El rescate (cuento)
Era la quinta vez que la pegaba por lo mismo. ¿Con quién te has sentado en el colectivo?
- Venía repleto asi que vine parada.
- Pero , ¿Nadie te rozó ni te miró, ni vos lo miraste?
- No, nnno. Nadie, nadie.
- ¿Segura? Lo dices como dudando o peor como si escondieras algo. Vuelvo a hacerte la pregunta: ¿No te has sentado con ningún hombre? Contesta: Si o no?
- No, nno, te he dicho que nno.
- Pero.... la camisa, si tu camisa, esta desprendida en último botón.
- Pero si ese no se prende. Es de adorno. Es el que da al cuello.
- Te he dicho que vos te lo prendieras, siempre... No me haces caso. Paf, una cachetada, paf.. otra cachetada en la cara. ¿Cómo quieres que te crea que no has venido con ningún hombre si vienes con la camisa desprendida?
- Ella, llorando: - pero te lo dije, es el último o el primero, ese botón no se prende .... Paf. Otra cachetada.
- ¡Para que aprendas a decir la verdad, siempre!. ¿Has entendido?
- Si, si, si. (lloriqueando)
El la abraza.
- Bueno, ya pasó todo, no? - Vamos a comer.
Y así por muchos años... Humillación y censura.



No soy celoso, es que soy muy posesivo, le repetía.
Millones de veces le dijo lo mismo: - Que vas a saber vos.... si tienes un cerebro de mosquito.
- Pero es imposible que seas capaz de emitir un pensamiento coherente. Tu cerebro tiene bosta.
Y así por muchos años. Descalificación permanente.

- A vos ni los perros te ladran ni te ladrarán nunca. Yo te hice el favor... de lástima....
- Somos dos seres extraños que coincidimos un día cualquiera. No hay nada parecido que nos una. Mírate al espejo. No sos igual a mí. Conmigo has sacado la lotería. Dónde vas a conseguir un tipo como yo.
Y así por muchos años...

Tantos que a esta altura de la vida a él no se le pasa por la mente que alguien la pudiera mirar, ni cortejar.
Ella sigue callada pero ..... ahora no le importa las piedras que él le tira, que al cabo de los años, es como si oyera llover: sos una tonta ...... sos una tonta..... sos una tonta.....

Su mano dentro del bolsillo acaricia un boleto. El amor de toda su vida la está llamando. En el universo de lo posible todo es posible. Hasta para las cenicientas.

E.L. feb./04