Son las doce de la noche y no sé si contarles lo que me ha pasado durante el día... Disculpen, pero, no puedo controlar la fuerza que sale de dentro de mí, y me dice que me haga hacia un lado y le deje ser, escribir...
"Mi nombre no importa, soy el hijo de alguien que hace mucho no existe, tuve cinco hijos, tres mujeres, servidumbre, y muchos caballos. Mi padre abandonó a mi madre, y mi madre me dejó en la puerta de una extraña casa que, en el futuro, fue mi triste y doloroso hogar. Allí tuve cinco hermanos mayores que yo, un padre terrible y alcohólico, y una madre que no dejaba de buscar amante tras amante lo que hizo que fuéramos todos diferentes. Nunca fui al colegio pero siempre me gusto observar a mi padre, era un tipo desagradable cuando estaba sobrio pero agradable cuando no lo estaba. Gustaba llevarnos a todos los hermanos al prostíbulo... Aún recuerdo a la primera mujer que tuve diciéndome: ¡ennntrrra chiiico! Y yo, como un coderito entré a las fauces de la loba, pues así la llamaban. Conocí el sexo, el amor, el odio y muchas enfermedades venérea, pero, como buen animal, siempre me curaba y muy rápidamente. Cuando cumplí los dieciocho años me escapé de la casa de mis padres prestados y con una meretriz me escapé de mi casa. Fue gracias a ella que comencé a leer, estudiar, hacer buenos negocios y, aprendí a matar... Es difícil la primera vez pero luego se te hace costumbre, sobre todo si te pagan por hacerlo. Tenía veinte años y ya era todo un asesino a sueldo. Me hice un experto, gané dinero y mucho temor de la gente. Me casé con la prostituta, tuve cinco hijos como ya les dije y, una mañana en que vi a toda mis cría durmiendo, a mi esposa desnuda tirada sobre la cama, me dio nauseas, una terribles nauseas que no se me pasaron durante toda la semana. Fui al médico pero no supo lo que tenía. Pero dentro de mi yo sabía que tenía que ver con el estilo de vida que llevaba... Luego de algunos meses decidí abandonar a mi familia no sin antes dejar una buena cantidad de dinero, exactamente la mitad. Tomé mi auto y me largué rumbo a la ciudad. En esos tiempos ya tenía poco más de treinta años cuando la luz de neón de los centros nocturnos me embriagó, haciéndome sentir que estaba en el verdadero infierno. Alquilé un cuarto y me compré una guitarra, eso era algo con lo que había soñado desde chico, y empecé a tocar, noche tras noche tocaba, y luego, inventé una canción que narraba parte de mi pasado... Increíblemente, una mañana un hombre que pasaba por la puerta de mi cuarto me escuchó y me pidió si podía cantar en su teatro. Acepté. Me volví en un canta autor. Me hice famoso y a los cuarenta y cinco años tuve mucho dinero, mujeres pero ni un solo hijo mas. En una de aquellas juergas sentí nuevamente las nauseas, yo ya sabía de donde provenían, era por la vida que llevaba, así que, nuevamente decidí irme a otro lugar. ¿Pero, adónde?, me pregunté, vaya donde vaya siempre encontraría los mismo, con colores diferentes, formas, olores, climas, pero yo sabía que las nauseas volverían a mi vida... Así que tuve que hacer un cambio radical. Me metí a un convento como voluntario, quise ser un santo, o, algo por estilo, quería sentirme, al menos, el resto de mi vida bien, en paz... o algo que se le asemeje. Viví en aquel lugar por cerca de diez años y, en verdad, la austeridad es un disfraz que esconde toda la montaña de nuestras pasiones, pero nada mas... Por mas que oré, me castigué, nada de nada... las nauseas venía y venían, hasta que tuve que salir de aquel apacible convento y largarme a vivir dentro de una cueva tal como un ermitaño. Allí, en el vientre de aquella montaña perdí la razón, me llevaron al sanatorio y me quedé hasta mi último aliento... Por suerte conocí a un tipo que gustaba ver el cine y junto, en el sanatorio las pasábamos mirando todas las películas que daban. Yo, ya era un anciano, tan solo esperaba la muerte, el dormir en paz, nada mas... Pero, una noche de insomnio salí a la terraza a caminar y levanté la vista al cielo y pude mirar la vastedad del universo, eso, me cautivó para siempre... Desde aquella noche no hubo momento en que no dejase de hablar de las estrellas, de la luna, del sol, de los puntos que veía, o creía apreciar en la oscuridad total del universo. Eso hizo el milagro de darme un sentido pues no hubo noche en que no me pusiera a escribirle a la luna, las estrellas, los cometas, el silencio, los pensamientos que parecían materializarse como pescados y pulular a través de mi sensible conciencia... Mi vida cambió, y, una noche sentí un llamado especial que me decía que valla, que valla... y así que salí del sanatorio a mis ochenta años y tal como un lobo en la oscuridad empecé a correr siguiendo las voces que escuchaba desde el fondo del universo... Caminé y caminé hasta llegar a un bosque, un lago, un sendero que parecía querer llevarme como si fuera una alfombra movediza. Y caminé y caminé durante toda la noche hasta llegar a un abismo... Miré el fondo y estaba tan negro como una noche sin luna, y escuché que vuele. Lo sentí tan claro que sin dudar me tiré al abismo y, para mi suerte, empecé a flotar, y mejor, volar así como las nubes hasta enrumbarme a la luna y diluirme en su plateada belleza. Mientras me acercaba, la luna se hacia mas grande y mas grande y mas grande hasta que todo se volvió luz.... Y bueno, cómo he llegado a contarles mi vida, es simple, soy uno de los hijos de la noche que navegan como puntos brillante por todos los espacios que tiene el universo, y en este caso, he llegado hasta el corazón de este fulano que se le ve tiene muchas ganas de escribir aunque no sabe de qué, por ello es que en estos lugares fuera del tiempo, yo, existo a través de su total aquiescencia, belleza y paz..."
Milagros como este no son frecuentes en mi vida. Ya no me pregunto si fue un fantasma quien escribió este texto, no, ahora uno lo deja ser, como si se tratara de un juego nocturno, como cuando uno era un niño y puede apreciar la presencia de brujas, gnomos, y seres que tan solo existen en nuestra imaginación, y en nuestros sueños mas extraños… Uno aprende a conducirse a través de la existencia como si tan solo pudiera saber el paso, la huella mas próxima a dar, de pronto, es testigo que tras la cortina del silencio, la noche, respiran existencias en una dimensión que jamás se podrá entender, pero sí sentir cuando alimento el corazón de eso llamado amor, belleza y paz…
San isidro, agosto del 2005.