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Alma de Bestia

Contemplo la oscuridad de la inmensa calle a través de truenos que iluminan brevemente ese fondo oscuro que es el suelo, solo escucho sonidos de cláxones, las gotas de agua cayendo sobre los cristales y sobre los paraguas de unos cuantos transeúntes, la gente se ve tan insignificante desde aquí, realmente la gente es insignificante, la lluvia cae sobre mi mojando mi pelo, mis ropas, aunque realmente no me importa, pocas cosas me importan en mi vida, básicamente una pregunta me viene rondando toda mi vida: ¿Por qué?, decidí volver a dentro, estaba harto de estar mojado, retomé mis pasos hacía dentro de la casa, una casa que una vez fue mi prisión, entre estas malditas paredes no tengo ni un solo buen recuerdo, aunque sea me conformo con no haberme vuelto loco, al menos, no creo estarlo, mientras me dirijo a mi cuarto paso por al lado de la biblioteca, mi cárcel, mi prisión, durante…¿cuánto fue?, ¿8?,¿9 años?, maldita sea, no consigo recordar, solo dirigir mi mirada hacia aquel lugar conseguía que un gran escalofrío me recorriera entero de los pies a la cabeza, sus puertas estaban cerradas, pero aún esas puertas cerradas, no era suficiente para olvidar todo lo que pasé ahí dentro.
Recuerdo cuando era más pequeño, me encantaba esa habitación, se trataba de una habitación enorme, varias estanterías alojaban cientos de libros, un mapamundi grande se encontraba en mitad de aquella habitación, aunque más que una habitación, aquello era un salón de dos pisos juntos, recuerdo subir alegremente por aquellas escaleras de caracol metálicas, dar muchas vueltas a aquel gran mapamundi, ver como giraba a gran velocidad, al fondo de la habitación había un gran ventanuco donde se podía ver la calle, era algo que me entretenía mucho, ver la gente, los coches, todo el paisaje en si, era pequeño, me conformaba con poco, si llegaba a saber lo que me esperaba, al día siguiente hubiera huido despavorido de lo que seria mi futura prisión, al día siguiente me encontraba caminando por una de las escaleras de caracol, cuando de repente la puerta se cerró, pensaba que había sido el viento, por la tarde siempre solía hacer viento, cuando intenté tira hacia fuera me di cuenta de que estaba trancada, no se había cerrado sola, me habían encerrado dentro, por aquel tiempo, pequeño y presa del pánico empecé a gritar:
- ¡Mamá!, ¡Papá!, me he quedado encerrado, ¡ayuda!.
Nadie al otro lado, empecé a llorar, tenía miedo, no quería quedarme encerrado allí, lentamente caía la noche, me ponía insistente tras la puerta a la espera de escuchar pasos, a la más mínima señal de pasos, aporreaba con mis manos la puerta en busca de llamar la atención de quien fuera y que me pudiera abrir, pero entre golpe y golpe podía oír como pasaban de largo, a partir de ese día empezaría mi encarcelamiento, fui tratado como un preso y lo más irónico es que mis carceleros eran mis padres, conforme pasaba el tiempo, mis padres idearon una forma para pasarme comida y ropa por allí, lo más raro es que era tratado como un animal, la pregunta de por qué me habían tratado así a partir de ese día todavía me sigue siendo un misterio, lo único que hice durante aquel tiempo fue leer, los cientos de libros que habían allí, los terminaba uno a uno, eso y el ventanuco, mi única vía de escape para que no me atrapara la locura, con el tiempo fui adquiriendo conocimientos, pero aquella puerta, por muchos conocimientos que adquiriera, no podría traspasarla nunca, allí mi imaginación se desbordó, muchos libros leídos, muchas ideas en mente, empecé a hablar solo, era mi única manera de sacar todas esas ideas que pensaban que me estallaría la mente si no las soltaba, cada cumpleaños solitario, sin nadie que te dijera “felicidades”, sin regalos, sin tarta, pero lo más importante, sin que nadie se acuerde de ti, cada vez que cumplía un año metido aquí dentro, maldije el día en que entré aquí y me encerraron, muchas veces me preguntaba, si no me hubieran encerrado aquí, ¿qué hubiera sido de mi vida?, seguramente estaría mucho mejor que ahora, era una pregunta que me hacía muchas veces durante mi tiempo de cautiverio, a su vez me venían varias preguntas más: ¿me irían bien los estudios?, ¿tendría buenas notas?, ¿tendría muchos amigos?, entre otras.
