La distancia se acorta por aquel largo callejón bordeado por aquellos pinos añosos. El verde colorido armoniza con la esperanza de volvernos a ver.
El´paisaje era hermoso, y yo formaba parte de él caminando hacia el fin de ese angosto sendero.Me sentía invadida por la nostalgia, y los recuerdos hacían que se ahogue mi garganta. Estaba sola por eso no supe como habrá sido mi voz en aquel momento de desolación.
Por fin llegué a una lápida fría y dura. Un monumento de piedra es lo único que el ojo humano puede ver; pero mi mente entristecida sabía cuanto encerraba ese monolito. Entonces lloré, lloré con llanto amargo ese encuentro.
No se cuanto tiempo pasó, pero un retorno, un recorrer de vuenta ese paisaje. Los colores cambiaron, una espesa nube cubrió el sol y una brisa suave acariciaba mi rostro aún´húmedo por las lágrimas.
De pronto, en forma precipitada volví al presente y comprendí al entender a donde vamos y el ¿Por qué? ý ¿Para qué? venimos, y aunque tanto nos hemos amado no pudimos viajar juntos como familia.
Al llegar a la calle casi en forma instintiva paré un taxi, subí, llegué a casa y seguí con mi rutina.