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Categoría: Ciencia Ficción

Blanco

Blanco, solo veo blanco. Es como bañarse en un mar de leche, denso, más denso que el agua. ¿Sueño? Creo que sí, no me responden las funciones motrices. “Tranquilo, relájate”. Está bien, estoy soñando, sino es imposible oír esa voz en mi cabeza. “No sueñas, pero por favor tranquilízate, tengo dificultades para hablar contigo si no te relajas. En breves minutos todo volverá a la normalidad”. ¿Quién eres? ¿Dónde estoy?. “Así mejor, empezaremos desde el principio, ahora mismo estás muerto.” Estupendo, tú dame ánimos para estar tranquilo. “Es solo temporal, en unos minutos volverás a la vida, pero con pequeños cambios. Te voy a contar una historia, escucha e intenta comprender.

Hace 150 años, la comunidad científica decidió comenzar a investigar sobre las zonas no utilizadas del cerebro humano. Se eligieron a cuarenta personas normales, nada de coeficientes intelectuales por encima de la media, tampoco se buscabas atributos físicos sobresalientes. El único requisito era no ser adicto a ninguna sustancia nociva para el organismo que desembocara en una dependencia física y psíquica que pudiese modificar las cualidades.

Una vez seleccionado el grupo, se les empezó a suministrar pequeñas dosis de hormonas del crecimiento, pero genéticamente modificadas para que emitiesen pequeños estímulos eléctricos en las partes “dormidas” del cerebro, estas hormonas artificiales, mediante procesos químicos en el interior del organismo, fueron siendo sustituidas poco a poco por otras nuevas que creaba el propio individuo. Con esto se aseguraban dos cosas, que todas las partes del cerebro serian activadas por el propio individuo y que el mismo organismo cuando no localizase más partes de la corteza cerebral sin actividad dejaría de emitir la hormona. Esto se hizo porque existía el riesgo de que seguir suministrando la hormona de forma artificial derivase en una sobreactividad del cerebro provocando la muerte por una gran hipertensión. Aún así, ya fuese por miedo o cambios muy repentinos, tras la primera semana (entre descartes y abandonos) solo quedaban 26.

El proceso de evolución fue lento, los sujetos asimilaban información que hasta ahora desconocían, pero poco a poco, sino hubiese sido la locura, ¿te imaginas en 24 horas aprender más de lo que has aprendido en 30 años de vida? Los primeros avances se notaron en el desarrollo de los sentidos, la vista se multiplico por diez en agudeza, si estabas en suficiente silencio podían oír el latido de tu corazón, hasta la textura más lisa y suave se convertía para ellos en una montaña de rocas rugosas, descubrían constantemente nuevos olores y eran capaces de detectar un grano de azúcar en una montaña de sal.

Lo siguiente fue la comunicación mental o telepatía, cuando los científicos notaron que los “experimentos” llevaban un día entero sin hablar entre ellos ni siquiera les dio tiempo en su cabeza a preguntarse el porqué, Z (los sujetos se identificaban por las letras del alfabeto) les comunico que habían superado la barrera del lenguaje oral, que se comunicaban por impulsos electromagnéticos. Pasaron al control de cosas inertes, objetos, como vasos, jarras. Pero la evolución en este campo ya era abismal, en tan solo tres días aprendieron a, por ejemplo, poner una cafetera, llevarla a la mesa y servirla, todo esto sin moverse de una silla. Les introdujeron animales, tardaron media hora en hacer bailar a un ratón sobre la mesa y tres horas en que un perro empezase a escribir.

Los acontecimientos empezaron a tomar un giro inesperado, se apoderó el pánico de los científicos al cuestionarse cuanto tardarían en controlar una mente humana. Al día siguiente Z le comunicó al doctor Harris, investigador jefe, que estuviese tranquilo, que no diría a nadie donde escondía la cocaína. El sudor frío corrió por la frente de Harris cuando su mano se alzo para dibujar en el aire una Z sin ninguna intención por su parte.

