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Los Chicos contra Cabeza de Piña cap. 8

"Los chicos contra cabeza de piña cap. 8

Ya habían pasado muchas cosas con el Equipo Hamitlon en Buenos Aires y en la Patagonia, pero ahora sólo quedaban un enfrentamiento más por llevarse a cabo, entre dos bandos: El Equipo Hamilton y Cabeza de Piña.
En ese momento, los chicos se despertaron, todos estaban algo desorientados y confundidos, luego se levantaron y vieron el lugar en donde estaba parecía una base, una base lo suficientemente grande como para poner lo que sea. Los chicos se despertaron y vieron el lugar.
-¿Qué es este lugar? -preguntó Anette- ¿Dónde estamos?
-Se encuentran en mi guarida secreta -dijo una voz que los chicos pudieron reconocer a tiempo, se trataba de la de Cabeza de Piña.
El científico fue apareciendo ante los chicos, junto con Marcelo y Jean-Yvón Beauchamp.
-Me alegra volverlos a ver -comentó Cabeza de Piña.
-¡Profesor Rubinstein!
-¡Vayan! -ordenó Cabeza de Piña.
Tanto Marcelo como Yvón-Beauchamp desataron a los chicos, los cuales fueron con Cabeza de Piña a un corredor que tenía una puerta, la cual se abrió inmediatamente; los chicos se impresionaron por lo que vieron, habían páneles de televisión, computadoras, científicos, técnicos, mucha maquinaria y otras cosas que captaron la atención de Rebecca. Cabeza de Piña y sus dos secuaces fueron a ver los paneles.
-¿Qué significa esto profesor Rubinstein? -preguntó Anette.
-Esto es -respondió Cabeza de Piña- la base central en la que vemos las actividades del Helios; aquí vemos todo lo que el Helios desarrolla a su alrededor, y también los movimientos que están por llevar a cabo; tenemos todo previsto y también trabajamos en las reparaciones del satélite desde acá.
-En pocas palabras -dijo Jessie-, éste es la base de funcionamiento del satélite.
-Así es -dijo Cabeza de Piña-, aquí vemos todo lo que debemos ver. Como muchos de ustedes ya saben, el Helios sigue al Sol y capta la energía que éste emite desde el espacio, luego, através de una antenta ubicada en la cola del Helios, se trasnmite la energía hasta este lugar, donde se guardan las reservas solares que tenemos, y también esa energía es enviada a la enorme antena que ustedes lograron ver afuera; esta antena es la que convierte la energía en componentes eléctricos y estos nos provee de electricidad, sin necesidad de depender de generadores eléctricos por semanas, lo único que puiede evitar que recibe energía es un globo meteorológico o algo lo suficientemente grande como para bloequear las ondas; y todo es posible gracias a...
Pero todos los chicos, con excepción de Peter y Anette se encontraban dormidos. Cabeza de Piña se enojó por eso y gritó:
-¡Despierten!
Lo que provocó que todos se levantaran.
-¿Y qué es lo que pretende hacer ahora profesor Rubinstein? -preguntó Jessie.
-Por favor... Llámenme Cabeza de Piña.
-¡Está bien! -exclamó Jessie- ¡Cabeza de Pica! ¿Por qué hace esto? ¿Acaso es porque la comunidad científica se burlaron de usted y ahora desea vengarse?
-Típica razón de porque el científico loco -murmuró Mackey.
-Eso puede tener sentido, pero no es así... ¡Todo esto lo hago por dinero! El dinero es lo más importante de la vida, y yo siempre he conseguido mucho dinero con mis investigaciones e inventos, lo que cuenta en la sociedad es recibir dinero y ser rico. Y con este satélite, podré ser llamado el científico más rico del mundo.
-¡No puedo creerlo! -exclamó Anette con la cara abajo- ¡Eso es algo que un científico no debe hacer! ¡Los científicos son gente que se encarga de buscar cosas nuevas, y tienen muchos campos: la tierra, el cielo, los animales, los seres vivos, el espacio y los átomos; los científicos deben ir a esos campos e investigar cosas nuevas, descubrir, y compartir eso con la sociedad...
