(Con todo mí amor para Pame, Chellín e . . . ¿Ix-Chell?)
No es que el invierno se hubiera adelantado o que el clima estuviera cambiando, aunque esto último se da algo así como cada veintitantos mil años y no creo que haya testigo alguno que de fe de tal aseveración, por lo que considero razonablemente aceptable, eso sonó muy de Auditor Contable, que esos años son efectivamente los que corresponden al cambio de clima, aunque es difícil imaginar una Navidad en pleno verano y la Semana Santa bajo tempestuosas nevada y a varios grados centígrados bajo cero, condición que ya no me cuentan ya que precisamente la última Semana Santa nevó de manera que todo el paisaje se tornó albo tal y como lo muestro en la foto que de mami Kity es fiel testigo de esa ocasión, por cierto que esa foto guarda un lugar preponderante en la mesa de centro de la sala de la casa de mami Kity y de Norsi-Bo o sean nuestros abuelos en México.
Ahora apenas inicia octubre y ya cayó la primer nevada que de ligera no ha tenido nada ya que al salir de mi departamento para según yo dirigirme a la universidad y de ahí al aeropuerto, abro la ventana ya que acostumbro terminar de despertar con los ruidos de la calle que no obstante estar asentado en un suburbio que podría considerarse tranquilo, soy muy afecto a escuchar los prit, prit, prit de los pajaritos rojos, rojos que son , por cierto los únicos que soportan el crudo invierno de estas regiones, y conste que cuando digo crudo, en verdad que es crudo y no es exageración ya que sin ser mucho cuento la cochera se mantiene a una temperatura bastante más baja que la del refrigerador es más, que la del congelador y sí es que quieres calentar tu departamento solo necesitarás abrir la puerta del refrigerador y santo remedio.
También un buen aliciente es el tiuk, tiuk de las ardillas y que decir de los ladridos del “Chavo Palancas”, nombre del perro del vecino de enfrente que siendo un inmigrante mexicano, ha sabido guardar su léxico y no ha permitido mezclar y ni que decir de cambiar su hermoso idioma por el de este país y que en eso estoy de acuerdo ya que siempre comenta que el inglés es el idioma de los negocios y el español es el idioma de Dios ya que en ningún otro idioma suena tan excelso el decir “Padre Nuestro que estas en los Cielos”, y así tiene su propia clasificación para cada idioma, de esta suerte que en su tipificación ha establecido que el Francés es el idioma del amor, el italiano el de la comida y con el que no se mide es con el alemán ya que lo cataloga como el idioma de ¡Los Caballos!. Y no exagero cuando les comento que el Chavo Palancas al ladrar claro emite un “Guau-guau” en la más pura y diáfana dicción hispana y que suena totalmente diferente al “Guau-guau” con acento inglés.
Bueno pues sucede que en lugar del trinar de los cardenales o el gruñido sofocado de las ardillas o el ladrido del “Chavo Palancas”, recibo una ventisca fría, fría pero de veras fría y desde luego acompañada con el lento caer cual plumas de copos de nieve y yo que nunca me acostumbre a dormir con pijama, pronto me doy cuenta que debí de haberle hecho caso a mí mamá en cuanto a lo que dormir con pijama corresponde, pero pues esto es una herencia de mi papá que a la vez heredó de mi abuelo Norsi, quien por cierto, comentaba que su nombre en Frisón, era de orígenes Neerlandeses o sea de los Países Bajos si bien nunca nos aclaró si era de Groninga, Frisia, Drente, Overijssel, Güeldres, Flevolanda, Holanda Septentrional, Holanda Meridional, Utrecht, Zelanda, Brabante Septentrional o Limburgo, pero preferimos no poner en duda tal aseveración y así nos la llevamos en paz, como en paz estaba hasta que se me ocurrió abrir la ventana y que al estar en el último piso de un edificio de cuatro niveles y estar orientada al norte, es por demás imposible que después de abandonar mi camita donde me cobijo normalmente con un abrigador edredón regalo de mí tía Gussy, cuyo verdadero nombre es Sussana, con doble ese, pero que de cariño mis abuelos desde bebé la identificaron de cariño por ese sobrenombre. Creo que los vellos de mi pecho quedaron como peinado de “Ponketo” de esos especimenes que tienen su tianguis los sábados en la lateral de la Biblioteca José Vasconcélos a un lado de lo que fue la Estación Terminal del ferrocarril en la Ciudad de México, donde salían los trenes rumbo al norte de México y donde una vez al ir a despedir a mi bisabuela Perita ya que salía a su anual excursión a San Juan de los Lagos, Norsi-Bo y Mami Kity llegaron a despedirla y a desearle buen viaje así como hacerle algunos encargos, sobre todo Norsi que en son de broma le encargó que rezara tres rosarios ya que así lo había prometido. Habría de verse la cara de asombro que puso Perita al escuchar tal petición. Claro que por tratarse de una broma, todos soltaron la carcajada misma que aún no terminaba cuando Gaby mí otra tía son sus escasos tres años se voltea con Norsi y mami Kity y les pide permiso para acompañar a Perita en su peregrinar.
