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CARNAVAL EMBRUJADO

Una mujer delgada, esbelta, luciendo una peluca de pelos largos encrespados, con unas nalgas enormes, corre arqueando sus enormes caderas y bamboleando sus senos gigantescos. Es ROBA LA GALLINA, a quien sigue una caterva de niños que contestan a coro: PALO CON ELLA, produciéndose un ritmo contagioso que hace bailar a todos los espectadores: TI-TI, MANATI, TON-TON, MOLONDRON, AY ROBA LA GALLINA, PALO CON ELLA. Este personaje, junto con los latigazos, foetazos y vejigazos de los DIABLOS COJUELOS y LECHONES, con sus horribles mascaras; el llanto sempiterno de REBECA, y las ocurrencias de CALIFE, indican que el festival en honor a la Independencia de la República Dominicana ha comenzado, y que a pesar de los vaticinios siniestros del Dr. Muerte, será como todos los años, un rotundo éxito.
Es 27 de Febrero, los caminos, carreteras y avenidas a todo lo largo y ancho de la República están convertidos en un enjambre de camiones con enormes altavoces de cuyos interiores sale la voz acariciante y rítmica de Fernando Villalona vociferando: -Al entrar febrero, todo es alegría, baila en las calles de noche, baila en las calles de día…; carrozas multicolores repletas de la más hermosa mujeres, con simbologías que van desde una mata de plátano hasta un barco de guerra, siguiéndole Un río de danzarines semidesnudos: LOS INDIOS, así como aquellos que se pintarrajean de negro: LOS AFRICANOS, y los infaltables, MARIMANTAS, PLATANUSES, ALIBABAES y PIRULIES. Sin dejar de bailar ni un segundo, Los COJUELOS golpean, REBECA sigue llorando, pidiendo dinero para su nenita; a los bolsillos de los hijos de ROBA LA GALLINA ya no le caben mas regalos; LOS TRAVESTIS se contornean con sus senos postizos, endulzando el ambiente con sus perfumes escandalosos; Nadie conoce de los augurios del Dr. Muerte, por eso, como todos los años, esta marea humana se dirige al punto concluyente: la discoteca mas grande del mundo: El malecón de la capital dominicana.
La alegría y el entusiasmo son contagiosos, las chicas ricas de Arroyo Hondo bailan con los chicos indigentes de Gualey, los gevitos de Piantini cantan a coro con las jovencitas humildes del Capotillo; pobres, ricos, negros, blancos, mestizos, gordos, flacos, todos son unos, Un hervidero humano, Un solo ritmo, un solo sudor, todos, excepto el Dr. Muerte, ven los aviones lanzando confetis y serpentinas policromas a la multitud eufórica, al redoblar de los tambores, anunciando la entrada triunfal de los reyes del Carnaval, el Legendario Jhonny Ventura y Miss Universo, Amelia Vega, quienes hacen su entrada triunfal en la primera carroza, junto a la invitada especial, La Princesa Canaria Carmen Expósito Pérez. Los tambores enloquecen, los altoparlantes gigantescos parecen explotar. Los sentimientos del pueblo están cargados de una Alegría delirante, de un entusiasmo tan frenético, que no se dan por enterado de que la marea del Mar Caribe ha subido y las olas que retumban en los acantilados del malecón son cada vez más alta, llegando a empapar a los observadores que disfrutan el espectáculo desde las rocas de los acantilados.
Mientras las multicolores carrozas de todas las regiones desfilan bajo el embrujo de la música de Villalona, una inquietud sutil empieza a elaborarse en la conciencia colectiva de la multitud: No se tenían noticias de que alguien hubiera quemado las nalgas del PAPELON, nadie había visto a los MONOS DE SIMONICOS, ni a NICOLAS DEN DEN, ni a los MAMBISES, ni a los MOMISES, y peor aun, -¿Dónde estaba la MUERTE EN JEEP?. Esa inquietud se esfumo con un ¡waaoo! extendido, cuando las indias más hermosa de la tierra, las chicas Brahoneras, desfilaron mostrando la magnifica esplendidez de sus torsos desnudos, mientras, sigilosamente, la marea elevaba lentamente el nivel del mar circundante.