Entonces levantó con gran velocidad la cabeza.
-...No buscar dinero para su propio beneficio con esos descubrimientos. ¡Cabeza de Piña, ya no profesor Rubinstein, usted me enferma porque es todo lo contrario a un científico: un loco; y yo siento que soy mejor porque siempre comparto mis conocimientos con mis amigos y con mis seres queridos! ¡Tú Cabeza de Piña, no eres un científico, sólo eres un demente!
Todos escucharon las palabras de Anette, pero Cabeza de Piña no se dejó conmover por ellas.
-Hermosas palabras -dijo el villano-, pero temno que no te servirán de nada.
-¡Como sea! -exclamó Anette-. ¿Y dónde està mi padre?
-El profesor Hopkins se encuentra en las prisiones, irán ustedes también para compartir su suerte; pero temo que no volverán a ver la luz del sol jamás. ¡Jamás! ¡Marcelo, Jean-Yvón, llévense a estos chicos y a la renegada doctora Devlin a las prisiones! ¡Ya lidiarè con ellos!
Los dos obedecieron y se los llevaron a todos hacía las prisiones.
Después de un momento, llegaron a las prisiones y los encerraron a todos.
-Monsieur et mademoiselle -dijo Beauchamp.
Luego los dos se fueron y dejaron la prisión sola.
-¿Anette? -preguntó una persona, luego ésta se dejó ver y era el profesor Hopkins.
-¡Papá! -Anette corrió hacie su padre y le dio un fuerte abrazo- ¡Estaba tan preocupada por ti! ¡Que bueno que estás aquí!
-A mí también me alegra verte Anette -comentó Hopkins- ¿Pero cómo fue que me encontraron?
Anette guardó silencio a las palabras de su padre, pero luego respondió:
-Bueno... Es una larga historia, pero no te preocupes, porque ya pensaremos cómo salir de aquí.
-Eso espero Anette -dijo Devlin con pesimismo-, o si no, Cabeza de Piña se saldrá con la suya.
Entonces los chicos pensaron en un plan para escapar.
Por su parte, Cabeza de Piña y sus dos colaboradores atendieron la subasta, a la cual asistieron seis hombre, un anciano mayor y tres mujeres. Cabeza de Piña era su anfitrión.
-Damas, Caballeros -dijo-, bienvenidos a la subasta del satélite Helios, aquí veremos que este artículo será vendido a la persona que más pueda ofrecer. ¡Bueno, ya que estamos aquí, comencemos! ¡La oferta comienza en 10 millones!
Entonces todos los invitados comenzaron a ofrecer sus precios.
-11 millones.
-14 millones.
-15 millones.
-18 millones.
-23 millones.
-24 millones.
-30 millones.
-Yo doy 45 millones.
-Yo 50 millones.
-Y yo 60.
Todos se sorprendieron por esa suma, pero luego, una de las mujeres dijo:
-¡Yo doy 75!
Entonces los invitados mostraron algo de insguridad.
-Vamos señores -dijo Cabeza de Piña-. ¿Dónde están esos ánimos? Este artículo les permitirá cumplir todos sus caprichos. ¡75 a la una! ¡75 a las dos!...
De repente sonó una llamada telefónica, la cual fue contestada por Cabeza de Piña.
-Alo.
-Yo te doy 1 billón -dijo una voz misteriosa, pero Cabeza de Piña la reconoció y vio que se trataba del señor Número Uno- ¿Qué te parece?
De repente, Cabeza de Piña se emocionó por esa suma, se dirigió a los invitados y dijo:
-Damas y caballeros, el señor Fred me ha ofrecido 1 billón para mí. ¿Quién da más?
Al oír esa gran suma, los invitados se sintieron perdidos y nos tuvieron más ofertas, por lo que Cabeza de Piña continuó.
-¡1 billón a la una! ¡1 billón a las dos! ¡Vendido al señor Fred! ¡Por un billón!
