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El Angel Nocturno

Era un muchacho extraño, raro, pero había algo en su mirada desdeñosa, en sus pasos aburridos que hacían preguntarme tantas cosas acerca de su vida...

Legué al pueblo un domingo por la tarde, y no bien pise aquella tierra rojiza, esos aires impregnados de una fragancia verde, natural, virgen… Sentí que todo era nuevo, que tendría otra oportunidad, una vida diferente y lejos de la gran ciudad. Los vecinos fueron bastante amigables conmigo, me miraban con respeto y aquella pueblerina sonrisa que esconde la terrible sierpe del chismorreo.

- ¿Es soltero? – preguntaron, casi al unísono.

Les dije que no, que no tenía ataduras en el mundo y que por ello buscaba un espacio lleno de aires inocentes. Les dije que era pintor. Fue extraño pues desde aquel momento no hubo momento en que cada mujer de aquel pueblo me mirase como si desearan modelar para mi, pero yo sabía que un artista busca ver algo diferente que pintar, algo mas que la belleza de una sonrisa joven, o la tibieza de río, o la noche estrellada, uno busca lo que vio o vislumbró en su interno.

Me hospedé en una casa y pedí la merienda una ves al día. Todos se extrañaron pero eso n importaba, sobre todo que la paga era buena. No conté que tenía propiedades en la gran ciudad y por ello vivía de mis rentas. Los primeros días fueron un pasear por sus calles antes los ojos de la gente que buscaba verse en mis ojos llenos de novedades y búsqueda de la pureza. Yo sabía que eso era harto difícil encontrase, pero que es el alma quien es el gran guía del sentimiento.

Luego de un mes, o algo mas, no lo recuerdo ahora que han pasado mas de quince años, vi una noche mientras paseaba con mi linterna por el bosque a un extraño joven que totalmente desnudo bailaba en plena oscuridad para luego ir corriendo como una gacela y tirarse desde ka roca mas alta hacia el río. Oh, dios, fue hermoso ver aquel salvaje, loco, demonio escondido en medio de la noche. Desde aquella ves no hubo noche en que no lo esperase, verle y disfrutar su salvaje libertad, fue para mi como si la grieta de la belleza se abriera e iluminara mi oscura creatividad. Pinté durante el día, hasta que una larga tarde vi casi concluida mi obra maestra, y que fue la más amada...

Luego de terminarla una semilla curiosa penetró mi alegría y sorpresa, le di atención y sentí que debía volver a la ciudad, pero, había algo inconcluso, pues mientras miraba la pintura, el muchacho corriendo con sus pelos negros, largos, rebeldes por la noche sentí que cobraba algo de vida, como si su alma estuviera en mi cuadro, no lo supe, pero algo extraño sentí cuando avisé que mis días estaba por terminar en aquel pueblo tan hospitalario. Sin embargo, una noche, previa a mi salida del pueblo, sentí las ganas de volver a ver al muchacho de la noche. Fui. Y con tristeza no pude verle. Fui a la noche siguiente, pero fue inútil. Claro, sentí lo que ustedes fácilmente pueden entender, que el muchacho fue producto de mi visión de artista, de mi necesidad creativa, y, con ese entendimiento sentí que ya era hora de tomar mis cosas y despedirme de una vez por todas...

Fue entonces que todo esto empezó. Aquella tarde vi que el sol no salió, y el brillo de los ojos de aquellos pueblerinos no buscaban a los míos, me sentí mal, pero no tanto como para no romper mi decisión. Cogí mis maletas, caminé en medio del pueblo con el rostro altivo y sereno cuando le vi al muchacho, le vi pero no era el mismo que modelaba sin saberlo por las noches en las faldas del río. Era un muchacho extraño, como dije, pues vestía como un pordiosero, me sentí mal y atraído por aquella imagen. Me acerqué y vi que el pobre me pidió una limosna, se lo di y sentí que me arrancaba algo de mi alma, algo así como si me chuparan la alegría que calentaba mi existencia... ¡Como me costó dar un paso más! Por ello, no pude viajar, había en el muchacho algo que me retenía, como si fuera mi propia carne, mi hijo que nunca tuve. Decidí quedarme y así lo hice ante el asombro de todos los pueblerinos.

Desde aquel día no he regresado a la ciudad porque hay algo en aquel muchacho que me cautiva, siento que estoy unido a su imagen, y aunque veo el cuadro que pinté de él, ya no siento la misma alegría que sentí desde el principio. Me siento como si mi vida estuviera nublada, casi ciega, como si estuviera dentro del muchacho y él dentro de mí y de mi cuadro, no lo supe hasta que una noche alguien tocó la puerta, era él...

- ¿Qué deseas? - le pregunté lleno de angustia y con ganas de llorar...

- Mi alma, devuélvemela… - respondió, mientras señalaba el cuadro que pinté de él.

Se lo di, pero desde aquel día no he podido salir del pueblo pues todo me le recuerda y me hace soñar con su presencia. ¡Como me encanta soñar pues en aquel espacio sin tiempo puedo observarle y reír con este ángel de la noche....!



Barcelona, mayo del 2005
Datos del Cuento
  • Autor: joe
  • Código: 14566
  • Fecha: 13-05-2005
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.4
  • Votos: 40
  • Envios: 0
  • Lecturas: 3758
  • Valoración:
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