Miro desde mi ventana la de ella, a través del límpido cristal el discreto titilar de un monitor me deja imaginar su frágil figura sentada frente al computador, ha querido forjarse un mundo en esa intrincada red de conexiones y en cierta forma lo ha logrado, pero que cosas que siempre exista un pero, ese mundo virtual que nos ha dado una extraña sensación de permanencia también tiene sus tragedias, solo que estas tienen un manto de misterio que solo percibimos en la ausencia de aquellos a los que en un momento dado logramos vincularnos. El monótono clickeo sobre el teclado indican una búsqueda continua en un océano que parece no tener fondo, ayer tan solo, una pequeña había hecho contacto con un maravilloso chico, era universitario, rubio de ojos azules, al menos eso se desprendía de la foto que había recibido, hoy, cigarrillo tras cigarrillos hurga y hurga en la intrincada maraña de chats y salones de encuentro tratando de ubicar a su amigo virtual, sin saber si la foto en realidad era de el, sin saber si en realidad era un hombre o un niño o alguna chica que jocosa se burlaba de los demás, al fin este amigo se niega a aparecer. Yo, desde mi ventana adivino sus infructuosos intentos, amando en silencio su inocencia, como me gustaría decirle que ese no es el camino, que a veces uno tiene que convertirse en potente bengala para poder atraer a las polillas, la Internet es tan solo un juego, que nos hace creer de repente en la inmortalidad, pero detrás de cada teclado hay una historia verdadera, de alegrías y tristezas, personas sanas o enfermas, que si llegamos a lo más profundo del tema debemos concluir que también tienen que morir, solo que en este universo que nos es tan atractivo como enigmático a veces no tenemos manera de saberlo, solo sentimos un repentino vacío que no llegamos a justificar. La pequeña niña de allende mi ventana no comprende todavía que del otro lado de la telaraña hay personas luchando con inmensas montañas que tienen que cruzar, tampoco comprende que gracias a ese cuadrito mágico ella ha dejado de lado penas sin sentido y en algún momento ha logrado un traguito de felicidad. Ahora, triste por la ausencia de amigos virtuales llora esos vacíos, y yo quisiera decirle que no lo haga, porque cuando se apaga una estrella allá en el cielo, mil cocuyos más están por emerger.
Chiquita, siembra en la realidad, escoge algún amigo de lejos, intercambia correspondencia y pulsa así cuanto te valora, luego puedes ir profundizando en tu empeño, pero siempre detrás de cada árbol crecido siembra otra semilla, para que en caso de que este muera puedas encontrar pronto cobijo para escapar a una posible y repentina soledad.
que cierto es. nunca sabemos a quien entregamos el corazón. a veces los amigos virtuales se pueden alejar al convertirse en amigos virtuales en común. aunque no siempre. cuando la amistad vitual emana de la verdad, aún tras la ventanita, estando lejos y comunicandose poco no se perderá ese sentimiento de amistad. no se busca amigos para reemplzar otros, sino para tener más amigos.