"Hora de soledad y de melancolía
en que casi es de noche y casí no es de día..."
Así empiezan los versos de un poeta cubano que ella lee cada noche, cuando se acaba el día.
Es la hora terrible de la espera callada,
de no escuchar sus pasos por las losas gastadas,
de no sentir sus manos acariciar su espalda,
la espera se acrecienta cuando sobre la almohada
no está junto a la suya la cabeza adorada.
La suya ya está blanca, igual que la almohada,
como blancas han sido sus noches de muchacha
que ha esperado el amor, el amor que pasaba
como pasan los años, los años y las ganas
de amar y ser amada porque ya no es muchacha.