Luis salió de su pequeño cuarto en el cual vivía con sus 4 hermanos , fue a trabajar como siempre limpiando vidrios de los autos en una rotonda del centro de la ciudad.
Era un niño muy cordial, amable,algunas veces la gente le daba unas monedas pero otras veces no y lo peor es que a veces lo trataban mal como aquel día que vino una vagoneta y él, como siempre hacía, sin preguntar fue rápidamente a limpiarla. Al comenzar vió que la persona que conducía la vagoneta estaba algo molesta. Luisito entonces quiso limpiar más rápido, el semáforo había cambiado y los autos de atrás tocaban sus bocinas para apurar el trafico vehicular, entonces, el hombre se bajo, lo empujó, tiró su balde y le ordenó que se levantara de su auto. Al avanzar la vagoneta pisó el balde y se alejo rápidamente.
Luis, con lagrimas en sus ojos se fue a sentar a una banca llorando hasta que vino una señora que le preguntó que le pasaba, él le contó todo lo que le había sucedido y que se había quedado sin su balde para seguir trabajando. Ella le dijo que la Defensoria de la Niñez estaba cerca,cuando llegaron,le dijeron que pase la oficina del defensor y él asustado se dio cuenta que el defensor era la misma persona que lo había maltratado e insultado.
Es una muestra de las incoherencias de mucha gente que, por una parte expresa un discurso, que hasta parece auténtico, y por otra parte actúa de manera contraria.