Se decidió dejar de suministrarles la hormona, pero era demasiado tarde, ellos ya habían llegado a producirla por sí solos. No se movían, acercaban todo lo que necesitaban hasta su boca, cerraban puertas, cortaban alimentos y controlaban las luces, solo con pensar. Empezaron a entrar en un proceso de atrofia de sus músculos, se veía a través de los sensores colocados en su piel. A pesar de su inactividad, no engordaban, no tenían peor aspecto, sabían exactamente como tenían que alimentarse.

La ruptura fue, cuando ya aburridos de objetos y animales empezaron a tomar control del personal de las instalaciones, incluso de los investigadores. Se decidió poner en conocimiento del Consejo de Seguridad todo lo ocurrido, anularon el experimento, pero como anular algo que les controlaba a ellos, tras días de comprobaciones se descubrió que lo único que no franqueaban con su mente era el plomo, así que se construyeron trajes especiales con una fina capa de este metal para no ser muy pesados y se construyó una cámara acorazada a 500 metros de profundidad para confinarles allí hasta encontrar algo que les detuviese.

Todo el traslado de los individuos duró un mes, Z se había alzado como el líder del grupo y organizaba a sus compañeros para que detuvieran el proyecto a base de lanzar objetos, ponerlos como barrera ante las puertas o incluso atar con cables a los que venían a llevarlos. Tardaron tres semanas en vaciar las habitaciones objeto lanzado por objeto para poder acceder a los individuos, siempre con los trajes de plomo. Hasta que se les confinó en su prisión.

Se sellaron las salidas, solo se dejo una trampilla para pasar alimentos, por humanidad, pero ellos siguieron con su evolución, aprendieron a segregar fluidos corporales y manipularlos una vez fuera de su cuerpo, así fue como llegaron a reproducirse, el sexo desapareció para ellos. Triplicaron su población en pocos años, nadie moría, sabían combinar los escasos alimentos que distribuían con partículas de oxígeno para revitalizar sus órganos internos.

Z todavía piensa en como salir del confinamiento y dar una lección a esos “humanos”, ellos ya no se consideran como tal.

Yo soy Kalam, tecer hijo de S, una de las pobladoras del experimento, mi madre me ha inculcado desde siempre que los humanos “de arriba” no son tan malos como Z nos cuenta de pequeños, que ella recuerda a uno, a la persona que la hizo feliz un tiempo, que “amo”, como ella dice, nosotros los más jóvenes no sabemos que es, solo de oírselo a los viejos. Esto ha acarreado a mi madre graves enfrentamientos con Z que ha ido vadeando, pero de algo tiene que servir ser uno de los Primeros. Por eso mi máxima aspiración siempre ha sido encontrar una rendija en esta prisión para comunicarme con alguien en el exterior, y por fin lo he encontrado, perdona que durante algunos minutos te haya parado el corazón, pero es la única forma de que al telecomunicarnos con vosotros no se apodere el pánico, ni creáis que estáis locos. Si has entendido esto y asimilado, te puedo revivir, pero desde entonces estarás condenado a hablar conmigo e intentar sacarme de aquí, ¿entiendes?.
Datos del Cuento
  • Autor: Siddharta
  • Código: 590
  • Fecha: 09-11-2002
  • Valoración:
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
Anibal
invitado-Anibal 08-12-2002 00:00:00

ESTUVO BUENO, ME PREGUNTO CUAL HABRA SIDO LA SITUACION EN LA CUAL TU MENTE EMPEZO A GESTAR ESTOS PENSAMIENTOS QUE TRANSCRIBISTE DE TA BUENA MANERA.. SOLO PASABA POR AQUI Y LEI TU CUENTO, NO SOY ESCRITOR ASI QUE NO PUEDO CALIFICARTE, PARA ERES BUENO, PERO COMO YA TE DIJE NO ME SIENTO CON DERECHOS PARA CALIFIACRTE YA QUE YO APENAS PUEDO ESCRIBIR MI NOMBRE JAJAJAJAJ ,, SEGUI ASI,

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