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CONVIVIR CON UN ADICTO 2

El daño o deterioro progresivo de la calidad de vida en común entre nosotros debido a las consecuencias negativas de la practica de la conducta adictiva de mi esposo, hacia imposible la vida en común, por el deterioro continuo en todas las áreas de la vida de mi esposo adicto, reflejando las consecuencias de estas sobre mi familia afectando sobre todo a nuestros hijos.
Esto se producía de una forma progresiva a través de las diferentes etapas de la enfermedad de mi cónyuge adicto dependiente.

Su trato despectivo era una constante en mi día día, y año tras año, Mi esposo, me trato siempre como si fuese mi dueño y me hubiese comprado en un mercado, en oportunidades era como una pieza de adorno o un mueble mas para la casa, y en otras me trataba como a su esclava, el caso es que el tenia derechos sobre mi, todo el derecho que le daba el hecho de permitirme compartir una vida de pantalla adornada de comodidades en una gran casa rodeada de lujos viajes y joyas, una mentira, que ocultaba una triste realidad
Era una constante el que me gritase que yo no serbia para nada, que tenia aire en la cabeza, que era una retardada mental que todo lo hacia mal, se burlaba de mi continuamente, me humillaba una y otra vez, parecía que disfrutaba con todo aquello, era horrible.
Yo no tenia derecho a saber nada, no sabia que hacia en todo el día, no sabia que negocios y si los hacia ni con quien los hacia, nunca me enteraba si compraba o vendía, si gastaba ni cuanto gastaba, si ganaba ni cuanto ganaba, si pedía prestamos o sacaba hipotecas si tenía deudas o si por lo contrario eran gananciales. El se iba en la mañana temprano y no regresaba hasta las 7:30 de la noche por que trabajaba muy lejos, por lo tanto su día a día era un misterio, los sábados lo dedicaba al golf y el Domingo a la familia con excepción de los fines de semana que tenia torneos. Por lo tanto nuestra comunicación era escasa para no decir nula, salvo los gritos y los insultos no había nada mas.
Nunca tuve derecho ni a saber ni a preguntar. Mi esposo me daba dinero y me mandaba a callar.
Al principio del matrimonio me afecto mucho el que me dejara tan sola, con el tiempo me fui acostumbrando, hasta el punto de que ya no quería ni que llegase a la casa pues aquello significaría que comenzaría a pelear y a gritar , ya desde la oficina solía llamar por teléfono a gritarme por cualquier cosa bien fuese por que olvide comprar algo en el supermercado o porque pare mal el carro en el garaje y le costaba sacar el suyo, o porque deje la luz encendida o por que simplemente me tardaba 10 minutos de mas arreglándome, siempre habían excusas para insultarme y gritarme, Si los niños se enfermaban, si no querían tomar la medicina, si no quería comer, siempre seria mi culpa, porque yo era una incapaz, me gritaba y me gritaba sin parar.
No tenia permitido tocar su carro un mercedes. En tres diferentes oportunidades, lo use para buscar los niños al colegio o hacer alguna diligencia, me gritaba y me gritaba pues decía que yo le podía chocar su carro, jamás choque ningún carro de la casa, el en cambio destrozo el mercedes y choco la camioneta y luego le robaron la toyota.
Yo no tenia permitido tocar la antena parabólica mucho menos cambiar de satélite solo encender la tele y ver los canales que tenia a disposicion.
Datos del Cuento
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