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Queso y Vino (Parte I)

(Con todo mi amor para Pame y Chellín)

Como polilla en biblioteca, es decir, muy a gusto, se encontraban Pame y Chellín leyendo algunos ejemplares de revistas que Alberto papá de Chellín y tío de Pame, atesoraba con singular celo.

Dos eran las colecciones que en no pocos años hubo de haber coleccionado. No menos de quinientos ejemplares de cada una de ellas. La primera sobre “su” México Desconocido que traía invariablemente al recuerdo de las ancestrales raíces de Chellín y en las cuales se mostraba un México suspendido en el tiempo con su gente, ritos y costumbres pero sobretodo con su arquitectura con varios siglos a cuestas.
La segunda colección era sobre Vitivinicultura.
- Viti . . . ¿Qué?
- V-i-t-i-v-i-n-i-c-u-l-t-u-r-a, de las palabras en latín vitis, "vid" y vinum, "vino" es el cultivo sistemático de parras para usar sus uvas en la producción de vino. Vamos, el cultivo de la vid.
- ¿David o Ka Vid?
- ¡Chistosa!
- Oh pues, fue un chistorete al más puro estilo de Norsi-Bo
- ¡Oye!
- Dime
- ¿Qué te parece sí nos metemos a un “México Desconocido” y nos vamos a conocer un viñedo y asistimos a una “Pisa” y las Cavas y la “Lagar”.
- ¿La qué?
- La Lagar, lugar de la bodega donde se pisa y prensa la vendimia.
- ¡Guau!, pareces una enciclopedia viviente
- Nada de enciclopedia, lo acabo de leer en una de la revistas de papá.
- Ja, ja, ja.
- Pues yo estoy más lista que jinete en arrancadero.
Se tomaron de las manos, cerraron los ojos y corearon;
- “Fincuquis mágicos, por el poder que les ha dado Antares, deseamos que nos lleven a . . . ¡México Desconocido”.
El viento en su alrededor se arremolinó, de pronto se oscureció, se escucharon lejanos truenos y sin sentir los dos viajaban por entre las nubes. Ninguno se atrevió a abrir los ojos ya que sabían que de hacerlo, el encanto se rompería.
Se sintieron transportados por tierra con climas variados, escucharon el estrépito del caer de enormes y grandiosas cascadas. A sus oídos llegó el susurro del correr del viento a través del follaje de impenetrables selvas. Oyeron el eco reflejado por barrancas y cañones. Fueron salpicados por la espuma del romper del oleaje en rocosos acantilado. Chellín se percató que el viaje duraba más que en otras ocasiones.
- ¡Glup!
- ¿Qué te pasa?- Preguntó Pame.
- Es que, es que.
- ¿Es que. . . qué?
- Es que dijimos “México Desconocido” pero, no dijimos adónde.
- Cierto.
- Por eso llevamos tanto tiempo suspendidos. ¿Adónde vamos?
- Recuerdo los viñedos de Monsieur Paul Anko, bueno eso desde que se asoció con unos franceses porque antes era el señor Polanco que casi suena igual pero sí te fijas notaras que la diferencia proviene precisamente de . . .
- Cálmate, cálmate Pame ya párale que te conozco y terminaras por hablar, hablar y hablar sin decir nada.
- No exageres
- Te conozco desde que nací.
- Querrás decir que “Me” conoces desde que “Yo” nací.
- Bueno, bueno, es lo mismo ya sé que soy el mayor.
- Eso es cierto ya que julio es antes que enero.
- ¿? ¿Ya vas a empezar? Bueno ¿Y dónde encontramos a Monsieur Paul Anko?
- ¡Ah! Pues eso si que no me acuerdo.
- No juegues. No vamos a estar dando vueltas. Vueltas y vueltas.
- No, claro que no, espera que no dejas recordar.
- Pues apúrate que ya me está dando frío.
- ¿Frío? ¿Tu? Que raro, Tu que naciste en la “Congeladora del Mundo”.
- ¿Si, verdad? La del frío deberías ser tu.
- Pues si que tengo frío, pero me aguanto, no como otros.
- ¿De verás no sientes frío?
- ¿Frío? Yo Kriga-Bundolo.
- Ja, ja, ja. Te acordaste de Norsi-Bo, ¿No?
- ¡Aja! ¡Ah! Ya recuerdo, es en Tequisquiapan.
- ¡Uf!
No exactamente se trataba de Tequisquiapan pero fue una buena aproximación.
Aterrizaron en plena Plaza Principal en medio de un sinnúmero de puestos enlonados con toldos de diversos y vistosos colores. Los había en color rosa, azul cielo, naranja, verde tierno, blanco y hasta uno a rayas rojo y azul.
Claro que no podía faltar la presencia de los azul-grana del “Aclante” equipo de sus preferencias, buen gusto que heredaban desde luego genéticamente de parte del único miembro de la familia que en realidad conocía de fútbol.
Habían llegado a la Feria del Queso y Vino, famosa en el ámbito mundial por ser la representación del país ante cualquier evento que se tratase de representar dignamente la producción ya fuera quesera o vinícola.
