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EXPRESO LEANDRA

Hacia allí se dirigían los viajantes; hacia el lugar que todos sabían pero ninguno podía precisar donde estaba.
Tras un nombre y su paradero, con un poco dinero ahorrado para algún presente.
Ella los estaría esperando, sin lugar a dudas así seria. Sin saber demasiado, pero si el motivo por el que arribarían, de un momento a otro, y en bandada, ocho camiones a destino.
Habían salido tras sus señas, en su búsqueda, un día de hacia pocas semanas. El exceso de transito, el cansancio y el descanso obligado habían estirado el viaje y prolongado la agonía.
Una vez en camino ya no volvió a hablarse de ella, y mucho menos de esta curiosa travesía sin mas plan que el de el llegar cuanto antes y a como fuera posible. Ni siquiera se la menciono, por los celos a que en otra de las bocas se hiciera el nombre que solamente debía ser pronunciado por y para uno mismo.
Ella, por su parte, los estaría observando, siguiendo con la vista cada uno de sus movimientos. Desde lo mas alto de su reino escondido ,sonreiría ante el entusiasmo de alterar con su mano, cuantas veces se le antojara, el recorrido de los galopantes apresurados a su encuentro.
Como una gran virgen de las carreteras y el amor, los estaría protegiendo de ella y todos sus peligros. Entretanto seguiría llevándolos de un lugar a otro con cualquier pretexto, solo por la alegría de volver a traerlos una vez mas; dejándolos al borde de su dedo siempre, tan cerca siempre, y sin embargo... tan lejos todavía.
Y como todo sueño en transito, los primeros días valieron para acrecentar la ilusión y agregar a su fotografía en la imaginación el toque preciso de color y el encanto de los gestos en movimiento.
El tiempo que siguió fue nada mas que la incertidumbre; Averiguar los resultados de esa semilla que un día depositaron al confiar en que esta vida puede ser también un lugar mucho mas dulce, un bazar de curiosidades para colorear y una puerta abierta en todo sentido, y todo eso con el simple hecho de pulsar ese botón de encender el artefacto de fabricar productos de la invisibilidad mas sencilla.
Si hasta hoy habían hecho tantos viajes que los llevaba a todas partes sin dejarlos en ningún sitio, en definitiva este los conducía sin saber hacia donde pero con la ciega esperanza de que llegarían para quedarse algún día.
Trabajar durante tanto para quien no habían visto nunca y, de repente y a mitad de camino, sintieron el deseo primero y luego la necesidad de conocer. Saber lo que verdaderamente significaba su nombre, sobre las carpas de sus acoplados.
Desde entonces fueron preguntando de un pueblo en otro por las letras que debía ser con cabello acariciándole los labios sonriendo desde sus gigantes ojos negros al final de un corredor de juegos. Talvez el mismo corredor donde hoy un hombre se debate ante un nuevo movimiento para continuar.
El nombre que, llegado el momento, sabría encontrar la manera de explicarles en partes el todo, sin dejar de sonreír.
Leandra, que brillaba cuando el sol sobre la carpas de sus acoplados, y con la lluvia lavaba su imagen, para ser siempre de punta en blanco ante quienes tanto la supieron imaginar.
Leandra, que siempre encontraría los pretextos necesarios para echarlos a rodar, y que junto a la velocidad de las entregas fueran encontrando la dignidad de ganarse el pan de todos los días, de la única manera que habían aprendido.



Leandra tan siempre oculta, tan siempre...invisible.



En el camino, que se sospecho largo pero no tan extendido, ocurrieron todas esas cosas que suceden en los viajes cuando son formas de búsqueda. Recalentamiento de motores, pinchaduras incomprensibles, y las despedidas al amigo que se iba por la ruta sin mas retorno que mediante el recuerdo
Sin lagrimas, así, sin un vicio de nostalgias, lo despidieron con unas pocas palabras en su memoria
Vuelta al camino y a contar, mas pinchaduras y mas despedidas, hasta ser solo cinco los galopantes sorpresivos.
Vuelta a apresurar la distancia y el acelerador, hasta llegar a una puerta que nadie les abriría, solo para que no se dieran (ni cedieran) en la cara con una verdad sin verdad, y no haya sido en vano tanta urgencia buscando a Leandra, seguramente dueña de la empresa para la que trabajaban como choferes de larga distancia.
Que no fuera solamente su nombre sobre las carpas de sus acoplados, sin cabello acariciándole los labios , ni su deliciosa voz reconociéndolos.
Que siguiera siendo mientras la siguieran buscando, si acaso jamás existiera una tal Leandra.
Datos del Cuento
  • Autor: Grupo C
  • Código: 1757
  • Fecha: 20-03-2003
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.45
  • Votos: 44
  • Envios: 1
  • Lecturas: 3431
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