Hubo un suceso el cual me dejó bastante extrañado y aun hoy día me sigue siendo extraño, era una noche la cuál ya estaba harto de mi cautiverio (habían pasado seis años ya si mal no recuerdo) y estaba realmente furioso, lo que paso en ese momento no lo olvidaría en mi vida, recuerdo mi vista se volvía roja, todo lo veía de color rojo y me abalancé sobre la puerta y empecé a golpearla con fuerza, una fuerza la cual no parecía la mía, los golpes eran fuertemente sonados, tras un ultimo golpe, me retiré de un salto y me desplomé sobre el suelo, miré mis puños, estaban llenas de astillas y sangraban lentamente, me levanté con las pocas fuerzas que me quedaban, cogí uno de los libros que ya había leído, arranqué dos páginas y las usé a modo de venda, hecho esto, recuerdo tumbarme en el suelo, estaba cansado, altamente cansado, al día siguiente me levanté y la puerta estaba destrozada, pero solo había roto pequeñas partes de la puerta, miré por esos pequeños huecos para ver que había, un muro de piedra delante, alguien había tapado la puerta con un muro de ladrillo, cuando vi aquello, me sentí totalmente desplomado, no había manera de salir de allí, solo años después conseguí salir, aunque no fue de la manera que más quería, era una noche, me encontraba durmiendo sobre el suelo cuando oigo pasos, era muy tarde como para que mis carceleros me vinieran a dar comida o algo, además, oía a más de una persona, ya eso era demasiado raro, cuando los pasos cesaron, se encontraban delante de la puerta, podía sentirlo, rápidamente me escondí bajo la mesa, me quedé quieto allí, los sonidos dejaban claro lo que estaban haciendo, estaban echando el muro abajo, ¿venían a salvarme?, ojalá hubiera sido así, eso era algo secundario, porque al fin saldría de esta habitación, cuando el muro se tiró y luego lo poco que quedaba de la puerta también, entraron a toda velocidad y podía oír sus voces, sonaban extrañas, como si algo tuviera delante de la boca:
- Joder, ¿habéis visto lo que ha hecho a la puerta?.
- Si, está despertando, tenemos que llevarlo de vuelta cuando antes.
Yo no sabía de que hablaban, pero vi la puerta abierta y no lo pensé dos veces, salí corriendo de debajo de la mesa y fui con intención de salir de allí, al parecer me habían visto, aún así no pensaba pararme:
- Alpha, ahí va- dijo con intención de dispararme.
- ¡No seas idiota, he dicho que lo quiere vivo, usad los dardos!.
Mientras corría por el salón, tenía la intención de salir de allí por donde fuera, los dardos no tardaron en aparecer, me pasaban silbando por al lado, hasta que uno desafortunadamente me impactó en el brazo, sentí por primera vez desde hace mucho el dolor, gracias a los libros que había en la biblioteca sabía que no tardaría mucho en desplomarme, sin pensarlo dos veces tenía que alejarme lo más posible antes de que el dardo me hiciera un efecto total, así que pasé la puerta de la entrada y me intenté perder en mitad de la oscuridad de la noche, al poco tiempo de alejarme los efectos del somnífero empezó a hacer efecto, empecé a marearme, tenía que buscar un sitio donde refugiarme hasta que volviera a la normalidad, en un callejón di con una escalera de salida de incendio, logré subir a duras penas entre el dolor del brazo y el somnífero, cuando finalmente había llegado al primer piso, me desplomé allí para dejar que el somnífero hiciera efecto y estar “a salvo”.
