Hoy ha hecho un día precioso, y ¡cómo no!, me he calzado las zapatillas, los vaqueros, la camiseta blanca, la mochila, el libro, la música y el foular rojo al cuello y me he lanzado al Paseo despues de comer. La gente estaba en las terrazas mientras yo esperaba a que el semáforo me dejara pasar, y ponía mi cara al sol como si en unos segundos de calor se notase mi piel más morena. Atravesando el parque he visto jugar a los niños y por fin otra vez cruzar la carretera para empezar a hacer footing. No he podido evitar acordarme de mi perro ya que la marea estaba bastante alta y casi no tenía ni que bajar tres rocas para poder tocar el agua. Sé que le gustaría un montón y ya estaría pendiente de tirarme bien fuerte de la correa para meterse de lleno como siempre hace, y de repente se haría famoso porque saltaría desde una altura considerable al mar sin miedo, y las cámaras de los turistas que lo ven, lo retratarían para llevarselo de vuelta a su país.

Hoy no me apetecía andar rápido. Iba tranquilita, mirando a la gente, el paisaje, el cielo tan azul, el agua tan cristalina, y ese perro que a lo lejos viene por mi derecha, al que veré cuando ese camino en forma de V se entrelace con el mío. "¿Ese perro he dicho? ¿El pastor alemán de la pelota roja?". Y no he podido dejar de mirar hasta que nos hemos cruzado los caminos, y justo en ese punto de inflexión, rematado por una fuente, te has parado para darle de beber a tu mascota, y protegido por tus gafas de sol, no has parado de mirarme hasta que a mi me ha dado verguenza. Desde luego el pobre animal estaría esperando a que le hicieras un poco de caso porque estabas con la botella en la mano y observandome mientras se llenaba de agua...jajaja, qué imagen !. Dicen que sólo aguantamos la mirada del otro siete segundos. Yo no los he contado, pero te aseguro que la frase es cierta. ( Siete segundos en las distancias cortas me da un poco de pánico).En el momento de verte fue más una sorpresa que ganas de buscarte. No contaba contigo tan lejos todavía del dique, pero me imaginaba que posiblemente coincidiríamos allí. Al rebasarte entonces sí he sonreído por el detalle, y me he dicho: "¡Vaya, por fin me ha visto!".

Hoy me ha tocado a mi ir delante andando. "¿Iré haciendo eses sin darme cuenta? ¿Andaré como un pato? ¿Se me verá bien por detrás?" jajaja. Ya sabéis, las preguntas que no tienen contestación y mal del que las responda !!. Como soy así de fuguillas, no he podido evitar andar más rápido que tú. Y claro, cuando he girado mi cabeza, todavía estabas allá a lo lejos ( gracias al color de tu camiseta te he podido ver!). Ahora, la pregunta del millón y que he intentado responderme ha sido..."¿Seré capaz de sentarme en el banco que está a dos metros del suyo?. ¿O seguiré caminando ida y vuelta hasta que me canse y pasaré como siempre detrás de él?. ¿Tendré que apurar más para sentarme antes que él lo haga para que me dé menos verguenza?Bueno, como viene lejos todavía..." Y justo al llegar al faro, me he girado de vuelta sin saber la distancia que nos separaba y de repente una camiseta naranja que está a la misma distancia que yo del banco. "¡¡ Madre mía, que al final me tengo que sentar despues que él !!!!. En ese momento he empezado a apurar mi paso "¿más todavía?cof cof", sólo por su culpa !!. Pero lo conseguí, con su ayuda, pero lo conseguí !. Se paró para ver unos gatos que estaban jugando. Desde luego, es alucinante su perro, no se inmuta por nada. Vamos, que si llega a ser el mío miraría a los gatos, giraría la cabeza para decir..."¿Qué lindo gatito !!", y querría jugar con él. Claro, los gatos ya sabemos como son, sobre todo los salvajes, te miran y con un bufido, pan comido.

Hoy me he sentado en el banco de al lado. Como si lo hiciera todos los días vamos. Anda que también que mala suerte. Estos días todos estaban ocupados y justo tiene que ser precisamente hoy cuando están varios vacíos. "¿Pensará que me quiero acercar a él?". "¿Se sentará?".

Hoy, te has sentado a mi lado.Has cogido tu libro y te has puesto a leer. Yo estaba estirada en el banco de piedra con el mío de Bucay "Amarse con los ojos abiertos". Digamos que tu amigo especial estaba a tus pies, mirandote. Y me ha mirado a mi también. Yo creo que ya me conoce. Los perros son tan listos...sobre todo los pastores alemanes. Con mi mirada le digo que quiero ser su amiga y me responde abriendo la boca, enseñando su lengua ladeada y unos preciosos colmillitos blancos.

Hoy hemos estado juntos. Juntos en la distancia que nos separan dos metros. Pero has vuelto a olvidarte de mi. Cuando levanté la cabeza me mostrabas tu espalda. Vaya. Hacía bastante calor y realmente, según las canciones que he escuchado, hasta podría ser capaz de saber cuántos minutos has estado conmigo. Te he sentido tan lejos cuando te has levantado y has emprendido el camino de vuelta... mi principe se iba. La imagen que llevo dentro de mi principe se ha ido, y yo con ella. Si te digo la verdad, no sé realmente cómo es tu cara, porque de la verguenza de mirarte más allá de los siete segundos me retiene. Y me da igual. Sigues siendo una persona que reconozco y observo cuando voy a pasear. Como otros tantos. Casi todos nos conocemos de vista, y tú eres uno más. Cómo suena eso de "uno más". Ojalá no tuviera que decirlo. Ojalá no lo vuelva a decir...ay...sentir la brisa del mar, con mi principe al lado. Sin palabras. Sólo él. Sentirle. Cogería su mano con las mías y me acariciaría la cara, mientras Él sonreiría. Cerraría mis ojos si supiera que al abrirlos estaría Él en mi banco.

Hoy ha sido una tarde más en tu vida. Una menos en la mía.

Hoy, por fin, me he sentado a tu lado...