siento haberte ofendido. el no buscarte, llamarte, escucharte es un pecado muy duro que sanar. sé que me odias, es normal. yo me odio a mí mas que tu misma. me golpeo el alma, el pecho, la cara una y otra vez pero no hay marcha atrás, no existe máquina del tiempo ni sueños hechos realidad, para borrar todo el dolor y el llanto. heme aquí echado en mi cama con un juego de dados en mis manos, dispuesto a volver a jugar. espero que esta vez no vuelva a perder otro dedo mas. ya me quedan cuatro y medio en cada mano. es difícil, pero, no existe nada fácil que venga en papel de regalo. heme aquí y listo para volver a rodar, el nueve es mi número, mi vida, el cuatro es mi enemigo mortal. la gente me mira a los ojos y ya he dejado de sudar por el miedo a perder. no tengo sueños, mas que pesadillas y en todas ellas te veo a ti, sentada a mi lado, con tus manos extendidas, sin un solo dedo en las manos. y un dado aún girando por mis manos. es un duro lugar esto de volver a despertar, saber que has ganado, perdido, pero, qué se le hacer, es mi destino de intachable de jugador, de esos que se dan la vuelta y ya, ya. su alma se ha perdido en algún rincón de la noche. es duro, muy duro.