La estruendosa música que sale de los gigantescos altoparlantes, seduciendo rítmicamente los oídos y las piernas de los espectadores redujo el volumen, para permitir la entrada de los invitados haitianos, los danzarines y los tambores del GA-GA. Se hizo un silencio impresionante para escuchar detenidamente esta música misteriosa, extraña a la cultura dominicana. Entre cánticos extraños y danzas armónicas, algunos desnudos, otros semidesnudos y la mayoría con trajes horribles, hacen su entrada los bailarines GA-GA. Los tamboreros sacan fuego de sus instrumentos, el ritmo foráneo se torna cada vez más atropellante, los bailarines saltan, se lanzan al pavimento, gritan, aúllan, lloran. El tamboreo es un éxtasis de locura que penetra la sangre de los espectadores, quienes al igual que los bailarines empiezan a cabriolear como enajenados.
El sonido bestial de un rayo que al caer en la misma caseta de transmisión, transfiere su terrible retumbo a todos los altavoces a lo largo y ancho de los ocho kilómetros de muchedumbre, es la campanada. La exaltación colectiva producida por el tabaleo en la danza de aquellos demonios haitianos había llegado hasta el clímax. Una gran parte de la gigantesca multitud cae en trance al ser poseídas por los espíritus del Bosque, El Rey del Carnaval, Jhonny Ventura empieza a cantar y a repetir sin parar YO SOY EL UNICO NEGRO QUE BOTA MIEL POR LOS POROS,.. YO SOY EL UNICO…. y la reina, la hermosa Miss Universo, empieza a contornear sensualmente su bella anatomía, abriendo las piernas para sincronizar un movimiento circular de sus nalgas y su pubis como si estuviera haciendo el amor parada, pronunciando palabras de una obscenidad impublicable en este tipo de relato.
El redoble de los tambores haitianos es cada vez mas delirante; algunos observadores de ambos sexos empiezan a contornearse sensualmente en el suelo, excitando el morbo de los que aún no han sido poseídos, algunas mujeres se desnudan mientras empiezan a bailar febrilmente al igual que la Reina Amelia. Los hombres por igual comienzan a desnudarse lentamente, pieza por pieza, como si fueran Strippers. El locutor, se da cuenta de la maligna situación y toma el micrófono para advertir a los concurrentes que aun no han caído en trance. Se queda atragantado pronunciando las palabras: “DACA… DACA… DACA… DACA…”.
El nivel del mar esta bordeando el límite, un pequeño chorro de agua salada corre ya por el enlosado de la acera, los posesos no se dan por enterado. LOS COJUELOS Y LECHONES golpean esta vez para matar. Los niños de ROBA LA GALLINA ríen a carcajadas de las nuevas y auténticas nalgas y senos de ROBALA, quien también se ha desnudado. REBECA abraza y besa a su hijito en actitud non sancta y CALIFE se arrodilla a llorar y rezar. La Multitud hechizada se desnuda, se prepara, al parecer, para una gran orgía. Los tambores de los Ga-gas aceleran el ritmo, como también la cadencia de sus bailes exóticos y misteriosos.


La invitada especial, Carmen, la princesa Canaria, quizás por su condición de extranjera no creyente y desconocedora de estos misterios, parece ser la única persona que no ha sido tocada por los seres. Estaba boquiabierta, aturdida y un poco incómoda por el circulo vicioso del canto del Rey Jhonny Ventura aunque seducida, si, por el baile sensual, casi pornográfico de la Reina Amelia. Recordó a su amigo, el Dr. Francisco Rosario, el Dr. Muerte, la única persona conocida en Santo Domingo y le llamó al móvil.
Alo? Contestó preocupado el Dr. Muerte, y empezó a hablar sin pararse: -Se los advertí, Carmen, les recordé que este festival recrea la cuaresma de la Iglesia cristiana dominicana, que aún no se ha dado plenamente el sincretismo con los LOASES, PETROSES, GUEDESES Y METRESAS HAITIANOS, por tal razón, la inclusión de los Ga-gas podría despertar a los Gurguses, Vantuanes y demás Bercebuses novatos de los arroyos, quienes tienen, sin estrenar, toda la potencia destructora del universo. Les dije también que la reina Amelia seria el principal objetivo de CULIBIANÁ-MOLÁ…….
-Si, mi querido, le cortó la princesa, pero yo le que quiero es salir de aquí?
-Vivirás, pero no saldrás, Carmen, y todavía falta lo peor… falta la sangre, contestó el Dr. Muerte con signos visibles de preocupación por su amiga.
Al pronunciar esta última palabra, la princesa Carmen, como el Dr. Muerte, quien se encontraba en el techo de un edificio cercano, alcanzaron a ver espantados un tsunami de proporciones kilométricas que se acercaba a la costa con un ruido ensordecedor que ahogaba los altoparlantes. La muchedumbre extraña a este fatal evento, exaltada y como victimas del hechizo colectivo seguía fascinada en el ritmo musical, bailando a los compases tropicales: “Baila en las calles de noche… baila en las calles de día….”.
Joan Castillo
20-08-2004.
Datos del Cuento
  • Categoría: Tradicionales
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