Cabeza de Piña se sintió muy emocionado, volvió al teléfono y dijo:
-Señor Fred, le confieso que me siento muy emocionado.
-¡Créeme! -exclamó el otro -¡El sentimiento es mutuo!
Entonces el científico tuvo su billón asegurado.
Mientras tanto, los chicos se estaban ingeniando una manera para evitar que Cabeza de Piña se salga con la suya; Anette estaba mirando por la ventana y los demás sacando sus mejores ideas:
-Debemos hacer algo para salir de aquí -comentó Mackey.
-Sin mencionar -agregó Rebecca- que también debemos crear una forma para destruir esa antena y evitar que siga transmitiendo energía.
-¿Pero cómo lo haremos? -preguntó Michael- Es demasiado grande esa antena.
-Sí -afirmó Jessie-, tanto como para que algo pueda taparlo.
-Es cierto -agregó Peter-, la único forma en la cual nosotros podemos detener todo esto es tapando la antena.
En ese momento, Anette reaccionó de forma inpesperada, lo que dijo Peter para ella tuvo sentido: "Tapando la antena", pero también recordó lo que dijko Cabeza de Piña: "Lo único que puede intervenir con la antena es un globo meteorológico... O algo lo suficientemente grande como para tapar la antena.
-¡Eso es! -exclamó Anette- ¡Peter, eres un genio!
-Eso es difícil de creer Anette -comentó Mackey.
-Hablo en serio Mackey. Lo que está sugiriendo Peter es algo que podemos intentar: Tapar la antena para que la energía tenga una transmisión distinta. Recuerdan lo que pasa con los lentes: Manda la luz del sol de una forma distinta y los rayos del Sol quema todo loo que está a su paso.
-¡Anette tiene razón! -comentó la doctora Devlin- Si hacemos lo que dice Anette, estoy segura de que la antena no podrá la energía de forma normal.
-Tiene sentido -afirmó el profesor Hopkins-, sólo que hay un problema: Tenemos que salir de aquí, y esa cerradura se ve muy fuerte.
-No te preocupes papá -comentó Anette sonriendo-, para eso ya tengo un plan, pero también nos toca hacer algo con las máquinas, para lo que también tengo un plan.
Anette se acercó a la cerradura, sacó su megabolígrafo y lo puso en la cerradura, por lo que activó el botón rojo, recordando lo que dijo Poncho; después de eso, el metal se comenzó a calentar.
-Después de que el metal se caliente -comentó Anette-, debemos hacer que la cerradura se enfrie, y después golpearla para que se rompa. Jessie, necesitaré de tu ayuda para eso.
-No esperaba oír eso -dijo Jessie emocionada-, pero cuando quieras amiga Anette.
Después de unos minutos, la cerradura se calentó, después Anette activó el botón azul, por lo que la cerradura se enfrió bastante; pasaron unos minutos hasta que la cerradura ya estaba bastante fría; luego Jessie sacó su Troinchaku y modificó el palo que daba golpes sonoros, metiendo la máxima potencia.
Anette retiró el bolígrafo y dejó el camino libre para Jessie, quien le dio un fuerte golpe al cerrojo, y logró abrir la puerta.
Entonces el Equipo Hamilton salió corriendo, con la doctora Devlin y el profesor Hopkins detrás de ellos, luego Mackey, Jessie y Rebecca golpearon a los guardias y los dejaron inconscientes.
-¡Vamos! -exclamó Anette.
Entonces los chicos se dirigieron a las instalaciones del lugar, pero de repente Rebecca vió un computador y fue allá, Rebecca entró en los sistemas del computador y también sacó su programa "Térmita", lo conectó al computador de la base y accesó a los sistemas.
Por su parte, sus amigos vieron a Rebecca.
-¡Rebecca! -exclamó Anette- Tenemos que ir a buscar a Cabeza de Piña.
-Ya los alcanzaré Anette -dijo Rebecca-, se me ha ocurrido que tal vez pueda alterar la programación de las bases de datos de los computadores, lanzar un virus para infectar los sistemas y provocar un daño realmente devastador. Ustede vayan y saboteen lo demás.