¡Glup! Exclamaron los dos, se voltearon a ver y con una cara de incredulidad no tuvieron más remedio que aceptar tal auto-invitación. Afortunadamente aquel viaje resultó de gratos recuerdos.
Bueno, con ese despertar me dieron ganas de regresar a mi camita pero como comenté, tenía que ir a la universidad y al aeropuerto, primeramente tenía que entregar en la biblioteca unos cuantos libros que había obtenido en calidad de préstamo y que era uno de los pocos trámites que aún se realizaban en persona ya que casi todos los demás se hacían por medio de Internet y no como en el siglo pasado que para simplemente enterarse de alguna calificación o efectuar algún examen tenías que epresente, no entiendo cómo es que se desarstar rollaba la educación, inclusive tenías que estar presente en toda y cada una de la clases y eso que diez minutos antes de la hora sonara una chicharra y todos los alumnos se paraban como autómatas y cual robots se encaminaban a otro salón donde ya los estaba esperando otro profesor para la siguiente clase. No eso es cosa del pasado, de los tiempos de, no digamos de Norsi y Mami Kity si no que en tiempos de papá y mamá y de mis tías aún se estilaba ese método de enseñanza. Con razón las universidades eran tan grandes, hoy por hoy lo más grande de una universidad son la biblioteca y el estadio donde se practica atletismo o fútbol ya que ni siquiera los estacionamientos son grandes debido a que la afluencia ya sea de alumnos o de profesores es por medio de transporte colectivo que puede ser público o propio de la misma universidad.
Bueno, la entrega de los libros que en general versaban bien sobre novelas escritas por autores contemporáneos o temas sobre culturas prehispánicas ya que todo lo relativo a ciencias lo conseguía directamente por Internet, pues esta famosa entrega podía esperar hasta que el clima fuera más benévolo pero lo que no podía retrasar ni un minuto era mí presencia en el aeropuerto ya que dentro dos horas, catorce minutos y . . . diez y seis segundos, arribaba el avión que transportaba nada más ni nada menos que a ¡Pame!, mí prima favorita, que además era la única prima de la misma manera que yo era su primo favorito por ser el único primo, situación que sin saberlo no prevalecería por mucho tiempo ya que tanto mama como papa me, o nos deparaban una sorpresita.
Finalmente el calorcito de mi cobertor regalo de Norsi-Bo y que entre su mayor y mejor cualidad aparte de ser muy abrigador era la de tener tejido al centro el escudo del mejor equipo del mundo y sus alrededores, según Norsi-Bo, o sea el “Aclante”.
Lo confortable de mi camita generó que en pocos instantes me viera inmerso en el más profundo sueño, sin embargo, de pronto me vi. caminado en serena, parsimoniosa y respetuosa procesión de cuando menos una docena de guerreros ataviados a la usanza . . .¡Maya!, ¿Maya? Si, sin duda y desde luego que yo en la vanguardia de la fila vestía igual y que además portaba una especia de legajo de hojas de amate acomodadas tal sí fuera un acordeón.
A mi derecha, es decir hacía el oriente alcancé a descubrir entre la rala vegetación lo que solamente conocía en libros, se trataba nada más ni nada menos que de un zenote, con zeta. Atrás dejábamos una especie de estadio donde seguramente se practicaba alguna especie de deporte parecido a una combinación entre básquet-bol y de fútbol, al frente, hacía el sur emergía imponente una pirámide que posteriormente supe que cada una de sus escalinatas orientadas astronómicamente constaba de noventa y un escalones que siendo cuatro y cuya suma junto con el último escalón que representaba el zócalo sobre el cual se desplantaba una especie de adoratorio o de observatorio daban como resultado los días del año.
Al frente de la procesión marcaba el ritmo en el avance un personaje que se distinguía por su porte que aunque avanzado en edad se erguía con orgullo y en silencio nos encaminó hacía la escalinata norte donde por cierto cada equinoccio se presentaba un impresionante espectáculo concebido por los altos conocimientos en cuanto orientación astronómica y que era producido por el juego de los rayos del sol y las sombras de la construcción causando la formación de una serpiente que simulaba bajar parsimoniosamente desde lo alto de la pirámide hasta la misma base la que remataba una espectacular y colosal cabeza de del ofidio tallada en durísima piedra basáltica, espécimen que solo se encontraba a varios cientos de kilómetros de distancia, siendo eso un autentico misterio en cuanto a su transportación.
Al lado del Mentor marchaba al mismo ritmo una dama de la cual no pude distinguir su rostro pero que en actitud altiva marchaba al cual si estuviera desfilando por una pasarela de modas.
Al llegar a la cima formamos un semicírculo y adoptamos una posición de flor de loto, disponiéndonos a escuchar las sabias palabras del sacerdote. A una señal me pidió la prenda que portaba y desplegando hoja por hoja inició con voz serena y agradable lo siguiente;
- En la mitología maya Ix-chel, La Blanca, era la diosa del amor, de la gestación, de los trabajos textiles y de la luna. En algunas ocasiones se le representaba acompañada de un conejo. Una de sus advocaciones era considerada maléfica, y se le representó en los códices, como una mujer vieja, vaciando los odres de la cólera sobre el mundo.
