Busqueda Avanzada
Buscar en:
Título
Autor
Cuento
Ordenar por:
Mas reciente
Menos reciente
Título
Categoría:
Cuento
Categoría: Sin Clasificar

Buscando el Nombre

Nunca me sentí digno, ni siquiera de mi propia vida... uno viene al mundo y recibe y recibe modos de conducta, formas de hablar, límites de los sentimientos y muchas cosas mas... y uno está allí, fluyendo como esas gotas del río que van rumbo hacia uno de los grandes océanos, en verdad, no me sentía digno de nada. Me sentía prestado, usando una ropa que no era mía, era toda una mentira que no encontraba la manera de desgarrarla pues si la gente en mi entorno escuchara mi sentir verdadero seguro que no podrían reconocerme, y es seguro que viviría marginado o en un loquero.

Así era mi manera de vivir hasta que conocí a dios. Puede que cause risa pero en verdad lo conocí, o mejor dicho, pude verle cara a cara, y, en verdad, era tan impensado, tan real, como si toda la vida hubiera estado frente a mí y yo no me habría dado cuenta sino fuera porque me dio unos anteojos y con ellos pude verle, y, sobre todo, sentirle, fue hermoso.

Recuerdo aquel día en que anduve navegando en medio de mis olas de dudas y ansiedades, cuando una persona me preguntó por un nombre que nunca antes había escuchado, pero que creí haberlo conocido, era un sentimiento extraño. Le dije que no, y este fulano se dio media vuelta y fue a la persona que estaba a mi lado y le hizo la misma pregunta. El tipo le dijo que no. Le vi alejarse, acercándose a cada persona, haciéndole, (eso creí) la misma pregunta. Aquella imagen no pude dejar que se escapara de mi vida así que, le seguí. Cuando estuve a su lado le dije que aquella persona que estaba buscando era yo. El tipo sonrió y me dijo que lo siguiera. Le seguí.

Tuve que dejar a mi familia, amigos, todo por seguir a este señor que parecía ser como un lindo loco pero cuando me atrevía a preguntarle todo tipo de cosas, él respondía con tal gracia y simpleza que supe que era un ser muy especial. Y cuando le pregunté quién era él, me respondió que dios. Casi me río, pero el se rió primero que yo, luego, ambos reímos juntos... Y así fue como empezó todo esta historia de nosotros... Pudimos conseguir a cientos de adeptos que, como yo, estaban perdidos en sus máscaras, personalidades, en fin, en todo eso que uno carga desde que llega al mundo. Y cada noche nos poníamos a escucharle, y él nos hablaba acerca de algo muy hermoso...

"Uno no debe de olvidar que lleva la divinidad en su propia vida, y que es en el olvido de esta belleza en que olvida su propósito, el de apreciar cada momento, instante de esta existencia... Uno es como ese polvo a quien se le da el habla, el movimiento, el pensamiento, y entonces, el polvo se dice: no soy polvo... Es bueno dejar que las cosas se resuelvan por si mismas, pues el ser humano no ha sido creado para resolver problemas sino para existir sin problemas... La vida es como un poema sin inicio y sin final, pues todo es como el silencio que está siempre aunque no lo podamos percibir... Hay tanto fuego en nuestras vidas que una sola chispa de ella puede encender las vidas de toda criatura que existe con los ojos tapados por la ignorancia de uno mismo. El hombre ha jugado como un niño con el tiempo, y ha creído ser un dios cuando siempre ha sido un niño sin nombre ni apellido..."

Todo esto nos decía y siempre repetía lo mismo, sin embargo, había algo en sus palabras, en su sencillez que nos ahogaba de alegría.

Nuestra familia creció tanto como era necesario, sin embargo, él siempre iba de persona en persona preguntando por el mismo nombre que me había preguntado a mí. Muchos le escuchaban, pero muchos no. Hubo veces en que la soledad me ahogaba y en aquellos momentos él bailaba para nosotros. Era muy hermoso verle bailar, era como si las estrellas se volvieran locas y la Luna riera, en verdad, yo sentí que era dios quien bailaba...

Hubo chicas lindas a quien también preguntó por el mismo nombre, y también muchas chicas le siguieron. Y cuando él bailaba en nuestras reuniones, hubo veces en que yo bailaba con las chicas y soñaba, y soñaba, y creaba una ilusión, en hacer una familia, hijos, es decir, ser como cualquier persona... Y en ese deseo me cegué, creé una isla, un espacio en donde yo tendría que esperar que se materializara… Hasta que en uno de sus bailes, él se acercó con una linda muchacha de ojos luminosos, mientras yo bailaba con una linda morena, y cuando yo pensé que él me la iba a dar a mí, pasó algo que cambió mi vida para siempre. El me tomo de las manos y bailó conmigo, y dejó a las dos chicas bailando... Nunca antes había sentido nada igual, me sentí extraño, pues sentí que ya no tenía espacios en mi vida, pues todos los cubría él con su presencia… Y fue entonces que recordé, sí recordé mi nombre verdadero, el mismo nombre que él preguntaba a cada persona que se le cruzaba, y lo recordé pues lo sentí en cada nota que vibraba en mi entorno, en cada partícula que tomaba yo conciencia… Entendí que no había diferencias ni distancias ni errores, que todo era perfecto, que todos éramos una sola unidad, atados por ese tono, ese nombre que ahora podía percibir y vibrar mientras bailaba con dios, con aquel que no era mas que el nombre verdadero hecho ser humano…




San isidro, octubre del 2005
Datos del Cuento
  • Autor: joe
  • Código: 15659
  • Fecha: 15-10-2005
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.38
  • Votos: 128
  • Envios: 0
  • Lecturas: 2159
  • Valoración:
  •  
Comentarios


Al añadir datos, entiendes y Aceptas las Condiciones de uso del Web y la Política de Privacidad para el uso del Web. Tu Ip es : 3.133.144.147

0 comentarios. Página 1 de 0
Tu cuenta
Boletin
Estadísticas
»Total Cuentos: 21.638
»Autores Activos: 155
»Total Comentarios: 11.741
»Total Votos: 908.509
»Total Envios 41.629
»Total Lecturas 55.582.033