera que enjugue como gotas
Los besos del silencio, las caricias del dolor
Te tomaré entonces entre mis brazos
Y sonarás igual que antes
Al compás del corazón.
El bandoneon estaba escrito, lo puse en un viejo bandoneon que vi buscando recuerdos de gardel en internet. Le contaba a Joaquín sobre un lugar en PR llamado La Guitarra y un gran amor de fantasía. Joaquin me sugirió que hiciera un cuento. No me toma esfuerzo pues no soy cuentista, no se eso de crearlo por partes ni buscar ideas. Escribo lo que se me ocurre y allá va. Así que mijito . . . tu eres exelente, y yo espontánea. Eddy no te enfades, creo que querías leerme defendiendo mi autoestima. Te has ganado 20 en el escenario y me reservo los del coarazón porque me pelan por celos.