CUATRO FINALES PARA UNA MISMA HISTORIA
Rosendo salió de su casa dando un portazo, como si la puerta tuviera la culpa de todos sus males, golpeó la barandilla de la escalera con los nudillos, y estos le respondieron de la única manera que saben hacerlo, doliendo, maldijo para sus adentros y salió a la calle. El día era caluroso, sintió como se pegaba la camisa a su espalda. Anduvo unos instantes distraído, absorto en sus pensamientos frotando su dolorida mano y, sin apenas darse cuenta, sus pasos le llevaron frente a la panadería, dudó sólo un momento, y al final entró. El olor de las magdalenas unido al de los panecillos y bizcochos, era embriagador, él lo odiaba, no porque no le gustase, sino porque le entraba hambre, detrás del mostrador estaba la dulce Rosita.
- ¡Buenos días Rosita!, que calor ¿Verdad?- le dijo haciendo el ademán de secarse el sudor de la frente.
- Buenos días – le contestó Rosita observando con alivio que las gotitas de sudor no impactaban contra los mantecados. – Si, es asfixiante -. A la vez que le contestaba inclinó su cuerpo hacia delante un poco coqueta y abanicó con la mano su generoso escote. - ¿Qué le pongo hoy?.
Los ojos de Rosendo se salían de las órbitas cada vez que ella hacía eso, aquel canalillo le traía por la calle de la amargura, se quedaba hipnotizado, babeante y conmocionado, ella lo sabía y lo hacía siempre a propósito, era una venta segura. El ruido de la puerta al abrirse y las dificultades de una señora para meter el carrito de la compra por la puerta, sacaron a Rosendo de su ensimismamiento. – Eh, yo, una barra de pan normal. – logró pronunciar. – Aquí tiene, ¿desea alguna cosa mas?. – A Rosendo le hubiera gustado decirle lo que realmente deseaba, pero dudó de que lograra salir algún sonido coherente por su boca, por lo que se limitó a decir: - Nada mas, gracias, hasta mañana. – ¡Hasta mañana! – contestó Rosita mientras se arreglaba el tirante del sujetador en el hombro.
Salió de la tienda y se dirigió como todas la mañanas a la orilla del canal, allí, metódicamente partió en trocitos la barra del pan y se los fue echando a los patos que pululaban por la orilla. Hacía mucho tiempo que él ya no comía pan, ya que según dicen ,“engorda”, y él ya estaba suficientemente rollizo y “hermoso” como para permitirse el lujo de estarlo un poco más, solamente lo compraba por ver todos los días a Rosita. Mientras observaba el festín de los patos, imaginó cómo sería su vida junto a ella, él se declararía y ella le ofrecería un amor sin reservas, serían muy felices, tendrían dos o tres hijos y vivirían enamorados el resto de sus vidas. Mientras se embriagaba con sus ideas, la mañana fue pasando, y cada vez él se sentía mas convencido de que ella también lo amaba. Cuando llegó la hora en que Rosita cerraba la tienda, se encaminó decidido a declararle su amor, seguro de que ella sentía lo mismo, tal como le hablaba... tal como le miraba... Llegó a la tienda justo al tiempo en que ella se disponía a bajar la persiana, entró antes de darle la oportunidad de hacerlo y bajó él mismo la persiana, dejando a los dos dentro de la tienda, ella se sobresaltó y le miró un poco asustada.
- ¡Rosendo!, ¿qué está haciendo, qué sucede?
- ¡Te quiero!, y deseo pedirte que seas mi esposa. – le dijo mientras ponía sus manos suavemente sobre sus hombros.
- Lo siento, estoy comprometida. -
¿Comprometida?, no, no puede ser, pensó Rosendo, ella tendrá que dejarlo, tendrá que decirle a su novio que ahora me ama a mí. Mientras Rosendo pensaba, Rosita intentó marcharse de su lado, él notó el movimiento y la sujetó con más fuerza. Ella al notar la presión hizo un movimiento brusco para zafarse del yugo, y él formó una tenaza sobre ella.
