A todos los guerreros, aquellos que no rehúsan el combate…
_Hace tiempo que no vienes a visitarme, dijo el Maestro al discípulo Swan, que trataba de sorprenderlo alguna vez, llegando por sorpresa. _Bienvenido a mi morada.
El discípulo se inclinó frente a su Maestro de Artes Marciales ciego, las órbitas de sus ojos vacíos le daban un aspecto extraño y milenario. A pesar de su incapacidad física, el Maestro se mostraba seguro y rápido en sus movimientos. “Tienes problemas, hijo, lo siento y “veo” en tu expresión” –dijo con una sonrisa-. Sí, Maestro, tengo aproximadamente siete años en la lucha, endureciendo mi cuerpo, aprendiendo todas las técnicas de boxeo para vencer a un contrincante. Los he vencido a todos, uno tras otro, siguiendo muchos de sus consejos sabios. He llegado a ser el monarca de un tipo de boxeo, mi cinturón dorado es lo que más amo y por lo que más he luchado; pero ahora, tengo que exponer mi título de campeón frente a un desconocido. Lo único que sé de él es que no tiene una técnica fija de lucha. Debo reconocer frente a Usted, que me siento inseguro.
Sígueme, -dijo el Maestro al discípulo-, saliendo a un bello jardín, donde se observaban flores de todo tipo. -Lo primero que debes saber es que en lo aparentemente frágil hay fortaleza y en lo resistente y duro hay debilidad. Observa la caída de esa hoja en el suelo, es tan frágil, observa su movimiento como una danza en el aire. Debes aprender de su movimiento, a hacerte uno con la naturaleza. Tu primera lección es la observación, aprende a observar. ¿Qué te dice la hoja en su caída? ¿Dónde está la fuerza de su movimiento? ¿Dónde está su debilidad? ¿Has observado al tigre persiguiendo a su presa? Ataca justo en el momento, es el rey de la observación y la cautela. Debes ser algunas veces frágil como una hoja y cauteloso como el tigre. Ahora debes irte. No estás preparado. Abre tus ojos internos. Observa y vive.
A los días, apareció nuevamente el discípulo, se inclinó frente a su maestro y éste le dijo: “Aún no estás preparado. Te has enfrentado con éxito a los mejores del mundo. Pero ahora no puedes entender la manera de vencer a este tipo de oponente. Tu mente ha sido preparada para ganar cuando existe el oponente; pero, ¿estará preparada cuando el oponente no existe? A una sombra se le combate como otra sombra. Debes imitar la sagacidad de la serpiente –dijo el Maestro. Su movimiento es imperceptible, su psiquis es poderosa, su atención y puntería son mortales. Imita a la serpiente. Ahora, tu objetivo primordial no es ganar, es entender al oponente. Cuando lo logres descifrar, estarás preparado para la lucha. En este momento debes irte. Debes ser la sombra y la serpiente”.
El discípulo se dedicó a ser serpiente, como le dijo el maestro. Fue un aprendizaje lento. “La danza de la hoja en su caída y la lucha del guerrero contra la sombra”, se decía a sí mismo. Una y otra vez lo intentó. Entendió que no se debe subestimar al oponente, también que hay otras técnicas de combate. Fue tanta su concentración, que llegó a convertirse en serpiente pero con la cautela y sagacidad de un tigre y el movimiento y la danza de una hoja en su caída. A los días, llegó y se inclinó frente a su Maestro. Ya estás preparado para el combate –dijo el anciano- sin inmutarse. Eres una auténtica sombra. El discípulo lloró de alegría por haber logrado el nivel deseado. Pero no cantes victoria aún, debes esforzarte más. Sólo tienes mi autorización de competir y ser esta vez una sombra en el combate y una serpiente en la lucha. –dijo el Maestro.