Hace mucho tiempo vivió un valiente caballero llamado Segismundo. Segismundo era un tipo valiente y aventurero. Lo que más le gustaba era montar a caballo y salir en busca de aventuras. Pero Segismundo tenía muchos pájaros en la cabeza y solía dejar que su imaginación le jugara malas pasadas.
Un día Segismundo estaba paseando con su caballo a ver si surgía alguna aventura en la que participar. Cabalgando al paso estaba por lo alto de una colina cuando, de repente, escuchó unos gritos. Segismundo miró al fondo del valle, donde pudo divisar un grupo de personas que arrastraban a una dama elegantemente vestida que intentaba zafarse de sus captores.
Segismundo se quedó embobado ante la belleza de la joven. Antes de que pudiera reaccionar, los hombres tiraron a la dama a un hoyo. Segismundo escuchó a uno gritar:
-Ahí te vas a quedar hasta que tengamos lo nuestro.
Segismundo no lo dudó ni un segundo y fue al galope a rescatar a la joven, sin duda una mujer de la nobleza o la hija de un acaudalado comerciante, tal vez una princesa. Seguro de que la habían raptado para pedir un rescate por ella, el valiente caballero no dudó en salvarla.
Cuando llegó hasta el agujero rodeado por los hombres que habían metido a la joven allí, Segismundo gritó, desenvainando su espada:
-Dejad en paz a la dama. Si no tendréis que mediros con mi acero. No conseguireis nada de ella. Yo la salvaré y la devolveré con su familia. No permitiré que os salgáis con la vuestra y pidáis un rescate por ella. Vuestros días como secuestradores y chantajistas están acabados.
-Pero, ¿qué dices, buen caballero? -preguntó uno de los hombres-. Esta chica es….
-¡Calla, necio! -le interrumpió Segismundo-. Esa dulce e inocente dama merece un respeto, y no esperar en el fondo de un agujero.
-Dulce e inocente dama, dice -se rió uno de los hombres-. ¿De dónde sale este?
Segismundo bajó de su caballo dispuesto a echarse sobre aquel impertinente cuando la joven empezó a gritar:
-¡Sacadme de aquí! ¡Os devolveré todo lo que he robado!
Segismundo se quedó de piedra.
-¿Qué habéis robado? -preguntó el caballero a la dama.
-Trigo, telas, leche, alguna joya que otra, monedas de oro… -contestó la chica-. Pero os prometo que os llevaré hasta el lugar donde lo tengo escondido.
Segismundo no salía de su asombro. De repente tuvo un mal presentimiento y dijo:
-¡Entonces vosotros sois una panda de ladrones que quiere aprovecharse de esta joven y robarle todo lo que ella ha ido cogiendo poco a poco! ¡No pienso permitirlo!
-Mire, señor caballero, nosotros somos un grupo de ciudadanos que se ha organizado para cazar a esta chica que lleva meses robando a todo el que pilla por toda la comarca. Le da igual que sean ancianos, niños, impedidos o pobres.
-¿Es cierto eso? -preguntó Segismundo.
-Lo es -lloró la chica desde el fondo del agujero.
-La hemos metido ahí mientras buscamos a algún representante de la ley que nos ayude a llevarla a prisión.
-Yo os ayudaré a llevarla donde debe estar. Sacadla de ahí y seguidme.
Y así fue como Segismundo ayudó a detener a la ladrona más famosa y perseguida de todo el reino. Aunque se quedó un poco chafado, pero ¿qué le vamos a hacer? Otra vez será.