En el silencio de la noche con la luna como única compañía, te busco.
Anduve por los montes, cruzé las llanuras, recorrí los desiertos, surqué los mares, pero nunca mire dentro de mí, ahí donde te guardo como mi mayor tesoro, ahí donde está tu santuario.
En mi pecho te ví crecer, con mis manos te acaricie para que durmieras, mi vida te hubiese dado, mi pequeño angel, pero tu presencia me fue arrebatada.
Tu, pequeña flor, te fuistes marchitando y mi amor de madre, fue creciendo con tu partida, me fué ahogando.
Cada día que pasa sin tí, sufro tu ausencia,lloro tu pérdida. Siento que mi vida es mi cárcel, que mi risa es mi carcelero, que nada ni nadie puede hacer que te olvide, que no hay amor más lindo que del que me privaron. Que Dios sabe que te quiero, que tu foto acompaña a mis lagrimas en las noches de invierno.
Que tengo poco que recordar, pero que tu amor inunda mi ser.
Que miro al cielo, y rezo.Quiero que estés ahí en ese gran firmamento, quiero ver tu carita linda en las estrellas, quiero que me acompañes en mis noches, quiero quererte.
Tener un hijo es la bendición más grande que Dios te puede dar, por eso, quierelo mucho y cuídalo, no quieras hacer tuyas estas palabras.
Querida Pilar: Leo a diario tus cuentos (si lo son). No había leido éste. Yo también perdí un hijo hace ya tres años. Me sorprendo llorando todavía cuando paro en algún semáforo o cuando estoy almorzando o cuand estoy en la ducha... en fín siempre lo recuerdo y nunca me conformo ni me resigno a no tenerlo. También veo al cielo como tú y pienso que el me vé. Tal vez sí... bueno Dios sabrá. Te felicito por tu cuento. Ayer eran 10 hoy ya veo 11... Sigue escribiendo Pilar que yo seguiré leyendote.