-De acuerdo amiga -dijo Anette.
-Yo te acompaño Rebecca -agregó Mackey.
-Gracias primo Mackey.
-¡Vamos amigos! -exclamó Peter y todos fueron a dañar las máquinas.
Mientras tanto, Mackey y Rebecca se quedaron para infetcar los computadores, entonces Rebecca sacó su computadora portatil para que éste sirviera como un modem y mandar el virus con mayor facilidad.
-¿Crees que te demoras Rebecca? -preguntó Mackey
-Hagamos esto Mackey -dijo Rebecca emocionada-, si me demoro más de diez minutos, te invitaré a una pizza.
-¡Acepto! -exclamó Mackey aceptando el reto.
Mientras tanto, Rebecca entró a su programa "Rebecis" y le preguntaron algunas cosas desde unas ventanas de web, a todas las dijo "sí" y luego el computador preguntó:
-¿Cuál es el nombre del virus?
Rebecca tecleó: l-a-d-y-r-e-b-e-c-c-a-m-a-c-b-e-t-h (Lady Rebecca Macbeth) y entonces el virus comenzó a descargarse, pero esto iba a tomar tiempo.
Mientras tanto, El Equipo Hamilton llegó a una especie de base que tenía todo tipo de generadores eléctricos; en esta sala, Anette comenzó a buscar el generador principal, lo encontró y colocó la "Sanguijuela de voltaje" con lo que podría provocar un daño irreparable a los sistemas.
Entonces Jessie se acercó y preguntó:
-Anette. ¿Es esa la "Sanguijuela de voltaje"?
-Sí Jessie -respondió Anette, quien progrmaó la máquina-, voy a activar la máquina para que le quite potencias a los generadores eléctricos y las máquinas se quemen, de esa manera, la base no recibirá más energía del Sol.
-Entiendo -concluyó Jessie.
-¿Y qué quieres que hagamos con nosotros Anette? -preguntó Peter.
La joven Anette vió a sus alrededores, y de repente un helicóptero y varios tanques de nitrógeno líquido, por lo que tuvo otra idea.
-¡Ya se! -exclamó- Peter, Jessie, ustedes vayan con mi papá, monten en el helicóptero e intenten trasnportar esos tanques de nitrógeno, con ellos podremos evitar que la antena trasmita bien la energía y pierda poder la base.
-Lo que tú digas Anette -comentó Peter-. Vamos Jessie.
-Papá. ¿Crees que puedas manejar el helicóptero?
-Claro que sí hija -dijo Hopkins sonriendo-, recuerda que soy tu padre.
Anette lanzó una ligera risa cuando escuchó eso de su papá. Luego los tres se dirigieron al helicóptero.
-Yo me quedaré contigo -dijo la doctora Devlin.
-Gracias doctora -concluyó Anette animada.
Mientras tanto, el profesor Hopkins y los hermanos Hamilton llegaron al helicóptero y subieron, pero los dos hermanos tomaron todos los tanques de nitrógeno líquido y abordaron la máquina. El helicóptero se elevó y Hopkins lo levó hacia la antena, una vez que llegaron allá, los hermanos Hamilton acercaron los tanques de nitrógeno.
-¿Listos chicos? -preguntó el profesor Hopkins.
-Listos profesor -respondió Jessie-. ¡Vamos hermano!
-Lo que tú digas hermana! -concluyó Peter sonriendo.
Entonces los dos lanzaron los tanques de nitrógeno, los cuales explotaron tan pronto tocaron la antena; apenás el humo se disipó, la antena estaba congelada y su camino estaba obstruído. Peter y Jessie se dieron "esos cincos" y se retiraron.
Mientras tanto, de vuelta en la sala de control del Helios, Cabeza de Piña, Yvón Beauchamp y Marcelo fueron y se encontraron con los técnicos.
-¡Esto es maravilloso! -exclamó Cabeza de Piña-. No sólo he logrado vender el satélite Helios... ¡Sino que también tengo un billón para mis demás operaciones!