Aprovecharon y probaron cuanta muestra de queso se les atravesó en su camino y degustaron deliciosos vinos de la misma región y uno que otro de allende las fronteras.
De los quesos que recordaban estaban los tipo; Chester, Brie, Camembert, Roquefort, Gruyére, Emmenthol, Burgos, Cabrales, Mahón, Manchego y Suizo de Bola.
Y por supuesto que propiamente era un trozo generoso de queso, una pizcacha de pan blanco o de centeno y una media copa de vino.
- Te propongo que para no perdernos, los vinos los degustemos en orden alfabético.
- ¡Sale!
- Pues empecemos por el Abocado y seguiremos con el Albillo, después el Amontillado y el Barbera, el Blanco y el Clarete y le daremos un susto al Cubierto.
- Mira, sigamos con los “De’s”
- ¿Los “De’s”?
- Si, De Agujas, De Borgoña, De Burdeos, De Cabezas, De Dos Orejas, De Garnache, De Jerez, De Lágrima y De Mesa y aquí le paramos para una escala técnica.
- Totalmente de acuerdo.
Después de casi media hora de caminar entre puestos de dulces, artesanías y juegos de azahar retornaron a su alfabética ruta.
- ¿En qué nos quedamos? ¡Ah! Si, sigue De Nipa, De Pasto, De Pechuga, De Postre, De Quema, De Solera, De Una Oreja, Dulce y . . .
- Otra escala técnica ¿No?
- Acertaste
Ahora se dirigieron a los juegos mecánicos, aunque sólo a verlos por fuera y de lejos ya que temían se fueran a marear.
Prosiguieron su combinada prueba con el Generoso, el Moscatel, el Pardillo, el Peleón, el Seco, el Tintillo, el Tinto y el Verde.
- ¿Uf! Creo que el pan está muy pesad.
- Yo creo que es el queso.
Tomaron asiento en una de las ya centenarias bancas de acero colado que rodeaban la explanada a cuya cabecera daba inicio en ese momento un típico y clásico Festival de Bailables Folclóricos.
Tocó su turno a cada una de las varias representaciones grupales de varios Estados.
Estos fueron presentados en completo desorden alfabético ya que su aparición fue resultado de una justo y mediático sorteo, siendo que el nombre del Estado representado fue escrito en un papelillo, doblado y colocado en la copa de una sombrero, una vez todos los nombres depositados una hermosa y simpática niña de escasos cinco años se dio a la tarea de revolverlos e ir sacando uno a no los papelillos.
Así se deleitaron con bailables de Yucatán, Nuevo León, Chiapas, Guerrero, San Luís Potosí, Michoacán, Jalisco y cerró Chihuahua. La muestra finalizó con todos los integrantes interpretando el famoso “Cielito Lindo”.
Desde luego que el tiempo que duró la presentación dio píe para que tanto Pame como Chellín, alternadamente incursionaran en breves viajes en compañía de Morfeo.
A escasos metros y encaramado sobre la rama más alta de un ciprés, cierto personaje vestido de azul y gorra con logo de Sony los vigilaba y los cuidaba de cuanto peligro potencial pudiera asecharlos y en esto incluía desde un minúsculo mosquito hasta los hábiles carteristas ambos plagas que no fallaban en su asistencia a toda clase de eventos multitudinarios.
Era Pócolo, eterno, vitalicio y celoso vigilante guardián tanto de Pame como de Chellín.
Era uno de esos momentos de suerte en el que considerando que estaban en el mismo lugar los tenía en una sola visual pero cuando se mantenían en diferentes sitios tenía que multiplicarse por dos y viajar de un lugar a otro sin importar la distancia, claro que el ser un duende abreviaba y en mucho el esfuerzo y el tiempo para casi instantáneamente estar con uno y con otro. Lo más lento que había realizado un traslado invirtió ¡Una cienmillonésima de Nanosegundo!, bastante rápido tomando en cuenta su edad ya que para el dos mil veinte cumpliría sus primeros dos mil quinientos años y siempre cuidando a jóvenes tipo Pame y Chellín.
Los despertó a ambos, el fresco matinal y cierto aroma.
- ¡Br!. ¿Cómo te caería un jarro con café de olla?
- ¡Guau! Antes se me hace muy tardado.
- Pues sigamos el olorcito
No bien pusieron píe y giraron sobre su talones vieron un anafre encendido con carbón de encino y encima una olla tapada con un plato también de barro que apenas si dejaba escapar un poco de vapor pero eso si, abundante aroma a café de grano fresco como la mañana. Había también una improvisada mesa, encima cuando menos una docena de bruñidos jarros pero no había persona alguna a quien solicitarle sendos jarros con café.
Era tal el frío que optaron por servirse con cuidado ya que en verdad la infusión estaba tan caliente que parecía que lo habían hervido y después calentado.
Los primeros sorbos motivaron incipiente ardor en lengua, paladar y garganta pero se deslizó deliciosamente por faringe hasta quedar depositado suavemente en su estomago.