Pasó una semana antes de poder volver a la casa, tal vez me habían dado por muerto o desaparecido, fue una semana relativamente dura, cuando pude volver la casa estaba desierta, incluso mis padres habían desaparecido, de eso hacía ya dos años, pude arreglar la puerta de la biblioteca, todo me las tuve que apañármelas yo solo, si alguien de más se enteraba de que seguía vivo, ellos volverían y creo que esta vez no tendría ninguna oportunidad de salir vivo, de todos modos, habían cosas que seguía sin comprender, ¿quiénes eran?, ¿qué buscaban?, ¿a qué se referían con “está despertando”?, eran preguntas las cuales no encontraba respuesta, de todos modos, para ayudar a que no me encuentren me había cambiado un poco de apariencia, mientras me miraba en el espejo, ahora mi pelo era largo, hasta por debajo de la cintura, de un color rojo fuerte, básicamente hace dos años que no me han visto y cuando huí no es que me dejara ver mucho, por lo tanto creo estar a salvo, si no fuera porque vivo en la misma casa, es el único inconveniente de todo esto, mientras me miraba al espejo me contemplé: Un chico de estatura media-alta, complexión normal, pelo muy largo y una cara de frialdad fruto de la falta de cariño durante tantos años. Así soy yo, me cambié de ropa y me sequé el pelo, tras esto, me metí en la cama para descansar, mirando el reloj, eran la una y media de la madrugada, me viré hacia la ventana para ver como la lluvia empañaba los cristales y golpeaba insistentemente, maldita sea, me era imposible dormir, me sentía demasiado triste y raro como para dormir, recordar todo aquello, luego tantas preguntas en mente y que nadie puede responderme, me levanté de mi cama y caminé a lo largo del pasillo, volviendo a mis orígenes: mi cuarto, cuando encendí la luz, allí estaba todo como estuvo antes de que me encerraran en la biblioteca, algunos peluches sobre la estantería, la cama ordenada y aunque todo lleno de polvo, se ve como años atrás, este cuarto casi no lo toco, es lo único que me hace recordar la etapa feliz de mi infancia, etapa que para mi desgracia ya paso hace mucho, estuve llorando un rato en el marco de la puerta, me robaron parte de mi infancia y casi toda mi adolescencia, he sido privado de toda muestra de afecto o cariño, ¿acaso eso me ha convertido en un monstruo insensible?, la verdad es que no sabia, simplemente lo único que sabía es que aquello me dolía y mucho, estar solo es tan…duro, me levanté y me metí en la cama, ya no podía aguantar más tiempo despierto sin ya acabar pensando en el suicido, la vía fácil, la vida plantea retos, obstáculos para ver si somos capaces de seguir o arrodillarnos y rendirnos, no tenía pensado hacer lo segundo, al poco rato me había quedado dormido finalmente, otro maldito día se había acabado.
Al día siguiente desperté, la lluvia había cesado y el cielo se veía claro, finalmente el paisaje ya parecía un poco más alegre, salí un poco a tomar el aire, fui a la terraza y se respiraba un aire húmedo, se notaba que había terminado hace poco de llover, tras respirar un poco de aire fresco, volví adentro, esta casa se dividía en dos plantas, la segunda no era tan frecuentada por mi, en la segunda se encontraba un pequeño gimnasio improvisado y un cuarto trastero (anteriormente el cuarto de mis padres), tras desayunar me puse a golpear el saco que había en la habitación-gimnasio, otra vez se lo debo a los libros de aquella biblioteca, en ese cuarto practico todo lo visto y leído allí, lo hacía básicamente por necesidad, si aquella gente vuelve a por mi, no lo tendrán tan fácil, tras eso, salí a la calle, no sabía que hacer, tal vez una vuelta me despejara un poco las ideas, desde mi encierro, no he vuelto a pisar una escuela, aunque poco me hacía falta, no podía presumir de ser superdotado, pero tantos libros no me habían sido en vano, sin embargo, tengo algunos amigos allí a los que voy a ver de vez en cuando, suponía que era la hora del descanso, así que fui a echarles una visita, pasé la valla del instituto sin ningún problema, suelo tener tendencia de desconfiar de todo el mundo, porque cualquiera podría ser alguno de mis captores o en su defecto, que conozca a alguno de ellos y les pueda avisar de mi presencia, mi desconfianza mayor residía en los adultos, no creía que ni un chico ni un adolescente fueran capaces de ir como iban aquella gente, pasé con la mayor discreción posible hacia donde encontré a Tiffany, una de mis amigas, llevaba un pañuelo azul en la cabeza, unos vaqueros blancos y una camisa rosa corta, sinceramente se veía muy bien:
- Hola Tiffany, ¿cómo estás?.
- Yo muy bien, ¿cómo te va a ti?.
- Bueno, últimamente de bajón, pero nada importante, ¿has visto a Clark?.
- ¿Clark?, pues está en clase estudiando.
- ¿Hay alguna vez que no le dé por estudiar?.
- Pues la verdad es que no sé, pero casi que le veo casado con una bibliotecaria, jajaja.
- Podría ser, jajaja, en fin, voy en su busca.
- Está bien, cuídate.
- Gracias.
Me marché de allí en busca del medio empollón que era Clark, a decir verdad, sabía perfectamente donde buscar, fue simplemente encaminar mis pasos hacía la biblioteca, no había mejor lugar donde buscar, me metí en la biblioteca del instituto y simplemente echando una mirada alrededor, di con él, se encontraba sentado leyendo (como no) un libro, me acerqué y me senté a su lado:
- Hombre Clark, que raro verte por aquí- dejé entrever mi ironía.