Las leyendas mitológicas cuentan que un dios todopoderoso llamado Itzamná creó al mundo y se casó con la diosa de la Luna llamada Ix-chel procreando a los dioses Yum Kaax, dios del maíz, Ek Chuah y a los dioses de los sacrificios y de las estrellas; sus hijas fueron las diosas de las aguas, de la noche y del paraíso. A la diosa Ix-chel se le atribuyen los fenómenos relacionados con la Luna, la preñez, el tejido y las inundaciones.
Se le representaba como una anciana vaciando un cántaro lleno de agua sobre la tierra o también como a una anciana tejiendo en un telar de cintura.
Su templo se localiza en la isla Cuzamil, hoy conocida como Cozumel de la provincia de Ecab. Del puerto de Pole Hoy por hoy Xcaret partían las canoas de peregrinos hacia el templo en Cuzamil para solicitar el oráculo de esta diosa; en esta peregrinación acudían también las mujeres jóvenes para pedir en sus embarazos procrear hijos que sus esposos querían.
La historia de Ix-chel e Itzamná muestra interesantes diferencias y similitudes con el mito japonés de Izanagi e Izanami. En esta, los nombres y personalidades de los personajes están invertidos, siendo Izanami la deidad femenina, y la misma quien ataca violentamente a su esposo.
De Ix-chel se dice que tomaba bajo su protección a los peregrinos que visitaran su isla sagrada, Cozumel. Isla Mujeres también estaba dedicada a su culto.
Mientras esto sucedía en una hoja de amate inconcientemente empecé a garabatear lo que resultó un imagen la cual reproduzco a continuación;
Mí distracción poco duró ya que la asistente del preceptor se interpuso frente a mi haciendo sombra que me sacó de mi aparente apatía;
- ¡Che-Llin!
Me distrajo sin que con ello me causara molestia alguna. Alcé la vista pero el efecto de contraluz impidió que pudiera distinguir rasgo alguno de su rostro.
- Veo que las enseñanzas del sacerdote te han inspirado a plasmar tan bella ilustración de la diosa Ix-Chel.
- Tu aún no me conoces pero poco tiempo a de transcurrir para que tu y Pam-El-La sean acompañados a nuevas aventuras por el reino de Barckly bajo la custodia de Pócolo.
- ¿?
- Ya falta poco tiempo y creo que un trece de mayo no es mal día.
- ¿Trece de mayo? No entiendo
- Ya no estarán solos
- ¿?
En ese momento dio media vuelta y yo intenté seguirla, sin embargo, escuché una voz que me resultó algo más que familiar. Se trataba de la un tanto cuanto distorsionada voz de Pame que por medio del altavoz de la contestadota telefónica casi me recamaba:
- ¡Chelín! Llevo casi una hora esperándote en el aeropuerto Charles A. Lindberght, helándome lo cual te costará al menos una media docena de capuchinos del Caribú, por cierto que tienes menos de media hora para que me busques precisamente en el café caribú del aeropuerto y será mejor que te provisiones con una buena cantidad de dólares ya que además me tendrás que comprar ropa térmica.
Casualmente e inconcientemente me había quedado dormido sobre el manuscrito original del borrador de lo que se convertiría en el libro “la Civilización Maya” y que el antropólogo del grupo y además especialista en culturas de mesoamérica y líder del grupo que atendía el estudio que sobre la civilización maya desarrollábamos en la Universidad de Saint Paul.
Increíblemente el estampado era igual al que en mi sueño dibujaba en la hoja de amate;
No alcancé a contestar pero sabía que no era necesario. Alcancé lo primero que tuve a la mano y me vi ataviado con una camiseta que Pame me había enviado por UPS y que contaba con una impresión serigrafía que era una reproducción de una ilustración que obtuvo de un antiguo códice.
Haciendo uso de las maravillas del Roll-On que mami Kity me enviaba periódicamente salí de mi departamento y en dos que tres saltos me encontraba a bordo de mí Lamburginni convertible en color amarillo.
- Tendré que casi volar a ras de pavimento por la 490 y eso cuidándome de no rebasar la velocidad permitida so pena de que sea atrapado por algún vigilante lo cual redundaría en que me retirasen mí licencia de manejar lo que representaría engorrosos trámites para recuperarla amén del pago de una substanciosa cantidad de billetes verdes.
- ¿Y que cómo estaba enterado de todo esto? Pues sencillo, por experiencia propia, aunque no ciertamente mía, sino de papa.
A pesar del viento frío, Chellín se animó a descapotar su convertible al tiempo que pensaba para si mismo:
- ¿Trece de mayo? ¿?
Lo que no escuchó fue una voz que desde las mismas entrañas de su mama decía:
- Si Chellín, trece de mayo. Ya seremos tres. Ya no estarán solos
Octubre de 2008