-¡Oui, oui monsieur! -exclamó Beauchamp- Pero... ¿No crees que deberíamos hacernos cargo de esos niños Hamilton?
-No hay prisa -comentó Cabeza de Piña confiado, ya después veré que hacer con ellos.
De repente... ¡Comnezó a sonar la alarma de toda la estación!
-Un malheur ne vient jamais seul -exclamó Cabeza de Piña.
-¿Qué está pasando? -preguntó Cabeza de Piña.
-Señor -respondió uno de los técnicos-, algo está obstruyendo al satélite Helios.
-¡Imposible! Pongan la cámara.
Los técnicos activaron la cámara que estaba vigilando, la activaron y vieron la antena, cuya punta estaba congelada.
-¿Qué es esto? -preguntó Cabeza de Piña- ¡La antena está tapada por una sustancia desconocida!
-Debiste deshacerte -dijo Beauchamp- del Equipo Hamilton antes Cabeza de Piña.
-¡Silencio Beauchamp, eso ya lo sé!
Mientras tanto, la descarga del programa "Termita de Rebecis" se había completado (pasados los diez minutos) y comenzó a infectar los computadores, mientras que la "Sanguijuela" había extraído toda la potencia de los generadores. ¡Ésta es la parte donde comeinza la diversión!
En ese momento, los computadores comenzaron a fallar, las luces se dbilitaron y las máquinas no pudieron funcionar bien.
-¡¿Ahora qué?! -preguntó Cabeza de Piña molesto.
-Señor -dijo otro técnico-, los computadores están fallando, la electricidad está pasando.
-¿Cómo es posible? ¡Si tenemos una gran reserva eléctrica solar!
-Los generadores se han quemado, la energía almacenada se está perdiendo, y las luces están decayendo.
Cabeza de Piña puso una cara de furia.
-¡Todo es culpa de esos chicos! -exclamó- ¡Marcelo, Beauchamp, búsquenlos y mátenlos, pero yo me haré cargo del profesor Hopkins!
-Oui Monsieur -concluyó Beauchamp.
Luego los tres fueron a buscar a todo los aventureros.
Por su parte, el profesor Hopkins, Peter y Jessie se reunieron con Anette y la doctora Devlin, quienes estaban felices, viendo cómo se quemaban cada uno de los generadores eléctricos. Después de eso, llegaron los primos Johnson.
-¡Lo logramos! -exclamó Rebecca contenta- ¡El virus fue creado y esá infectando todas las computadoras!
-Pero lo más importante -agregó Mackey- es que yo gané una pizza de Rebecca.
Todos festejaron, pero en ese momento, llegaron Cabeza de Piña con los dos colaboradores; Beauchamp bajó para enfrentar a los chicos, mientras que Cabeza de Piña y Marcelo fueron para captuar de nuevo a Hopkins.
Beauchamp llegó con los chicos, estaba armado con un revolver y lo tenía guardado.
-Ustedes jovencitos -comentó el frnacés-, ya han provocado varios problemas, ahora temo mucho que tendré que sacar mi pistola para eliminarlos. Espero que les vaya muy mal a todos.
Beauchamp levantó el revolver, pero Mackey sacó su "mini-ballesta" y disparó una flecha de pintura, la cual se desvió de Beauchamp, quien celebró.
-Lo siento niñito tonto. Fallaste.
-¡Ahh! ¡Eso es lo que tú crees!
En ese momento, la flecha se dio la vuelta sin que Beauchamp lo notara, luego chocó con un cara y liberó una pintura negra que lo dejó ciego.
-¡Sacre Bleu! -exclamó- ¡Estoy ciego!
Tan pronto Beauchamp se encontró ciego, los chicos se lanzaron en su contra y ler dieron una fuerte paliza: Michael sacó su mini-disc y comenzó a escuchar música, luego se disparó un disco que chocó con el suelo y liberó aceite, por lo que Beauchamp se resbaló y cayó al piso. Entonces Jessie se dirigió a él tan pronto Beauchamp se levantó, le aplicó un montón de golpes y patadas de jujitsu que atontaron a Beauchamp, una vez así, Mackey fue hacía Beauchamp y le hizo una zancadilla, por lo que cayó y se golpeó la cara; finalmente... ¡Peter sorrió hacía él y le dio un fuerte empujón, le cual hizo que el criminal francés se resbala y chocara contra uno de los generadores eléctricos.