- ¡Jod…!, pero, ¿qué haces aquí?- preguntó bajando el tono.
- Nada fuera de lo común, simplemente venia a hacerte una visita.
- Tío, realmente pareces una jodida sombra.
- No me gusta llamar la atención.
- ¿Y eso implica un ataque cardíaco mientras estoy leyendo?.
- Hmm, dímelo tú.
- No importa, ¿qué te trae por este lugar?.
- Lo que hace el no saber que hacer, así que me pensé en darme una vuelta por aquí.
- Pues como alguien del profesorado te vea, vas a tener problemas.
- Seguramente, aunque poco me importa, en fin, me largo, sigue con tus libros, esperemos que alguna vez te sean de ayuda.
- Dicho esto, me fui de allí, creo que la indirecta estaba más que clara, cuando dijo “como alguien del profesorado te vea, vas a tener problemas” en realidad quiso decir “lárgate, me estás molestando”, no era muy difícil de pillar la indirecta, mientras me dirigía a la salida me encontré con Tiffany:
- ¿Diste con Clark?.
- Si, tan seco como siempre, ese tío es más áspero que un papel de lija.
- Bueno, ya sabes que no suele tratar mucho con la gente, intenta comprenderle.
Yo simplemente inspiré y expiré largamente, y luego le dije:
- Bueno, no le voy a dar más importancia, me voy.
Dicho esto, volví a salir por la misma valla por la que había entrado, mientras iba caminando por la calle me pasó un raro pensamiento, siempre que algo tenía que ver con Clark, Tiffany automáticamente salía a su defensa, creo que esos dos están liados, al menos, eso me parecía, mientras pensaba en tal trivial tema, pasé por al lado de un callejón y una cosa me llamó la atención, una silueta, pequeña y un tanto blanquecina por la poca luz que entraba allí adentro, mi curiosidad fue superior a mí y fui entrando poco a poco en aquel callejón, a medida que avanzaba, mi sombra cubría la poca luz que entraba lo cual solo me dejaba ver la silueta, ahora más oscura a causa de que mi cuerpo tapara la poca luz entrante, mi corazón latía rápidamente, estaba un poco temeroso sobre lo que iba a encontrar al inspeccionar esa silueta, me acercaba silencioso, si era algo, lo sorprendería, finalmente estaba a pocos centímetros de lo que fuera aquella silueta, finalmente me puse de cuclillas y me decidí a tocarlo, nada más tocarlo, aparté la mano por si se movía, pero no fue así, lo cual me dio cierta seguridad para volver a tocarlo y esta vez, inspeccionar que era, la falta de luz dificultaba esa tarea, así que me puse por el lado opuesto para al menos tener un poco de luz, inspiré hondo y cogí aquella silueta por debajo, la puse boca arriba y cuando la luz del sol dio sobre aquella cosa me quedé perplejo al ver finalmente lo que era:
- ¡Es una niña!.
Me costaba mucho creerme el hecho de que hacía una niña tan pequeña tirada aquí, lo primero que hice tras recuperarme del sobresalto fue averiguar si todavía tenía vida, cuando le tomé el pulso, por suerte todavía seguía viva, eso en parte me tranquilizó, no sabría como hubiera reaccionado al tener una niña muerta entre mis brazos, solo tenía dos opciones, en realidad tres, pero la tercera era totalmente cruel y ni de coña lo iba a hacer, mis dos primeras opciones eran:
1º- Llamar a una ambulancia y que se la llevaran a un hospital (algo me hizo sospechar que esta idea no me saldría del todo bien, sus ropas eran simplemente como un traje que usan los enfermos de hospital, me pregunto de donde se ha escapado o en su defecto, quien la había dejado aquí).
2º- Dejarla en mi casa de momento (me parecía la mejor idea, en su estado actual me era imposible preguntarle nada, la dejaría descansar en mi casa hasta que recuperase la conciencia y entonces podría saber las cosas que determinarían que sería lo siguiente que haría).
