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Categoría: Ciencia Ficción

CONEJOS DE INDIA

CONEJOS DE LA INDIA

 

Después de las extrañas horas transcurridas, muy probablemente, surgirán  algunas respuestas a las incógnitas que han conmovido a la curiosidad desde  siempre y se develarán algunos de los misterios que han inquietado con insistencia al hombre. Pero para todos, el mundo que conocieron  había  llegado a su fin.

El que los pueblos de la Tierra no se hallasen preparados para afrontar la llegada de poderes desconocidos  es muy relativo; el acostumbramiento obligado diario de las noticias es la mejor manera de que las cosas sean aceptadas en forma casi natural por la opinión común.  Y por cierto había profusa difusión  por todos los medios, películas, libros? de continuos descubrimientos y experimentos que ponían de manifiesto la existencia de nuevas realidades paralelas a la civilización  humana. Esto es de la posibilidad muy seria de inteligencia distinta a la humana. Era muy relativo lo del total estupor de la opinión publica.

 Nadie supo como llegó, nadie entendió porqué se le permitió quedarse, las opiniones sobre quien la trajo eran delirantes,? y con que fin se la había traído era un asunto que con el transcurrir del tiempo se había tornado muy borroso.

  Pero la cuestión era que la máquina del placer había llegado y permanecido entre nosotros el tiempo suficiente para producir la catástrofe social, emocional, mental y moral, que produjo.

Con la observación del hecho de que su retirada se produjo justo al borde de la inminente destrucción  de la civilización.

 Y es evidente que se la permitió porque no hubo posibilidad de impedirla?

Era notable el poder de esta maquina o maléfico y muy sugestivo aparato.

Entrañaba la posibilidad de obtener los placeres mas intensos y mas exóticos y la evasión  de las responsabilidades de la vida.

Era hecha realidad una antigua y utópica panacea, era una verdadera lámpara de Aladino.   

Y en general la humanidad sucumbió ante este potente canto de sirenas y los adictos aumentaban en progresión geométrica.

El notable ingenio apareció sin ningún tipo de aviso y se lo encontraba en los lugares mas accesibles, como para facilitar su apropiación simple,  sin costos y en el momento.

Era del tamaño de un celular y estaba en poder cada vez de mayor cantidad de personas en forma azarosa.

La regla de oro era que se pagaba en forma automática con tiempo de vida del usuario por el uso de la maquina y no existía otra forma de pago.

Nada parecía contener al arrollador hedonismo que impulsaba a la cada vez mas entusiasmada opinión publica con la nueva droga tecnológica.

 

 

 

 

La población abandonaba sus obligaciones y responsabilidades y se plegaba al entusiasmo de esta arrolladora  psicosis que crecía y que de no mediar freno iba a producir la mas grande catástrofe económica de la historia o por lo menos de los tiempos modernos.

Escasez , hiperinflación, desabastecimiento, y finalmente riñas, rapiña, puebladas y el caos total.

Y en el delicado aspecto sanitario la disparada de pestes sin control y la falta de atención a la salud en su desarrollo diario.

Con la conmoción inicial hubo ingentes intentos de intervención  por parte del estado y del poder en todas sus formas.

Pero de ninguna manera el control iba a funcionar sobre el misterioso aparato.

 

Este había penetrado rápidamente en el habito de la gente y el fácil acceso al deleite, a la fruición, a la satisfacción y a los mas caprichosos placeres no se abandonaría por imposiciones políticas ni por disposiciones legislativas o presiones judiciales de cualquier tipo.

Estaba pensado el extraño artificio para conceder espacios de placer en el ?continuotiempo? por ?paquetes? temporales o vitalicios, pero ese tiempo se descontaba de la vida real, y  la máquina de la felicidad tenía un  poder de acostumbramiento que atrapaba con garras.

La teoría de su funcionamiento se hallaba en zonas absolutamente inasequibles y la tecnología era un arcano de incógnitas inabordables.

Se controlaba el aparato, con el tacto, ya que no tenía aberturas ni botones, y era evidente que generaba un  campo magnético en derredor de quien lo manipulaba, produciéndose inexplicables distorsiones que permitían al sujeto evadirse de la existencia, desapareciendo de la realidad por cuanto tiempo dispusiera y sumergirse en un estado de plenitud placentera.

Es fácil imaginar las posibilidades sin límites de que disponía la in entendible tecnología al tener a su alcance la posibilidad de obtener la cantidad de placeres que se desearan.

