No podía entender que estaba pasando, el grito de su amada sonó como tañido de campanas en sus oídos, reaccionó y sin saber como se encontró de repente a unos cuantos metros de ella, quiso tocarla, preguntarle que había pasado, pero se limitó a dar un breve vistazo alrededor, quería asegurarse que no corrían ningún peligro en ese desolado estacionamiento en el sótano de un indefinido centro comercial, concentró entonces la mirada en su amada, que posada sobre sus rodillas sostenía un cuerpo entre sus brazos, al parecer estaba una persona en problemas, porque se le sentía respirar aunque con muchísima dificultad, pero ¿Qué hacia esa mujer que era su mas adorado motivo allí, en medio de esa soledad urbana? Trató de recordar la ultima vez que había hablado con ella, mientras se acercaba sigilosamente para no asustar más a aquella mujer que evidentemente sufría, sus pasos no se sentían, se podía decir que literalmente flotaba en el aire en dirección a ella, a medida que se acercaba era más evidente que aquella joven mujer, de cabellos de oro y esbelta figura de modelo, de piel anacarada y tenues senos de niña aún impúber, aquella diosa (según su parecer) lloraba, y el dolor era intenso. Quiso entonces ver de quien era el cuerpo que con tanta compulsión su amada estrechaba entre sus brazos, al acercarse pudo ver que gran cantidad de sangre corría copiosamente bajo el cuerpo que finalmente pudo definir era de un hombre, entonces recordó que esa misma noche habían ido al cine, pero ¿En que momento se habían separado? ¿Por qué su cabeza giraba en un torbellino de confusiones? Trató de tocar a su novia en el hombro y no pudo, una fría ráfaga de viento se interpuso entre los dos, ella sin soltar el cuerpo se abrigó lo más que pudo y miró brevemente a su alrededor, pero no lo vio. “No me vio, no me puede ver” se dijo, tenía que comprender la inexplicable situación que se estaba dando en ese momento. De repente, una luz como de un potente reflector cayó sobre la muchacha, mientras un fuerte olor a azahares impregnaba el lugar y desde el origen de la luz diminutas escarchas de plata y oro se dejaban caer en cascada, y fue cuando recordó, iba del brazo de su novia, iban a abordar su carro ultimo modelo que esa noche estrenaban, cuando de repente dos adolescentes armados de un viejo revólver le conminaron a entregar las llaves del vehículo, iba a dárselas cuando a causa del nerviosismo estas cayeron al suelo, después solo recuerda una luz violenta, un estallido horripilante, indescriptible, y él disparado a mil millas de ninguna parte, fue desde esa lejanía que oyó el grito de su amada, fue desde allí que instantáneamente regresó al fatídico lugar, la luz se concentró en torno a él girando a miles de revoluciones por minutos, arrastrandolo quien sabe a donde, dándole solo tiempo a una ultima mirada a aquel rostro, a aquel cuerpo moribundo, que durante años había visto cada mañana frente al espejo.
Es asombroso como puedes hablar de la transicion entre la vida y la muerte con esa facilidad. Ese instante de separación de lo insustancial y lo material. Seguiré tus cuentos, comenzando con los de misterio, claro.