La tercera opción era dejarla allí, pero no soy tan cruel, ahora se planteaba otro inconveniente, ¿cómo la llevaría hasta mi casa?, suponía y era más que lógico el hecho de ir con una niña en brazos con ese atuendo aparentaría que la he secuestrado o algo así, además estaba un poco sucia y descalza, tenía que ingeniármelas para no dar sospechas, tras pensar un poco, usé mi chaqueta para tapar su atuendo y en parte sus pies, la levanté y la llevé en brazos hasta mi casa, era una niña de 6 o 7 años, por lo cual no me fue mucho problema cargar con ella, por el trayecto alguno que otro sospechó de que llevara a una niña pequeña en brazos, pero mientras no avisaran a nadie, todo estaría bien, no quería tener a la policía detrás intentando conseguir información que ni siquiera yo tenía, cuando finalmente llegué a mi casa, fui a mi viejo cuarto y acosté a la niña allí, la tapé y lo único que me tocaba ahora era esperar a que despertase, así que cogí una silla y la puse al lado derecho de la cama, con lo cual tenía la ventana para entretenerme mientras, las horas pasaban lentas y ella seguía allí, sin apenas moverse, eso si, me percataba que respiraba gracias a las pequeñas subidas y bajadas de la manta, aproveché para echar un ojo más tranquilamente a la habitación, pensándolo bien, le vendría una limpieza, todo estaba intacto, pero había una peste en el ambiente a cerrado, aunque era verdad que ese cuarto no se abría con mucha frecuencia, tal vez cuando estoy triste, abro la habitación para ver todo como estaba la última vez que mi madre había ordenado la habitación, el mismo día que me quedé encerrado, observé mi viejo escritorio, estaba lleno de polvo, “los años no pasan en vano” me dije para mis adentros, inspeccionando lo que había en la parte honda del escritorio encontré una libreta, cubierta de polvo por el tiempo, cubierta roja y las anillas del lateral un poco oxidadas por el tiempo, lo abrí por una pagina al azar, al parecer era un diario, ya me había olvidado que tenía uno, al parecer me había quedado la noche anterior, empecé a leer para ver que decía:
“14 de Marzo de 1992:
Querido diario, hoy me siento algo preocupado, mis papas me dicen que me quieren mucho y eso me pone feliz, aunque hay veces que cuando creen que no miro, su cara cambia un poco, a una cara seria e incluso preocupada, al mediodía tras almorzar me vine aquí para descansar, pero no tenía sueño y decidí bajar al salón para ver la televisión, pero no llegué a entrar en el salón porque podía escuchar a mis padres hablando algo alterados en el salón, hablaban sobre algo de encerrar a alguien cuanto antes, ¿que había pasado?, tengo miedo…”
Aquí se acaba el diario, ahora entendía lo que querían decir con aquello, cuando hablaban de encerrar a alguien se referían a encerrarme a mí, pero, ¿por qué?, es lo único que todavía no entiendo, ¿qué o quién les había incitado a encerrarme?, ¿con que fin?, parece que ahora las preguntas se multiplican, preferí aprovechar un poco el tiempo y empecé a limpiar un poco aquel viejo escritorio, mientras limpiaba el escritorio me percaté de algo, oía ruidos a mis espaldas, así que me di la vuelta para ver como la niña se movía hacia un lado y otro, al parecer estaba teniendo una pesadilla, me acerqué rápido hacia ella y agarrándola suavemente por los hombres le dije:
- Eh, tranquila, despierta, vamos, despierta.
Entonces, finalmente se sobresaltó y se despertó, parecía asustada, a decir verdad, quien no, nada más verme, se hecho hacía atrás y se tapó con la manta hasta los ojos, solo echando tímidas miradas por encima de la manta, yo no sabía bien como reaccionar, no había estado en situaciones similares, así que lo único que se me vino a la mente fue intentar hablar con ella:
- Tranquila, te encontré en la calle y ahora estás a salvo- intenté explicarme lo más lenta y claramente posible para que me entendiese, ella al parecer entendió lo que dije, sin embargo no dijo nada, cosa que me extraño, finalmente había conseguido que bajase la manta, podía verle la cara, ya al menos no parecía asustada, sin embargo intenté preguntarle una cosa para salir de dudas- ¿puedes hablar?.
Ella negó con la cabeza, lo cual me dejó con dos opciones en mente o bien no podía hablar o bien no sabía hablar (cosa que una niña de semejante edad se supone que ya debería saber hablar en condiciones), esto hizo que me delimitasen mucho las cosas, me levanté, cogí papel y bolígrafo y se lo di e hice otra pregunta:
- ¿Sabes escribir?.
Ella cogió el bolígrafo y empezó a escribir, escribió un “si” aunque un tanto mal, parecía que tampoco sabia escribir del todo bien, aún así le hice la pregunta que me ayudaría a aclarar un par de cosas:
- ¿Dónde están tus padres?.
