El 20 de abril de 2003, coincidiendo con el aniversario del nacimiento de Adolf Hitler, “Los Caballeros de la Cruz Gamada”, una organización paramilitar alemana de extrema derecha secuestró a diecisiete científicos de Europa y los Estados Unidos, y los trasladó a una base subterránea situada en el norte de la Antártida.
Allí, durante dos años de intenso trabajo, se desarrolló el programa “GRAM”, la creación de una bomba basada en el concepto de “haz luminoso” de Newton. El primer objetivo de los Caballeros era implantar el IV Reich en los territorios históricamente germánicos, para devolver a Alemania, según decían, todo el esplendor que las dos guerras mundiales le habían arrebatado.
“GRAM”, que se llamaba así en honor a la espada del legendario guerrero germano Sigfrid – los Caballeros habían asumido que eran descendientes de guerreros teutones y aquella era su espada contra los enemigos del Reich – estaba siendo financiado gracias al oro de la Reserva Federal estadounidense que los grupos de supremacía racial del país robaron en repetidas ocasiones, así como a suculentas donaciones de particulares.

Sin embargo, había un “topo” en la Organización, un integrista islámico de raza blanca que se hizo pasar por ciudadano austriaco y que vendió la bomba a la rama de Al-Qaeda en Oriente Próximo. En verano de 2005, la bomba fue robada de las instalaciones antárticas y llevada a Egipto, de donde pasó a Siria en un falso convoy de la UNESCO.
Los Caballeros detectaron y ejecutaron al intruso. Después llamaron al Cuartel General de la organización, situado en Munich, ordenándoles realizar un atentado en algún lugar importante para los musulmanes, para obligar así a Al-Qaeda a devolverles la bomba.
El sitio elegido fue la Mezquita Azul de Estambul. Tres miembros de la organización tomaron un avión con destino a la ciudad del Bósforo, pero una vez allí un agente de la EUROPOL que les había seguido desde Alemania impidió que colocaran las cargas en los pilares del templo.
Los terroristas huyeron de la ciudad y robaron una avioneta cerca de la frontera con Grecia, a pesar de la tenacidad de su perseguidor y las autoridades locales. Viendo que no podían negociar con los integristas islámicos, los Caballeros que habían supervisado el desarrollo del arma decidieron seguir la señal del localizador implantado en la carcasa. Ésta les condujo hasta el desierto occidental de Afganistán.
Llegaron hasta el mismísimo campamento de Osama Bin Laden y amenazaron con volar la ciudad santa de La Meca si no les entregaban la “Gram”. Hubo entonces enfrentamientos, pero finalmente los Caballeros lograron escapar del desierto con la bomba y regresaron a Alemania, sólo para ser detenidos por la Europol.
La “Gram” fue declarada alto secreto y la guardaron en un laboratorio para estudiar su tecnología.