FINAL Nº 1
En el forcejeo una mano de Rosendo agarró uno de los pechos de ella, sintió el tacto carnoso y caliente de la carne y su mente giró en un torbellino de lujuria sin límites, hundió su cabeza entre sus senos y los lamió ávidamente, mientras que con la otra mano tapaba la boca de Rosita para que no gritase. Como ella no dejaba de agitarse, la golpeó duramente hasta conseguir que se mostrase sumisa, en ese momento desgarró sus ropas y....
Nota del Autor: Este final no lo he escrito yo, ha sido mi subconsciente, que se ha envilecido con la violencia de la situación, lamentablemente la mayoría de las veces, las violaciones acaban siendo llevadas a cabo por el agresor. En el momento en el que la policía de mi cerebro, ha detectado que se le escapaba la situación a su control, ha procedido a la interrupción del relato y a la detención de mi subconsciente y lo ha metido en una jaula oscura para que aprenda a comportarse, todavía sigue allí pidiendo que lo dejen salir y prometiendo que no lo hará mas.
FINAL Nº 2
Ella al notar la presión hizo un movimiento brusco para zafarse del yugo, y él formó una tenaza sobre ella. Estaba asustada, aterrada, aquel hombre se había vuelto loco y era capaz de cualquier cosa, sin pensarlo demasiado, propinó un terrible rodillazo en la entrepierna de aquel mal nacido, lo que obligó a éste a retorcerse formando un ovillo en el suelo. Rosita aprovechó la ocasión para armarse con el cuchillo de partir las tartas, dispuesta a clavárselo a aquel hijo de puta si intentaba acercarse a ella de nuevo, abrió la persiana y salió a la calle pidiendo ayuda, poco después la policía detenía al agresor.
N. del A.: Este final tampoco lo he escrito yo, ha sido mi esposa, en realidad ella lo quería más duro, al final le cortaba los cataplines a Rosendo, pero yo lo he suavizado un poco, por aquello de que la sangre no da buen rollo, que la violencia sólo engendra violencia, etc... glub, mientras se lo decía, me tapaba los míos por si acaso.
FINAL Nº 3
Ella al notar la presión hizo un movimiento brusco para zafarse del yugo, y él formó una tenaza sobre ella. Rosita lo miró fijamente a los ojos clavándole la mirada. Una mirada dura, penetrante, exigiendo que la soltase, una mirada arrogante, altiva, amenazadora, y que terminó derrumbando a Rosendo. Éste poco a poco fue aflojando la presión hasta que sus brazos cayeron lacios sobre su cuerpo, bajó la cabeza y se dio cuenta de lo que había hecho, no dijo nada, sólo se quedó allí quieto, como un muñeco sin pilas. Rosita se dirigió a la puerta, abrió la persiana y le conminó a marcharse. Rosendo salió mansamente, sabía que nunca podría volver allí, Rosita volvió a cerrar la persiana y sólo cuando se encontró a solas, rompió a llorar amargamente.
N. del A.: Este final tampoco lo he escrito yo, ¡joder! ¿no voy a poder escribir ninguno? ¡o qué!, lo ha escrito la comisión antiviolencia del sindicato de autores frustrados, del cual soy socio fundador y único miembro, pero en el que ni pincho ni corto, ni ná de ná.
FINAL Nº 4
Ella al notar la presión hizo un movimiento brusco para zafarse del yugo, y él formó una tenaza sobre ella.
N. del A.: Este espacio lo he dejado deliberadamente en blanco, para que el lector escriba su propio final, si no le ha gustado ninguno de los anteriores. Por favor, una vez que esté escrito, envíenmelo por correo. Si el final es muy malo, y considero que es peor que los anteriores, me reiré alegremente y seré el hombre mas feliz de la tierra media, pero si el final es muy bueno y deja por los suelos todo lo escrito anteriormente, lloraré lágrimas de sangre y le odiaré y maldeciré hasta el final de mis días.
Tico-San 2003.