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Betsy

~~La mujer con el rostro congestionado por la rabia, increpaba al empleado, que esgrimía sus razones, conocidas desde siempre: Señora este grabado en el vidrio es imposible sacar, ya que está hecho a fuego, por lo tanto ni siquiera creo que pueda borrarse. Usted consulte con quien lo hizo, no voy a correr el riesgo de romper semejante vidriera…-
Ya veo su ineptitud- Hablaré con alguien experto- pero no quiero seguir viendo esa maldita inscripción en mi negocio… “Tejidos Betsy!” Que espanto!
 Mientras buscaba quien sacara la marca que, indeleble había dejado en la vidriera, su esposo, mascullaba su rencor. Nadie podría saber lo que pasaba por su mente ni menos por su corazón aun cuándo era mayor la indignación al dolor… Ya había terminado con el trámite de sacarlo del mausoleo de la familia, y arrojarlo a una ignota tumba elegida por el que cuida el cementerio y pagada por ella, nada más que por tratarse del padre de su hija. Nadie sabría jamás donde encontrar sus restos, ya que ningún epígrafe rotulaba el lugar.
 Merecía ella semejante afrenta? Casi treinta años de casados, una familia ejemplar a todos los que quisieran verlo, ahora abofeteada con la ofensa, con el agravio de saber, por casualidad, que su esposo habría muerto en un albergue transitorio, y como una persona tan distinguida que era, todos se lo habían ocultado, el médico, los empleados, la misma mujer que estaba con el. Todos cómplices para salvaguardar el buen nombre del canalla! Llevarlo a un hospital ingresarlo ya fenecido y decir que en un semáforo sufrió un infarto que luego terminó con su vida!
-Nooo, era más de lo que podía soportar. Pero hubo algo más, el amigo de su yerno, desconociendo el parentesco, le cuenta la historia, alarmado por el efecto de las “pastillitas celestes”.
Medio en broma y medio en serio, cuenta lo que la muchacha en una crisis de nervios le decía a su amante. – “que haré sin ti? tantos años de amor? Lo único que puedo reprocharte es que no hayas tenido valor para enfrentar a tu padre, cuando quiso que te casaras con ella. Pero sé que siempre fuiste a mí a quien quisiste…”-


Juan aparece en la oficina, como siempre un poco tarde, y se asombra al ver a su compañera de vuelta de sus vacaciones. -¡Cómo ya has vuelto? No habías dicho que esta vez tomarías todos los días que te debe la empresa?-
 -Si, eso dije pero estar sola en mi casa, era mucho más difícil que venir a trabajar.-
Pero, porque sola? No viajarían con Pedro al Caribe? Otra vez se borró el buen señor?-
 -No, peor aún, el ya no vive-
 -Discúlpame, no podía saberlo.
 -Claro-
 Tomó asiento en su escritorio, y con un suspiro pasó la mano por el rótulo de la carpeta donde rezaba
 

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