Hay una energía que está revoloteando como un moscón sobre mi cabeza y que no desea irse hasta que se anide en mi ser, y pueda, de esa forma, existir... Se trata de aquel tipo de energía o ser llamado deseo. En aquel deseo aparezco junto a una linda joven de voluptuoso cuerpo, en donde ella me llama con ese encantamiento tan legendario como es la sonrisa...
No sé si seguirlo pues muchas veces que lo he seguido, he caído en las dunas de su reinado de espejismos. Después que ha crecido, llega tomar el uniforme galante de la idea; y como si fueran una familia, las dos se alientan a realizarse en el presente de mi existencia...
Cuando aquellos toman la iniciativa por mí, casi me siento motivado con sus mudos aplausos, empujándome hacia aquella virtual realidad. Ya en el momento en que estoy frente a frente – en este ejemplo - a la voluptuosa joven; ellos dos, me abandonan, dejándome totalmente desnudo de palabras, y más fuera de lugar que un ecologista en una plaza de toros. Con la fausta experiencia que me han dado los años, me he vuelto desconfiado. Les dejo ocuparme, pero luego, al igual que a un bicho, los aplasto con el matamoscas de la indiferencia. Cosa que las vuelve locas, pues hasta siento que se inflaman y enrojecen hasta llegar a materializarse en las personas de mi entorno, como si fueran demoniacas... Mi salida cotidiana, es el alfiler de la entrada al siguiente momento, y lentamente se desinflan hasta quedar en lo que son... puro humo virtual...
Las cosas luego marchan normalmente a trote de caballo de paso, pues suelo dejar de desear, y solo cojo lo que tengo a mi lado para disfrutar; quizás eso sea la gran llamada virtud de la humildad, la verdad es que no lo sé... Lo extraño es que parece que, la idea y el deseo, crecieran por su cuenta y utilizaran extraños lazos invisibles para, como arañas atraparme, y, no sé como hacen pero acercan – el primer ejemplo - a la voluptuosa joven hacia mi momento presente, mi relativa realidad, provocándome en el ensueño de aquellas posibles realidades que viven o existen en el acondicionamiento del futuro... La verdad es que ya me he golpeado demasiadas veces como para cambiar mi armonioso camino al compás de los caballos de paso.
Mientras más pasa el tiempo las ideas y sus compinches de amigos se agrupan, y hasta se forman como una sociedad de espíritus que, muchas veces, llegan a tomar un cuerpo o una circunstancia, tratando de hacernos creer que existen en el valle sagrado del presente...
Comprendiendo la naturaleza humana, he tratado de hacer las paces con todas estas criaturas, pues, para sentirme mejor, es bueno conocerse y entenderse que uno no es uno, si no es una legión de unos...
Sé lo que anhelan, y también sé lo que anhelo yo. Sé, claramente, que ellos no pueden darme lo que no tienen, o sea, la dicha, la paz, que es lo que siento cuando estoy en armonía o plenitud, en el valle sagrado del aquí y ahora... Pero sé que sus existencias, están en la sombra de mi yo; ellos dependen de que yo les acepte, y si no lo hago, es como vivir como un ángel o un querubín... pero no como hombre. Más difícil es ser hombre que ser santo.
Allí empecé a buscar mi don o mi virtud, en el servicio que pueda hacer para la creación, y me encontré con algo que era inaudito para mí, comencé a pintar, y en aquella acción encontré un gran placer y pasión. En el camino del arte uno debe tener una gran imaginación, vocación y talento. Fue allí en donde encontré la utilidad de aquellas criaturas, pues descubrí que en la medida que las reflejo o las pinto o las pongo sobre un cuadro, ellos, se ponen se realizan en su existencia, aunque son muy exigentes, pareciera ser como si fueran clientes en donde yo deba retratarlas tal como ellas lo desean... pero, ellas ven que hago mi máximo esfuerzo... y me dan el éxtasis y la satisfacción cuando llego a reflejarlas tal como ellas lo desean...
El detalle de esta sociedad es que constantemente van apareciendo nuevos personajes que desean aparecer en mis obras...
El tiempo ha pasado, y ahora soy muy conocido, aunque guardo el secreto, este monólogo sería bueno dejarlo a cualquiera que tenga vida, y el mismo problema, pues, mi lección es la siguiente: sólo a través de la concordia en el campo del alma puede haber paz en uno mismo.
Es sorprendente que la gente me llame genio, cuando lo único que hago es pintar a los seres que desean existir a través de mi arte. Cuando preguntan, cómo es que pinto, yo sólo les digo que no lo sé, pues, sólo cierro los ojos y aparecen imágenes de todo tipo, anhelantes de existir, toda una legión de criaturas... Hay veces en que veo una de aquellas escenas que iluminan mi conciencia, y la guardo en el cofre de mi floja memoria, y si ella – la memoria - desea o anhela servirles, les complazco lo mejor que puedo para consolarlas...
En verdad no hay nada más exigente que las ideas o deseos, casi podría decir que tienen la fuerza de los dioses perdidos u olvidados...
Después de hacer lo que mejor hago, que es pintar, estas criaturas me lo agradecen, hasta siento que me acompañan en mi soledad. Lo malo de esta concordia es que me condena a la total incomprensión de mis semejantes... Esto, yo nunca lo busqué. Sólo me queda abrazar la soledad como mi tierna amiga, y al silencio como la mejor sinfonía, escuchando acompañado en ellas, a las criaturas y a todo el Universo...
Creerán que estoy demente, es verdad. Les sugiero que no se miren al espejo. Pues si tienen la suerte de la sensibilidad, es muy probable que se sorprenderían cuando aparezcan estas criaturas, o, ideas, deseos a los cuales me refiero. Sí. Yo les digo: tengan cuidado con aquellas energías...
Causa sorpresa ver que muchos quisieran ser como yo. Los miro, y los veo a todos ellos acosados de las ideas que tratan de gobernarles, los veo como carne fresca para aquella batalla que está por empezar... Los deseos e ideas existen en otro plano, y veo que si no los atienden con premura, ellos les tratarán bastante mal...
Tengan cuidado...
Joe 22/09/03