Ella siempre ha soñado con volar. Sus alas todo el tiempo están extendidas, esperando que en algún momento el viento la lleve a los jardines que una y otra vez recorre en su mente.
Pobre mariposa solitaria, ha pasado toda su vida colgada de una pared que no la oye ni la mira, que no sabe de sus deseos de conocer el mundo, que jamás entenderá de sus aspiraciones de libertad.
Ha estado allí más del tiempo que puede recordar. Ha visto pasar gente que la ignora, otras se acercan y la admiran, pero nadie la ha transportado al otro lado de la puerta, donde ella desde el ángulo que se escuentra, observa a otras mariposas posarse en unas flores de color rojo naranja.
Hoy en la tarde sopló un viento que la hizo divagar. Se vio volando en medio de las flores, yendo y viniendo, comiendo y saltando entre los pétalos.
Ahora alguien se acerca, la desprende del clavo, la carga y la está llevando lejos de la pared. Ella siente una gran emoción y llora. La persona se tropieza y la mariposa al fin, vuela. Su sueño se está haciendo realidad, pero antes de que empiece a disfrutar de su viaje, la fuerza de gravedad la atrae y su cuerpo cae haciéndose mil pedazos. La mariposa era de barro.