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El mensaje secreto de los selenitas

Mario y Sergio se habían colado en el desván de la casa de su tío Jaime. El desván tenía una ventana en el techo por la que se veían las estrellas de noche. El tío Jaime solía abrir esa ventana para asomar un enorme telescopio y explorar el universo.

-Ten cuidado con el telescopio, Mario. Si tío Jamie se entera que hemos estados jugando con él no nos dejará volver a pasar las vacaciones de verano con él -dijo Mario.

-Si tío Mario nos pilla aquí arriba nos va a castigar de todas formas -dijo Sergio-. Nos prohibió subir aquí solos, ¿no te acuerdas?

-Ya, pero una cosa es subir a mirar por la ventana del tejado y otra romper algo -dijo Mario.

-No voy a romper el telescopio. Solo voy a….

-¡S-E-R-G-I-O-O-O-O-O-O!

-¡Ups! Parece que algo se ha roto por aquí -dijo Sergio-. Vámonos y no digas nada.

-Tenemos que decirle tío Jaime lo que ha pasado. Si encuentra esto así se va a llevar un disgusto -dijo Mario.

-Si le contamos esto nos manda de vuelta a casa -dijo Sergio.

-Si no se lo contamos, cuando nos pille se va a liar buena -dijo Mario.

-Eso será si nos pilla -dijo Sergio-. Solo tenemos que impedir que suba aquí hasta que nos vayamos. Si luego se lo encuentra roto nosotros ya no estaremos aquí y no tendrá por qué sospechar.

No muy convencido, Mario hizo caso a su hermano mayor. Recogieron todo bien, intentando disimular el estropicio del telescopio y bajaron a la cocina para cenar.

-Chicos, ¿qué os parece si esta noche miramos las estrellas desde el desván? -dijo tío Jaime mientras cenaban.

-Uf, tío Jaime, no me apetece mucho subir al desván -dijo Sergio-. ¿Qué tal si nos tumbamos en el césped y las miramos al fresco? Hace una noche muy agradable.

-De acuerdo -dijo tío Jaime-. Pero subiré a por el telescopio de todas formas.

-¡No! -gritó Mario-. Quiero decir… mejor déjalo para otro día, tío. Así podremos leer historias a la luz de la luna, que cuando te enganchas al telescopio te olvidas de todo.

-Vale, de acuerdo -dijo tío Jaime. 

Tío Jaime empezó a sospechar que algo raro pasaba, así que, cuando los niños se acostaron, subió al desván. 

-Tal y como sospechaba -dijo tío Jaime-. Estos se van a enterar.

Al día siguiente tío Jaime, por la noche, tío Jaime fue a buscar a Mario y a Jaime justo cuando se acababan de dormir.

-Chicos, tenéis que ver esto. Anoche, cuando os acostásteis, recibí un mensaje. Llegó en una pequeña cápsula espacial, pero no lo entiendo. Parece que está en clave.

-A ver, déjame ver -dijo Sergio, cogiendo el papel y mirándolo inquieto-. Tranquilo, está escrito en espejo. Yo lo leeré.

”Estamos atrapados. Por favor, ayúdanos. Búscanos. Cuando nos veas sabrás qué hacer. Todo desaparecerá si no nos ayudas. Firmado: Los selenitas”.

-Rápido, hay que ayudar a esta gente -dijo Sergio.

-Vale, pero, ¿cómo los encontramos? -dijo tío Jaime.

-Supongo que habrá que descubrir dónde viven los selenitas -dijo Mario-. Vamos a buscarlo.

-Los selenitas, los selenitas…. -balbuceó tío Jaime-. ¡Ya sé! Los selenitas son los habitantes de la Luna.

-¡Rápido, al telescopio! -gritaron los niños, sin acordarse del estropicio del día anterior.

Cuando llegaron arriba y tío Jaime abrió la caja los niños se acordaron de lo que había pasado.

-¡Vaya! El telescopio está roto -dijo tío Jaime-. Ya no podremos ayudar a los selenitas y la Luna desaparecerá.

Los niños se miraron el uno al otro sin decir nada.

-¿Sabéis algo de esto? -preguntó tío Jaime.

Pero los niños no contestaron. Simplemente miraron para abajo. Mario rompió el silencio.

-¡Ahora los selenitas morirán por nuestra culpa!

-No va a morir nadie -dijo tío Jaime-. Era todo una broma. Pero, ¿qué hubiera pasado si el mensaje fuera cierto? Si me hubiérais dicho que el telescopio estaba roto lo hubiera arreglado y hubiera estado listo para ayudar. 

-¿Nos vas a castigar? -preguntaron los niños.

-Las cosas no hay que hacerlas pensando en castigos, sino que hay que ser responsable y asumir los errores -dijo tío Jaime.

-No volverá a pasar. ¿Nos perdonas? -dijeron los niños.

-Claro que os perdono -dijo tío Jaime-. Espero que hayáis aprendido la lección. Si la liáis tenéis que contarlo para poder solucionar los problemas a tiempo. De momento, vamos a arreglar esto, por si acaso mañana son los marcianos los que están en peligro, ¿no?

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