La tarde caía, el sol opaco cubierto por espesos apenas daba luz,una brisa fresca me recordaba que me estaba faltando abrigo. Pero estaba demasiado ocupada, apenas disponía del tiempo necesario para dar instrucciones y para recibirlas. Los apuros por la corriente del tiempo habían comenzado. Al toque de diana me debía presentar con el informe terminado.
Pero la obra no se concluía. Y en mi desesperación empezé a culpar a los ayudantes a fin de disculparme a mi misma. Decidí tomar otro ayudante, este calificado, pero entre palabras y trámites el tic tac del reloj indiferente seguía su curso.
Ya faltaban minutos para la noche. El Paisaje iba cambiando de color, tomanto un tono opaco para perderse en los rincones como oscuridad. El sol ya se había marchado y el trabajo no se terminaba, quedaría inconcluso.
Aspiré profundamente.Despedí a todo el personal, y desde el fondo del viejo armario extraje una potente lámpara que me permitía reemplazar la luz natural,con paz logré encenderla fabricando de esta manera un entorno apto para la realización de aquel trabajo. Tenía frío, hambre y sed. por eso lo primero que hice fué satisfacer mis necesidades y cobijando mis espaldas retomé la obra para concluír el ejecución.
Sí, con gran esfuerzo logre completarlo debidamente. Hasta pude limpiar y ordenar las dependencias.
Cuando sonó diana, ya estaba de pie para tomar mi puesto, debía rendir cuenta de mi actividad,y lo mas sorprendente no me sentía cansada pero sí muy satisfecha sabiendo que había cumplido cada cláusula del contrato, por lo tanto estaba segura de ser aprobada, aunque sea en el ocaso frío del último día del invierno.
escribes bien. que cuidado del detalle. reflejas muy bien la mente femenina