El conflicto se suscitó el día en que quisieron determinar cuando comenzaría el año, la tia Santa ya iba por el centésimo parto y los mayores tenían voz y voto por antigüedad; la idea original era la de acatar el almanaque mundial y cortar el pan el 31 de diciembre para retomarlo el 1º de enero, pero la mayoría, que eran los hijos de María Santa y de XXXX, estaban anotados con fecha de nacimiento 28 de diciembre, y eran tantos, que en la asamblea de decisiones al poner el grito en el cielo parecía que iban a detener el mundo si para el 28 no se había decidido nada, pero los Gonzales y los García que a pesar de todos los esfuerzos seguían siendo mayoría se oponían tenazmente a lo que ellos llamaban "un cambio arbitrario de festividad", los unos porque tenían hechos los calendarios con antelación y practicamente repartidos en toda la península, y los otros que eran más duros de sesera que el queso que fabricaban, nada más que por solidarizarse con los Gonzales; no quisieron aceptar explicación alguna y votaron todos en contra, pero el problema verdadero lo tuvieron luego en sus casas, la mayoría estaba casado/a con algún/a Guzman, y se veía grave la situación porque ya pisando el umbral se olía a cisma, y de los bravos.
Por esos día fue que surgió el cruel relato de Santa Klaus Vindicator, como una rebelión contra las fiestas en donde los Gonzales Vaquero, los Gonzales Ovejeros y los Gonzales Porcinos tenían mucho que perder si se suspendían los festejos, ellos recordaban la anterior revuelta, la de los apellidos, en donde casi pierden la mitad de su ganado por ser tan intransigentes en una tonta causa de firmas, y los García, grandes productores de queso que se tuvieron que alimentar durante un mes de derivados vacunos, se estremecían de sólo recordar los dolores de parto que les produjo la constipación.
En tanto los Guzmanes, que hacía décadas proclamaban que el pan era el alimento más completo, amasaban lo justo para su prole y no guardaban un mendrugo. Allá los Gonzales con sus carnes y los García con sus quesos, mantecas y mayonesas, nada sabía bien sin pan, y todo sabía a nada.
Cuando se reunieron nuevamente, en asamblea extraordinaria porque ya estaban en enero y querían festejar de todos modos, los Gonzales-García estaban mortalmente heridos más en sus bolsillos que en el orgullo, decidieron que el año podría terminar el 28, pero que el comienzo era intocable, indefectiblemente debía ser el 1º de enero. Que harían en ese lapso? Limpiar!

(ver costumbres de fin de año)