Beauchamp cayó y se quedó inconsciente.
Mientras tanto, Cabeza de Piña y Marcelo se dirigieron al profesor Hopkins y lo tomaron, entonces corrieron a un helicóptero gigante.
-¡Anette! -gritó el profesor Hopkins.
-Papá -dijo Anette de repente.
-Adiós niñitos estúpidos -comentó Cabeza de Piña-, nos veremos en Madagascar.
Cabeza de Piña subió al helicóptero y éste comenzó a despegar; todo el Equipo Hamilton corrió hacía el antes de despegar y... ¡Lograron aferrarse a éste al tiempo en que se elevaron!
La doctora Devlin trató de seguirlos, pero el Equipo Hamilton le dijo que llamara al Oficial Maldonado al final de la isla, para que él llame a la policía. La doctora Devlin obedeció y huyó de la base, mientras que el Equipo Hamilton subió al helicóptero.
Dentro de éste, el Profesor Hopkins fue atado con lianas, sentado en una silla, con Cabeza de Piña y Marcelo mirándolo de frente.
-Porfesor Hopkins -dijo el científico loco-, le confieso que su hija ya me ha provocado varios problemas. Pero ustde me ayudará, le guste o no.
-¡Jamás, villano! -exclamó el profesor Hopkins aparentando ser valiente.
-¡Lamentará esa respuesta! -exclamó Cabeza de Piña furioso, y ordenó que Marcelo lo persuadiera.
De repente... ¡Terry cayó encima de Marcelo, dándole un fuerte golpe en la cabeza! Pero el gorila se levantó y persiguió a Terry, pero entonces Alfredo se le puso en su camino e hizo movimientos rápidos de capoeira que le propinaron unos buenos golpes a Marcelo, quien fue derrotado muy pronto.
La razón de por qué estaba ahí fue porque ambos siguieron al Equipo Hamilton y al oficial Maldonadoa la isla.
Después de derrotar a Marcelo, los dos chicos liberaron al profesor Hopkins.
-¿Se encuentra bien profesor? -preguntó Terry.
-Gracias a ti Terry -respondió el padre de Anette sonriendo.
Cabeza de Piña trató de mantener a su rehén, pero entonces:
-¡Detente villano! -dijo Mackey de lejos, y Cabeza de Piña vio al Equipo Hamilton, reunidos y listos para patear traseros.
Todos fueron encontra de Cabeza de Piña, pero ahí llegó Marcelo y lo protegió; empero, Jessie se cruzó en el camino de Marcelo e hizo bailes de artes marciales.
-No escaparás Cabeza de Piña -dijo Jessie-, No de nosotros. ¡Peter, tú encárgate de Cabeza de Piña, nosotros detendremos a su guardaespaldas!
-Gracias Jessie -dijo Peter sonriendo.
Una vez que hablaron, los chicos se dividieron y Peter fue con Cabeza de Piña.
Los dos se miraron de frente, no se perdieron de vista y se mantuvieron quietos un buen rato.
-¡Tu locura acabó Cabeza de Piña! -exclamó Peter.
-Yo no lo creo -el científico sacó de su manga un disparador de choques, el cual comenzó a usar en contra de Peter; por su parte, el chico no tuvo más opción que esquivar los ataques de choque; Peter corrió como un cobarde, evitando los ataques de Cabeza de Piña, quien estaba disfrutando del dispararle a Peter.
De pronto, Peter se encontró sin salida: estaba detrás de él el timón del helicóptero, y delante Cabeza de Piña, el hermano de Jessie estaba entre la espada y la pared, mientras que Cabeza de Piña preparó su disparo.