Empezó a escribir y escribió un simple “no”, lo cual me dio a pensar que sabía escribir, pero no del todo, ¿bajo que ambiente ha crecido esta pobre criatura?, está visto que si le pasa cualquier cosa y no la tengo a la vista no me voy a enterar, esto iba a ser más complicado de lo que había pensado, lo primero era que se limpiase un poco, no es que estuviera muy sucia pero su cara y sus pies estaban un tanto sucios, le agarré la mano y se puso de pie, pero al segundo siguiente se estuvo a punto de caer si no la llego a coger, la volví a poner de pie pero se volvía a caer, parecía como si no tuviera fuerza en la piernas, durante un momento pensé que era paralítica, decidí salir de dudas, la puse de nuevo sobre la cama y le intenté hacer cosquillas en los pies, si tenía cosquillas y movía sus piernas como acto reflejo, eso indicaba que si, las piernas si le respondían, al parecer a ella le gustaba también las cosquillas, así que le seguí haciendo cosquillas durante un rato, sus risas me hicieron feliz, me sentía bien haciéndola feliz, cuando ya decidí terminar de jugar con ella le dije:
- Bueno, vamos a intentarte de nuevo ponerte de pie a ver por qué no te mantienes sostenida, ¿vale?.
Ella afirmó con su cabeza, la verdad es que me sentía como intentando enseñar a un bebé a caminar, tras dos intentos más me di cuenta finalmente de que no sabía, así que tuve que usar algo para además de poder llevarla al baño, viera como se camina, se me ocurrió una genial idea, alcé sus brazos hacia arriba y mis pies iban empujando los suyos, dando pequeños pasitos, bien es verdad que tardé bastante en llegar con ella al baño, pero al menos le enseñé como era caminar, suponía que debería estar así durante más de un mes antes de que ella empezara a caminar por su cuenta, finalmente habíamos llegado al baño, la subí al borde de la bañera, le lavé el pelo, la cara y los pies, era relativamente raro, al principio cuando oyó el agua caer sobre la bañera, se asustó un poco y luego al entrar en contacto con el agua también se asustó un poco de su tacto húmedo y frío, cuanto más tiempo pasaba, más desconcertado me tenía esta pequeña, pareciese como si la mayoría de las cosas las hubiera visto por primera vez, un bebé claro que podría ser, pero ella, la verdad que estaba bastante confuso, le sequé los pies y aquel cabello rubio que tenía, sus pequeños ojos verdes esmeralda me miraban a través de los mechones de pelo que se le iban quedando delante tapándole parte de la cara, una vez el pelo seco, se lo hice hacía atrás dejando su cara totalmente libre de pelos, con lo que ella me sonrió y yo le correspondí, usando la toalla a modo de zapatos, hicimos el mismo recorrido de vuelta, extrañamente la notaba un poco más suelta a la hora de caminar, pero obviamente la tenía que seguir agarrando como antes, cuando llegamos a la habitación, se subió a la cama ella sola, no era conveniente que caminara descalza, ya que de nada hubiera servido haberla lavado, fui al armario de aquella habitación y saqué mis viejas sandalias, estaban intactas desde la última vez que las usé, se las puse en el suelo para que las usara:
- Bueno, de momento tendrás que usar esto hasta que te consiga unos zapatitos de tu talla, ¿te parece?.
Ella afirmó con la cabeza, yo dejé aquellas sandalias a los pies de la cama, tenía que buscar la manera de que ella me explicara como es que estaba en aquel callejón o al menos, donde están sus padres, me marché de aquella con la intención de hacer algo de comer, pero antes de llegar al marco de la puerta oí pasos, cuando me di la vuelta me sorprendió enormemente ver como ella, estaba detrás mía, a un par de pasos de la cama, se sostenía perfectamente en pie, me encontraba totalmente perplejo ante aquella situación, ¿cómo era posible que hacía escasos minutos yo la estaba ayudando a caminar y ella ahora pudiera estar de pie y caminar perfectamente?, yo para terminar de asegurarme, di dos pasos más hacía atrás y ella dio dos pasos hacía donde yo iba, tal vez el hecho de haber hecho aquel ejercicio de ayudarla a caminar le haya devuelto la fuerza necesaria en las piernas como para moverse por sí misma, me encontraba realmente feliz al ver que al menos ya podía caminar por su cuenta:
- Muy bien, ya sabes caminar.
