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Un café en París

El ocaso consumia la ciudad que empezaba a refrescarce con la brisa helada proveniente del este. Al llegar a su casa, Marco sonrío alegremente cuando su perro "Bruno" se le abalanzó encima apenas abrió la puerta principal y con la misma euforia escucho un fuerte ¡"feliz cumpleaños"! a varias voces entre las que reconocio la de su amada esposa Marta, algunos familiares y amigos. En la mano todos sostenian una copa con vino espumante y atrás de ellos se podía ver una gran torta selva negra con las iniciales M.P. escritas en crema batida, la selva negra era la favorita de Marco. Su esposa lo besó y le dijo al oído cuanto lo amaba, tanto ella como él eran de recursos limitados pero eran de buenas costumbres y con extensa educación, luego de la romántica escena, todos los demás lo abrazaron y felicitaron con alegria y se divirtieron contando historias sobre las travesuras en la infancia de Marco con sus hermanos. Pasada la medianoche, amigos y familiares se despidieron llevandose todos a casa un pedazo del delicioso pastel.

El sexo con su esposa esa noche fue el mejor en años, ella quedó rendida y se durmió luego de una ducha tibia que decidieron tomar. Marco salió de la habitacion hacia el balcón a fumar un cigarrillo de marca importada que esa noche le habían regalado, lo prendió y aspiró hondo, disfrutó su calidad. Del humo emergia una aroma a vainilla y tanto la caja, como cada cigarrillo, tenían inscrito en letras doradas el nombre de la marca, dandole un aspecto de realeza. Terminado su cigarrillo, Marco se quedó mirando fijamente hacia el techo de sus vecinos, allí se encontraba un grupo de gatos ronrroneando en pleno cortejo sexual, pensó que era algo muy casual de ver y afincó su curiosidad en los detalles, pero los gatos percataron al "intruso observándoles" y corrieron del lugar. Marco sintió una especie de pena confundida, no quiso profundizar el sentimiento y volvió a la recamara.

Su esposa descansaba sobre un costado, mientras las sabanas de satén hacian hincapié en la union de la cintura y la cadera. Ella era bella. Marco la comtempló y le besó en la frente, salió de la recamara y bajó las escaleras dirigiéndose a la habitación de estudio, donde todos los fines de semana leía algún libro, mientras escuchaba a los inmortales Vivaldi, Mozart y Beethoven. A un lado del estudio estaba su adorado piano con teclas de marfil, que le habia costado 3 años de trabajo para comprarlo y que cada vez que lo veía le brillaban los ojos, se sentó frente al él y comenzó a tocar suavemente piezas melancólicas, su vida cruzó por su mente en cientos de recuerdos y experimentó una pasión que jamás había sentido...sintió paz, fue su mejor interpretación en el piano, aunque solo estaba él ahí para escucharla.

La mañana siguiente su esposa despertó y notó la ausencia de su esposo en la cama, pronunció su nombre en voz alta varias veces sin respuesta, bajó y recorrió la casa buscándolo, finalmente en el estudio vio a su esposo tendido en el piso frente al piano, corrió hacia él para tomar su pulso...no tenía. Discó con los dedos temblorosos el numero telefónico de emergencias y en minutos el alarmante sonido de la sirena de una ambulancia en su acera, despertaba la curiosidad de los vecinos. El doctor dijo que murió de un infarto. Pocas horas despúes, el abogado de Marco estaba en la sala hablando con Marta, quien tenía los ojos hinchados de tanto llorar; traía una carpeta llena de papeles que ella debía firmar, le explicó que su esposo tenía un seguro de vida del cual ella desconocia y le entregó una carta con el nombre "Marta" escrito en su envoltura, ella la leyó y volvió a llorar, la carta tenia la caligrafia de Marco; decia a su esposa cuanto la amaba y que había tomado esta prevención en caso de morir primero que ella, le pedía que con la exuberante suma de dinero que recibiría, debería rendirle honor y cumplir los sueños que entre los dos siempre tuvieron, entre los cuales estaban: Pasear en góndola por Venecia, tomarse fotos con los canguros en Australia, conseguir un espléndido bronceado en alguna isla del Caribe, y por supuesto, beber un café en París
Datos del Cuento
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.45
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
Juan Andueza G.
invitado-Juan Andueza G. 21-06-2003 00:00:00

Al menos el hombre murió feliz y rápido. Ahora, hay que encontrar urgente a esa viuda.....

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