-¡Te derroté! -exclamó Cabeza de Piña- Al fin haré lo que el Amo de las Ilusiones fue incapaz de lograr, prepárate Peter Hamilton.
Pero Peter se mostró tranquilo, luego sonrió y dijo:
-Creo que deberías tener cuidado Cabeza de Piña, estoy...
-¡Cierra la boca! -ordenó el científico loco- ¡No me revolverás más la cabeza.
-Pero te llamas Cabeza de Piña.
Cabeza de Piña lanzó el disparo y Peter lo esquivó, pero el rayo le dio al timon, dañándolo por completo y haciendo que la máquina perdiera altitud.
-¡Me lleva! -exclamó Cabeza de Piña.
De repente, Marcelo salió volando y empujó por atrás a Cabeza de Piña, quien se cayó al piso y él mismo se dio un choque eléctrico; estuvo así un buen tiempo, por dos minutos más o menos (tuy castigo Cabeza de Piña); cuando tuvo los pelos parados y emitiendo choques eléctricos, se desmayó y se quedó inconsciente, junto con Marcelo.
Pero ahora el problemas era que el helicóptero estaba cayendo a gran velocidad y se dirigió al fondo de los mares.
-¡El helicóptero se está cayendo! -exclamó Rebecca.
-¡Tenemos que salir de aquí! -afirmó Michael.
Anette trató de buscar maneras de salvar a sus amigos, entonces encontró unas sabanas blancas, con las cuales tuvo un plan.
-¡Chicos! -exclamó- ¡Tengo una idea!
Los hermanos Hamilton abrieron la puerta del helicóptero gigantesco, entonces se arrimaron al borde y vieron el mar y parte de tierra.
-¡Sujétate papá! -exclamó Anette.
-Claro hija.
Entonces todos los chicos saltaron y las mantas sirvieron de amortiguadores para la caída, en un momento, todos cayeron en el mar, cerca de la isla de Cabeza de Piña; en cuanto al helicóptero, éste cayó y se estrelló con el mar, quedando a puro flote.
Los chicos se relajaron al ver que nada les había pasado.
-¡Whoa! -exclmaó Jessie- ¡Eso estuvo emocionante!
-Tú lo has dicho Hamilton -comentó Mackey.
Por su parte, Anette buscó a su padre, y le sonrió tan pronto lo encontró.
-Papá -dijo y se acercó-. Me alegra tanto que estés a salvo.
Luego le dio un fuerte abrazo, mientras que el profesor acarició el cabello de Anette.
-A mí también me alegra que tú lo estés -dijo entonces-, hija mía.
-Oigan amigos -comentó Rebecca, y entonces Anette vió el helicóptero-. ¿No creen que debamos ayudar a Cabeza de Piña y a Marcelo?
-No te preocupes -comentó Anette-. Si Cabeza de Piña es tan inteligente como él presume que es, recordará que el helicóptero no se hundirá hasta a menos que haya una abertura que permita el paso del agua.
-¡Viva! -exclamó Terry emocionado, y todos se alegraron- ¡Derrotamos a los villanos perversos!
-¡Yo no lo creo! -exclamó una voz que estaba detrás de ellos, luego todos voltearon a mirar y vieron a Jean-Yvón Beuachamp, quien tenía moretones en todas partes, la cara manchada y en su mano... El mismo revolver que trajo consigo.
-¡Beauchamp! -exclamaron todos.
-Oui Monsieur, aux grands maux les grands remèdies, veo que ahora todos ustedes están a mi merced, ahora yo voy a darles su merecido y a llevarme al profesor Hopkins con los líderes de mi jefe.
-¡Ríndete Beauchamp! -exclamó el profesor Hopkins- ¡Tus trampas han terminado!
-Error Monsieur, esto apenas ha comenzado, porque yo me voy a llevar al profesor. ¡Entréguenlo antes de que les dispare!
-Jamás -afirmó Anette-, mi padre se queda con nosotros.
-No lo creo, yo me llevaré a Hopkins a la base de Fed, porque yo soy el criminal más experto de Fran...