Le di un abrazo y ella, tras unos segundos, me correspondió, cuando me separé de ella le dije:
- Bueno, te voy a preparar algo de comer, ¿vale?.
Ella afirmó con la cabeza, mientras iba de camino a la cocina, oía sus pasos detrás siguiéndome, una vez en la cocina, le dije que se sentara en la silla señalando la silla, ella se sentó sobre la silla y preparé algo, el resto del día lo decidí aprovechar para enseñarle a ella como escribir y un poco también leer y hablar, un poco de cada, había caído la noche, ambos estábamos cansados, jamás me había puesto explicar a nadie nada, no sabía que era tan cansino, a ella se lo notaba en la cara, sus párpados cerrándose y abriéndose con suaves golpes, la cogí en brazos no fuera que mientras caminaba a la habitación se quedara dormida por el camino, cuando llegamos a la habitación la dejé sobre la cama y la tapé, su carita ya reflejaba que un poco más y estaría soñando tranquilamente, cuando finalmente había cerrado los ojos, me levanté lentamente de la cama para no despertarla, cuando ya estaba totalmente levantado y dispuesto a irme, noté como algo tiraba de la parte baja de mi camisa, cuando miré era su mano agarrada a la parte baja de la camisa, al parecer no quería que me fuera, esto en parte me hizo sentirme querido, algo que no sentía desde hacía muchos años, este gesto hizo que me durmiera yo allí también, en fin, supongo que no podía decirle que no a la única persona que me ha brindado esta sensación de sentirse querido, me tapé yo también y allí pasamos la noche, durante lo que restaba de mes, usé parte del dinero que mis padres guardaban en una caja fuerte la cual estaba escondida, era una suerte haber dado con la combinación ya que dentro había mucho dinero, usando parte de esa pequeña fortuna además de para yo comer, pues le compré ropa y zapatos a ella, vamos, que tuviera donde elegir que ponerse, era raro, pasaban los días, le enseñaba palabras nuevas, le enseñé que no debía seguirme a todos lados si no se lo decía, le había comprado libros, libretas, cosas para que leyera y escribiera, que practicara lo que le había enseñado, me había centrado en eso y me había olvidado de lo más importante, su nombre, no había preguntado por su nombre, todo este tiempo la había llamado “pequeña” pero no se me había ocurrido preguntar por su nombre, una noche mientras cenábamos le pregunté:
- Pequeña, ¿cómo te llamas?.
Ella tardó un poco en empezar a hablar (en ese mes ya ella empezaba a hablar, tardaba un poco entre palabra y palabra, pero avanzaba rápido) pero me dijo:
- No…lo…sé.
Otra cosa que desconocía, cuando más descubría acerca de ella, más intrigado me tenía, ¿cabía la posibilidad de que fuera una niña amnésica?, lo dudaba mucho, los amnésicos si mal no recuerdo solo pierden parte de la memoria o toda la memoria, pero jamás dejan de hablar, habían demasiadas cosas que no cuadraban, por un lado, el desconocimiento total acerca de su pasado, por otro lado, su forma extremadamente rápida de aprender, el lugar donde la encontré y otras cosas más, vista la situación no me quedaba otra que ponerle un nombre:
- Bueno, habrá que ponerte un nombre, ¿qué te parece Erika?.
- No…me…gusta.
Otra cosa que había conseguido y que me parecía bien era que ella tuviera opinión propia, al principio ella iba detrás de mí todo el tiempo, siempre me daba la razón y no me convencía así, con el tiempo conseguí que ella tuviera opinión propia, había que dejar claro que no quería ver a esta pequeña como un títere, ella tenía que tener iniciativas propias, así que se me ocurrió otros nombres:
- ¿Qué tal Mina?.
- No.
- Hmm, ¿y Jennifer?.
- ¡Si!- dijo feliz, este nombre si le había gustado, en fin, de poseer otro nombre, pues ya ella decidirá con cual se queda, pero de momento se llamaría Jennifer, eso si, Jennifer era una niña muy cariñosa, me he dado cuenta desde aquella noche que me agarró suavemente la camisa para que no me fuera y sin darme cuenta me he hecho medio padre, cuidando de ella y viendo que no le falte de nada, tal vez en un intento de que ella pueda disfrutar toda la infancia y verla feliz, era seguramente lo que más me importaba en aquel momento, mientras veíamos la televisión, ella reposaba encima de mi, le gustaba siempre estar cerca de mi, lo que hubo un suceso que me llamó la atención, mientras veíamos la televisión, me parecía oír algo, cuando pasé mi brazo sobre la espalda de ella pude sentir como en su espalda se notaba algo y no era la columna, quise salir de dudas, puse mi oreja sobre donde había encontrado aquello y lo podía oír, estaba…¿ronroneando?, de ser así no me lo podía creer, ¿cómo era que una niña, mejor dicho, una persona era capaz de ronronear?, ¿tendría ella constancia de ello?:
- Jennifer, ¿tú sabias que puedes ronronear?.