Había aparecido en el mundo la droga mas potente y adictiva de todos los tiempos, cuyo consumo se pagaba, muy caro, con la disminución automática de la expectativa de vida.

Lo mas notable ocurrió cuando todo devino en el mas extraordinario ?boom? sexual de toda la historia de la humanidad, dejando al marqués de Sade, a los Borgia y a las bacanales romanas a la altura de inocentes fiestas infantiles.

Las parejas utilizaban el mecanismo para evadirse de la realidad tangible y estaban ausentes en el ?continuo? cada vez con mas frecuencia y por períodos mas prolongados aun en conocimiento de que ese tiempo trascurrido era un débito para la duración de sus vidas.

Se contaban maravillas de orgasmos y multiorgasmos de duraciones continuadas de años y de vidas enteras de enloquecidos amantes adictos, que volaban en excitaciones alienantes de espasmos cósmicos, en veladas inacabables por el espacio-tiempo y sin ánimo de retorno.

Este pequeño aparato había resistido cualquier intento de investigarlo ya que no ofrecía puntos vulnerables y cuando se había utilizado con él, la presión extrema, las altísimas temperaturas,  la aplicación de elementos químicos o las experimentaciones físicas , el aparato simplemente se había desintegrado y desaparecido sin dejar rastros en el aire.

Aparentemente era inviolable.

La ciencia se consideró finalmente impotente, no de forma oficial, y comenzó la intervención de religiones, sectas, filósofos y opinadores.

El extraño artilugio era de uso generalizado entre políticos, militares, empresarios y profesionales.

La gente con poder real, al tener fácil acceso al uso del aparato, y no poder evitar que lo tuvieran los demás, se sometía resignada al viejo pragmatismo de ??no hagan olas??

Pero de todas maneras nada hubieran podido resolver o hacer?el mecanismo enigmático estaba incorporado a la vida.

Insisto en  lo que parecía una muy clara intención de facilitar en grado sumo el uso masivo de la máquina minúscula, que se obtenía simplemente en cualquier momento y en los lugares mas insólitos por lo accesibles, sin costo para quien la apropiara.

Ocurría que el tiempo que se eludía con  beneficios de placer y de evasión utilizando en forma de hábito a la máquina, no se recuperaba, y era una  disminución  voluntaria de la vida de la gente, que comenzó a encogerse en forma alarmante.

Y las maniobras de políticos y toda clase de poderosos iniciaron una era de peligrosas distorsiones en la marcha de la historia.

Hubo reuniones de la UN, hubo consultas en la cumbre de científicos y concilios ecuménicos, el mundo entero estaba en asamblea permanente.

Nada pudo hacerse y el aparato siguió implacablemente poniendo de manifiesto la irresponsabilidad personal  y la insensatez  histórica de la humanidad sin excepciones.

Hasta se lo comparó con el recalentamiento global de la tierra.

?¡Y entonces un día los pequeños aparatos como llegaron se fueron del mundo!...Eso significó en la practica??que se quedaron sin pilas?, como la gente comentaba.

Pero la terrible amenaza de su vuelta siempre existía como una espada de Damocles?y era difícil creer que sus mentores misteriosos fueran buenos y desinteresados docentes que se interesaban por nosotros.

Mas bien era cierta la opinión de que este malhadado proceso fue una sonda de reconocimiento de nuestras ?virtudes??y que sus conclusiones serian muy bien aprovechadas.

 Muchos intereses se tocaron y en general la opinión no era muy favorable a indagar los hechos ni a recordar mucho el asunto.

 

 

 

 

 

 

Pero vaya saber porqué circunstancia prevaleció sin mucho análisis la tesis de un viejo monje tibetano.¡ Se nos había sometido a una prueba !, decía?

Y sin duda habíamos utilizado de la mejor manera posible las circunstancias para aniquilarnos individualmente o como raza?y así hubiera ocurrido de no desaparecer las máquinas?

¿Qué voluntad introdujo las pequeñas máquinas?...por supuesto que el hindú  no tenía la menor idea?y otros tampoco?

Pero era evidente que el poder capaz de incorporar los mecanismos terribles a nuestras vidas, ya sabía que éramos muy débiles y pertenecientes a una raza sin el mas mínimo carácter.

Fue una sonda, un  test, un caballo de Troya.

Y nosotros fuimos conejos de la India.

 ¿ Quienes y cuándo vendrían por todo?

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