-¡Jean-Yvón Beauchamp -exclamó el oficial Maldonado, con un puñado de oficailes de policía con él-, soy el oficial Maldonado de la Interpol! ¡Estás arrestado!
-¡Sacre Bleu! -exclamó el francés- ¿Cómo me encontraron?
-El Peterphone -afirmó Maldonado acercándose y mostrando el celular de Peter-, Peter, lo dejaste en el bote y no pudiste tenerlo, debes tener más cuidado.
-¡Peter! -exclamaron todos con furia.
-¿Qué? -preguntó Peter haciéndose el idiota.
Los chicos ayudaron a la Interpol a aprehender a Beauchamp y a Marcelo, así como a todos lo colaboradores de Cabeza de Piña, en cuanto al científico, no se encontró rastro de él, porque se alejó y se reunió con Fred en su lugar.
Por otra parte...
-Peter Hamilton -dijo éste tal Fred-, ese chico tiene grandes habilidades especiales. ¿Verdad Cabeza de Piña?
-Lamento el fracaso Número Uno -dijo Cabeza de Piña-, sólo que eran muy fuertes y...
-¡Quiero que investiguen todo acerca de Peter Hamilton y su equipo de adolescentes! -ordenó Fred.
-¡Sí señor! -respondió su secretaria, la cual dealaojó el lugar.
Fred, acariciando su iguana, dijo:
-Peter Hamilton -concluyó, y por cierto vio en la pantalla su nuevo satélite "Helios".
Y así fue todo.
De vuelta a Argentina,la Interpol estaba llevando a los chicos de vuelta a la Patagonia, por su parte, los chicos festejaron el triunfo.
-¡Oye Anette, tu pla fue genial! -exclamó Terry- ¡Lograste vencer a los villanos!
-Sí che -agregó Alfredo-, vos fuistes muy buena. Gracias.
-No me lo agardezcan amí -dijo Anette-, sino a Peter; él fue el que me dio la idea de hacer todo esto.
-¡Eres grande Peter! -exclamó Jessie.
-¡Buen trabajo Peter! -agregó Rebecca.
-¡Lo hiciste muy bien! -concluyó Michael.
-¡Supongo que es verdad! -dijo Mackey con pocos deseos de felicitar a Hamilton.
-¡Chicos! -comentó Peter- ¡Todos lo hicimos muy bien, porque somos...
-¡El Equipo Hamilton! -exclamaron todos.
Mientras tanto, Rebecca tenía otro asutno que atender.
-Y Terry -dijo-, nos ayudaste bastante con los villanos, de no ser por ti y por Alfredo, el profesor Hopkins no hubiera estado a salvo. Por eso, puedes unirte al Equipo de misiones cuando quieras.
-¡¡¿En serio?!! -preguntó Terry emocionado.
-¡Así es! -comentó Rebecca entusiasmada.
Eso provocó la celebración de Terry, no podía dejar de festejar, y los demás se alegraron por él, y Terry saltó hasta el punto de caer al mar, los chicos los ayudaron a subir.
Después de eso, llegó el oficial Maldonado para decirles:
-Eh chicos, el profesor Hopkins dice que aún tienen mucho tiempo para festejar en Argentina, y pregunta que si quieren celebrar en la capital o en la Patagonia.
Todos los chicos se quedaron pensativos, hasta que leugo se idearon una gran idea: Quedarse en la Patagonia.
Al llegar de nuevo a Santa Cruz, los chicos fueron a todas partes; a las Montañas, los Lagos (Michael se cayó en uno de ellos), los pueblos gauchos, los bazares, y todo lo que ofreció la Patagonia; tomaron muchas fotos, una de ellas tenía a Peter con un fonde que decía: "Centro Comercial... ¿Mercado Negro?
El caso es que todos tuvieron muchos recuerdos, de sus amigos y de Argentina, y todavía tendrían más aventuras que gozar.


Final de "Los Chicos contra Cabeza de Piña"... pero el Equipo Hamilton volverá en... "Sacude tus uñas"
Datos del Cuento
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