- ¡Ah! Esto es vida
- ¿Licor de Dioses! Como decía Norsi-Bo.
- Ni más, ni menos.
El calor, el aroma y el sabor les hicieron recordar que tenían pendiente una visita a Coatepec. Por lo pronto y más espabilados empezaron a planear cómo trasladarse al viñedo del Señor Polanco.
- ¡Perdón! Monsieur Paul Ako
- Mejoras tu francés
- ¿Verdad?
- Qué te parece sí es que vamos al Sitio de Taxis y ahí contratamos un servicio por horas-
- O por todo el día
- Mejor.
- ¿Y sí mejor nos volvemos a meter a la revista?
- Creo que así no funciona
- ¿Por?
- Porque aún no sale ningún artículo en “México Desconocido” o al menos no en el ejemplar donde nos metimos para llegar hasta aquí.
- Mm, creo que tienes razón. Entonces te propongo que ya que no está muy retirado, nos vayamos caminando.
- Me parece magnifica idea al fin que no traes tus zapatillas con sus tacones del seis
- ¿Del seis?
- Si, seis pulgadas.
- Otra vez pensando en inglés. ¡Son del quince!
- Bueno del quince centímetros que para el caso es lo mismo.
- Pues fíjate que si pero no.
- No, pues ahora si que ya perdí
- ¿Perdiste? ¿Con qué?
- Pues con eso de “Si pero, no”.
Ya habían empezado a caminar y en un dos por tres estaban en las afuera de Tequisquiapan.
- ¿No crees que podríamos cortar camino sí es que atravesamos por esos cerrillos?
- Me parece una excelente idea. ¡Manos a la obra!
- Querrás decir; Píes sobre el camino
Chellín apretó sus labios y arqueó las cejas aceptando en realidad el intrascendente comentario de Pame ya que de no hacerlo o de tan solo ponerlo en un poco de duda, hubiera sido suficiente para que diera inicio una auténtica batalla verbórea de la que no se libraría ni con el ocaso de aquel tan espléndido día . mejor ergio la espalda y con paso casi marcial más que atlético, característico casi natural en Él, se dispuso a atravesar el pequeño campo que tenían enfrente en el cual crecía un incipiente pasto del que se encargaban de dar cuenta un abundante rebaño de ovejas, las que en su imaginación las vio convertida en suculenta barbacoa.
- ¿Sabes qué estoy imaginado?
- Pero por supuesto, como sí no fuéramos nietos de Norsi-Bo.
- ¡Acertase!
- ¡En barbacoa!
- Perfectamente bien contestado, se ha ganado usted un buen plato de consomé acompañado con dos tacos, unos de pancita y el otro de espinazo.
- Ja, ja, ja.
Una vez que hubieron sorteado al rebaño, del que por cierto no se percataron del aspecto de su pastor, mismo que casualmente estaba vestido con un overol azul y que se guarecía de los tempraneros rayos solares con una gorra con el logo de Sony, fue entonces que se adentraron en lo que estimaron sería un tupido bosque de abetos.
Pues no bien habían avanzado no menos de diez pasos cuando apareció ante su vista un magnifico paisaje en el que podían admirar un esplendido castillo y al fondo un río que sin ser caudaloso si era bastante ancho al grado de casi perder en el horizonte la orilla opuesta a no ser por el corretear de una bastante numerosa manada de (¿?) ¿Búfalos?
- ¿Búfalos?
- Si, son miles de ellos y parece que van en estampida.
- Pero en Tequisquiapan no hay Búfalos. Además que yo recuerde menos un río tan grande ya que lo más cercano a un río es San Juan del Río
Para esto ya habían dejado de caminar y se encontraban pedaleando sendas bicicletas y precisamente en ese momento atravesaban un largísimo puente.
- ¿Puente?
- Si, es el Puente Alto, aquel es el Wuabasha y más allá está el de la Robert St. y después el de Laffayete.
- No puede ser
- Si, estamos de regreso en St. Paul.
- ¡San Pablo!
En el sentido en que se desplazaban eran favorecidos por la inclinación, bastante fuerte por cierto, descendente del puente misma que en sentido contrario obligaba a que los camiones que osaban transitar se vieran obligados a recurrir a “Primera de montaña reforzados con Dual”.
Sus metálica jacas tomaron tal velocidad que a la mitad del claro total y ya sobre el río los neumáticos empezaron a despegarse de la cinta asfáltica e iniciaron un rápido y veloz vuelo que en instantes los transportó por entre las nubes haciéndolos sentir un entorno más que templado y casi frío.
- Mira las nubes.
- Son todo un espectáculo. Recuerdo que Norsi-Bo alguna vez me comentó que; “Las nubes son como se ven”-
- ¿Cómo se ven?
- Si, las que parecen copos de algodón, te tratan como eso.
- ¿Cómo algodón?
- Aja, pero cuídate de las que representarían el carácter profesional de Norsi-Bo, el ingeniero no el abuelo.
- Entiendo, debe de haber sido como aquellas
Datos del Cuento
  • Categoría: Infantiles
  • Media: 5.51
  • Votos: 88
  • Envios: 0
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