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Un dia en la playa.

Un dia en la Playa.
(Cuento para mis Hijas.8.)

Siempre el grupo de ciclistas del barrio donde me crie, fuimos muy unidos, nos poniamos de acuerdo para ir al parque los sabados por la tarde hasta bien entrada la noche, ademas nos reuniamos para ir al cine, al anfiteatro, a las pizzerias y restaurantes chinos cuando teniamos suficiente dinero para pagarnos entre todos la comida, o hasta tan simple como de ir de visita a otros pueblos y ciudades alrededor del lugar donde viviamos. Tambien emprendiamos viajes y aventuras juntos en cada fin de semana, que teniamos libre de clases, ya fuese desde cuando cursabamos la enseñanza secundaria, asi tambien cuando estudiamos en el pre-universitario. Lo componiamos seis muchachos, Luis que era el capitan del grupo, Francisco, Ezequiel, Leonardito, Jose que era el mayor de todos y este cuentista del relato.
Recuerdo que fue un miercoles en la tarde, a Luis se le ocurrio una idea "maravillosa". Salir del pueblo hacia la playa que nos quedaba bien cerca, unos 50 km de distancia, en nuestras bicicletas. Esto suponia un pequeño desafio para todos, incluso para Leonardito que era el mas gordito de todos y casi siempre quedaba detras en el grupo cuando pedaleabamos bien fuerte, pero acordamos entre todos evitar la fatiga de tan largo viaje y a mediana velocidad tal vez nos tomara un poco mas de tres horas sobre la bicileta y poder disfrutar de nuestra playa todo el sabado, nos quedariamos a dormir en casa de unos amigos, la familia Quintana, que eran amigos de mis padres y el hijo mayor de ellos, Jose Luis, siempre se nos unia cada vez que los visitabamos y entonces regresariamos el domingo despues de las 4 pm que ya el Sol era menos caliente y estariamos a tiempo en nuestras casas para la cena de ese dia y el bendito descanso que todos estariamos deseosos de tomar despues de tan ardua faena de diversion y natacion en el mar. Claro nuestros padres sabian lo que ibamos a realizar y donde nos ibamos a quedar. Todos llenos de euforia juvenil extrema, nos pusimos muy contentos y acordamos salir a las 6 am para que cerca de las nueve y las diez de la mañana ya estariamos en el lugar.
Todo el jueves y el viernes lo pasamos haciendo preparativos. Que si teniamos que llevar suficiente dinero para pagar las cosas, que si podiamos llevar esto o aquello para disfrutar nuestras horas en el mar nadando y jugando voleibol, los lugares que iriamos a visitar en la noche del sabado, etc. Esos dos dias se nos pasaron bien largos y demorados, muy lentos, como si el reloj no caminara, por tanta expectacion que teniamos de ir a la playa en nuestras propias bicicletas del grupo.
Y al fin llego el momento esperado.!. Todos nos reunimos en la estacion de omnibus local y puntuales salimos para nuestra playa dandole con muchas ganas a los pedales. En esta primera ocasion nos demoramos casi tres horas y media. Si habiamos ido como grupo a la playa en omnibus, o en camiones que nos daban el viaje gratis, aunque ahora, al ir mas lentos en el viaje, pudimos llegar a aprendernos todos los lugares y sitios que pasabamos porque ibamos fijandonos en todo pormenor y detalle del trayecto a recorrer.
En cuanto llegamos, Jose Luis nos recibio con tremenda sorpresa dibujada en su rostro, pero tambien con una amplia sonrisa de oreja a oreja, no lo podia creer, todo el trayecto lo habiamos hecho en bicicleta y sin contratiempo alguno. Inmediatamente nos dirigimos a una habitacion que podiamos compartir entre todos, nos cambiamos de ropa y zas..! a nadar al mar..!.
Todos entramos al agua con un gran alboroto y jugamos con la pelota de voleibol y nadamos mucho, Ezequiel, Luis y yo eramos los que mejor nadabamos, aparte de Jose Luis que vivia en la playa, los otros chicos tambien sabian, aunque no tanto como nosotros, pero la pasabamos de lo mas bien. Todo ese dia de sabado solo salimos del mar cerca de las tres de la tarde, ya mas muertos que vivos, despues de tanto pedalear, y el tiempo nadando y jugando, nos saco hasta el ultimo aliento de fuerzas que teniamos en nuestros cuerpos. Cerca de 5 o 6 horas en el mar. Llegamos a la casa de los Quintana y nos ibamos bañando en orden uno despues del otro. Para las seis de la tarde ya estabamos camino a la pizzeria mas cercana para nuestro suculento plato de pizas de peperoni y espaguetis con albondigas que eran nuestro plato preferido. Despues nos fuimos a caminar por los alrededores del parque central de la playa y luego nos fuimos a dormir. Con cuantos deseos, inmensos deseos, me acoste a dormir, el otro dia estariamos tambien en la playa y despues de regreso a pedalear hasta nuestro hogar. El domingo tambien tenia sus desafios para todos nosotros, incluyendo un incidente que nos ocurrio.
El canto del gallo a las cinco de la mañana, nos tomo de sorpresa y nos saco de las sabanas de nuestros sueños. Yo simplemente me vire para el otro lado, saboreando la brisa marina que entraba por la ventana abierta, muy fresca, muy humeda, muy llena de deseos de volver vivir. Mas tarde, la señora Quintana nos preparo un desayuno exquisito para todos, eramos una tremenda tropa, la de nuestro grupo y su familia. Pero lo hizo entre bromas y muy agradable, con mucho amor. El señor Quintana se sento en el portal a leer el periodico de la mañana y nosotros cuando terminamos nuestro alimento, bajamos las escaleras de madera y nos sentamos a considerar a ver como ibamos a hacer las cosas para ese dia y para nuestro regreso a casa. En eso, Jose Luis se aparecio y nos pregunto:
- "Y ustedes a que esperan?. Arriba, para el mar a nadar.!
