Indecisas una a otra, Tristeza y Alegría,
-esta mañana, me ha visitado Melancolía, -comenta con rostro triste, Tristeza-.
-Bien -responde enérgica, Alegría-, lo primero es confirmar que no se trata de una patología grave, teniendo en cuenta los últimos acontecimientos, parece un proceso bastante normal, sin embargo
-añade con cara pícara y sonriente, Alegría-,
con tantos años a mis espaldas, mi vasta experiencia me indica que, sin esas visitas esporádicas de Melancolía, no podríamos vernos tú y yo, nunca, ni mantener estas entretenidas charlas, ni intercambiar puntos de vista, sonreirnos una a la otra... -clara sonrisa ilumina su cara y guiña un ojo alegre a Tristeza,
-además -añade sin dar opción a la otra-, es fantástico que ella venga a visitarte y se lleve todo ese torrente de agua caliente con sabor a sal que te desborda y hace te sientas más pesada y más y más..., no me negarás que ahora te notas más ligera y, ¡mírate al espejo!, hasta un vislumbre de sonrisa aparece en tus labios.
Tristeza la mira con adoración, -eres dulce, competente y responsable y, ¡qué bueno tenerte cerca en momentos como este!.
Alegría se acerca lentamente a Tristeza y, suave, le pregunta al oído, -¿nos veremos pronto?, sabes que estar cerca una de la otra nos ayuda a valorar todas y cada una de las cosas que nos pasan rozando constantemente, ¿cierto?.
Tristeza, cada vez más sonriente, le da un beso, recoge su chaqueta de cuero negro y responde: "¡Cierto!"
Sale contenta a la calle, el Blues del monstruo ha quedado dentro.