Aunque a veces le tuve miedo y su mirada me inspiró un maligno temor, más que un muñeco o un juguete, Pancho fue un amigo, un compañero. Con él conversaba, jugaba y me reía. Ahora que lo pienso, que estúpido fui al hablarle aun muñeco de trapo si el nunca iba a responder, pero por otro lado, era el juego de la imaginación de un niño de tres o cinco años ( no lo recuerdo).
Este muchacho se incorporó a mi vida desde que vi mi primer rayo de luz y me acompañó por mucho tiempo, hasta que terminó muriendo trágicamente, decapitado y deshilachado. Todavía recuerdo cómo me miraba con esos grandes ojos y movía su enorme cabeza calva, que siempre me trajo un poco de incertidumbre. Cómo un chico de mi edad podía ser calvo, tal vez era la vejez de este mismo, que estaba inserto en la familia desde hace décadas junto con mis hermanos o quizás su uso indebido, son su hiperkinesia y su gran actividad física arrastrándose por mí y siguiéndome a todos lados.
Algo que nunca me gustó de Pancho es que él siempre que nos peleábamos me sacaba celos con su polola, la Panchita. Sí, la Panchita era la muñeca de mi hermana y, a veces, se iba durante días y hasta semanas con ella, dejándome solo. Pero no me importaba, porque yo me entretenía con mis autitos, que al igual que él, eran mis fieles compañeros, con la gran diferencia de que estos si que no hablaban, ni siquiera en mi imaginación, sino a la postre me habrían tildado de "niño problema" y eso hubiese derivado en psicólogos y otro tipo de doctores, imagínense, un niño que habla con los autitos de juguete. Siguiendo con Pancho, podría entrar en una descripción tanto física como psicológica de su persona. Era cabezón, pelado y con unos ojos muy grandes, además de sus horribles pecas naranjas en su cara. Tenía siempre la misma ropa: una polera a rayas con muchos colores y un short azul. A veces pensaba: cómo no se muere de frío este infeliz, más encima es un cochino, nunca se cambia de ropa. Pero por qué pensaba eso. Ahora que lo miro más adultamente, me doy cuenta de que a Pancho más que mirarlo como un muñeco, lo miraba como a una persona, como a un niño igual que yo, pero sin embargo, era sólo un juguete y por desgracia, él murió antes que yo.