Sin mas nada decir, salimos entre risas y juegos, corriendo la corta distancia de algo mas de unos doscientos metros que separaba su casa del mar, cruzamos rapidamente la Avenida Playa, llegamos a la orilla del mar y de cabeza nos tiramos a nadar. Todavia el agua estaba bien fria, no eran las nueve de la mañana, teniamos que aprovechar el tiempo si es que queriamos salir de regreso a eso de las cuatro de la tarde. Alguno de nosotros trajo la pelota de voleibol y nos pusimos a jugar, luego junto con Ezequiel me fui a nadar paralelo a la costa y estuvimos bien lejos del grupo, despues regresamos. Cuando ya estabamos en el grupo de nuevo, alguien habia traido una rejilla, de esas que hay a la orilla de las playas donde se ponen bolsas plasticas en su interior para que las personas pongan los desperdicios u otro tipo de basura, tales como botellas de agua o de jugos o de cervezas e inclusive ya habiamos visto litros de ron y de vinos. Bueno el asunto es que esta rejilla no tenia fondo y habia estado tirada a un lado sin uso, parece ser que para su futura reparacion. Uno del grupo, como mencione antes, la llevo hacia el mar donde el agua daba mas o menos a nuestros hombros, no era una gran profundad ni mucho menos, pero la tarea a realizar era zambuirse, llegar al fondo y pasar por en medio de la rejilla y salir por el otro lado. Era algo sencillo y facil, sin problema para mi, asi que nos dispusimos todos para hacerlo inmediatamente. El primero en pasar fue Ezequiel, luego me toco a mi, despues Jose Luis, Francisco, Luis, y Jose, pero Leonardito que era el mas timido para estas cosas, se quedo de ultimo para hacerlo. Al fin le toco su turno y se sumergio, yo me quede mirandolo a media agua, hasta que vi que comenzo a introducir sus hombros por la rejilla y pense para mis adentros: - "Va, tanto temor para hacer esa tonteria y ya la esta pasando"-. Pero me equivoque por completo.
No se cuantos segundo o minutos habran pasado hasta que mire a Luis y le dije:
- "Oye, y Leonardito donde esta?. No ha salido aun?".
Instintivamente los dos miramos bajo el agua a la misma vez. Alli debajo estaba Leonardito, trabado en el mismo medio de la rejilla y pataleando a lo mas que podia hacerlo. No sabia como salirse de la rejilla!.
Luis y yo nos zambullimos para tratar de halarlo, sin embargo, estaba bien trabado, no se movia para nada. Ya hacia algun tiempo que estaba alli debajo del agua y la cara la tenia mas que roja, los ojos super asustados se le querian salir y el, que era medio pelirojo, su piel se estaba poniendo de rojo a morada. Se nos iba a ahogar el muchacho y que le diriamos a sus padres, que por una tonteria nuestra el chico se ahogo?.
Le hice señas a Luis que agarrara la otra parte de la rejilla, yo me puse por el otro borde y entre los dos pudimos levantar la rejilla junto con Leonardito y pudimos pararlo por completo para que el asustado chiquillo pudiera respirar. Comenzo a toser y a balbusear algunas palabras que nadie comprendio. Entonces, nos dimos a la tarea de levantar la rejilla por sobre su cabeza para librarlo de su prision subacuatica. Estaba tan trabado que la rejilla no cedio ni un centimetro. Toda la parte de su estomago y barriga estaba mas que apretujada entre las lineas de la dichosa rejilla. Fue en ese instante que a Jose se le ocurrio sacarlo del agua con rejilla y todo para ponerle crema protectora contra los rayos solares para que se suavizara la parte donde estaba trabado y pudiera deslizar el cuerpo de la apretazon con la rejilla. Asi hicimos. Al rato Leonardito ya estaba fuera de la rejilla, pero continuaba muy asustado, tanto se asusto, que no entro mas al agua, se quedo sentado en la orilla y mas tarde se durmio sobre la arena. El pobre, penso que mas nunca respiraria aire puro otra vez. Al verlo en la condicion en la cual estaba entre todos decidimos salir del agua y llevarlo de regreso a la casa de nuestros amigos y dar por terminado el dia de playa.
El regreso lo hicimos un poco mas temprano y fuimos pedaleando no tan rapido y cuidando de Leonardito. Paramos varias veces en el trayecto para tomar agua y descansar hasta que por fin llegamos a nuestro pueblo. El mismo Leonardito nos pidio que no dijeramos nada a sus padres de lo que habia pasado porque sino, no lo iban a dejar salir otra vez con el grupo. Asi que todos estuvimos de acuerdo y mas nunca usamos de nuevo otra rejilla para cruzarla nadando por debajo del agua.
Ya han pasado muchos años de esta aventura, de este dia en la playa. Todos los del grupo estamos casados y tenemos nuestras propias familias. A Leonardito lo veo casi todas las semanas, vivimos no muy lejos el uno del otro. Un dia le pregunte si le habia contado a sus dos hijos lo que le habia ocurrido en ese dia de playa y me dijo que no, que nunca haria ese cuento a nadie. Asi que ya lo saben, si lo ven por la calle, no le vayan a decir que yo lo conte.
Datos del Cuento
  • Categoría: Infantiles
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