- ¿Qué…es…ronronear?.
- Es lo que hacen los gatos cuando se sienten bien.
- Yo…no…soy…gatito.
- Ya sé que no eres un gatito, pero es muy raro, bueno, ¿te molesta o te duele cuando estás así?.
- No.
- Bueno, entonces creo que no importa mucho, aún así me sigue pareciendo raro.
Eso no sería lo último raro que vería, cosas más raras estaban por venir, una noche, mientras la acostaba, me dijo algo que se me quedaría grabado por siempre:
- Buenas noches Jennifer.
- Buenas…noches…papá.
Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo cuando oí aquello, ella me había llamado “papá” me consideraba su padre, yo realmente no sabía que decir, estaba totalmente perplejo, me acerqué a ella y le pregunté emocionado:
- ¿Me has llamado papá?.
Ella cabeceó afirmando mi pregunta, yo le di un cálido abrazo en respuesta a lo que dijo, ya que varias sensaciones se me pasaron por la cabeza, alegría, sorpresa entre otras cosas, me fui de allí bastante alegre y aquella noche me costó un poco conciliar el sueño pensando en aquella frase y más concretamente en la palabra “papá”, pero finalmente me dormí, al día siguiente era temprano cuando ella me despertó y me dijo:
- Papá…tengo…raro.
Lo que en realidad quería decir era que tenía algo raro, eso en parte me quitó el embobamiento que tenía encima y preocupado pregunté:
- ¿Qué te ocurre?.
Ella se puso de espaldas y se subió la camisa un poco, lo suficiente para ver que de la base de la espalda empezaba a salir algo, era algo pequeño, un pelo rosa lo cubría, se movía lentamente de un lado a otro, cuanto más tiempo pasaba con ella, más me sorprendía, decidí tocarlo y cuando lo agarré suavemente ella dijo:
- ¡Miau!- en señal de quejido.
Yo en ese momento me quedé totalmente perplejo, pregunté totalmente confuso:
- Has…¿maullado?.
Ella simplemente se ruborizó, yo la verdad es que no sabía ya que tenía delante, si una niña o una gata, lo que menos me convenía en aquel momento era preocuparla, así que dije:
- No te preocupes, ¿vale?, ya veremos como solucionamos esto.
Ella parecía menos preocupada ahora, a decir verdad no tenía ni idea de que iba a hacer, era imposible llevarla a un médico, era algo demasiado raro, primero los ronroneos, ahora la cola, ¿qué demonios iba a ser lo siguiente?, estaba preocupado por ella, no había visto nunca nada igual, por lo tanto tuve que estar pendiente de ella en todo momento por si habían más cambios o empeoraban ya los vistos, por la noche me encontraba preparando la cena, cuando un grito hizo que dejara lo que estaba haciendo de golpe, fui corriendo hacía su habitación, y la vi, tirada en el suelo con sus manos en la cabeza y llorando, yo rápidamente la estreché entre mis brazos y le pregunté muy preocupado:
- ¿Qué te ocurre Jennifer?.
- Papá…duele.
Yo no sabía que hacer, ella se sostenía con fuerza la cabeza, por lo tanto el dolor estaba ahí, yo por hacer algo miraba a ver si tenía alguna herida, si se había caído o algo, mientras buscaba desesperado la fuente de dolor, de repente dos pequeñas aberturas empezaron a aparecer y de ellas, algo empezó a salir, ella se agarró fuertemente a mi camisa mientras sus lágrimas caían como una cascada, yo rápidamente cogí lo primero que tenía a mano para poder secar la sangre que iba saliendo mientras sea lo que fuere iba saliendo, cuando finalmente paró su avance, estaban cubiertas de sangre, cuidadosamente las fui limpiando, ella había dejado de agarrar con fuerza la camisa, pero podía seguir oyendo sus sollozos, el dolor había disminuido, pero aún seguía ahí, parecían orejas diminutas pero semi triangulares, un tono rosado las cubría, una vez limpiada toda la sangre, pude notar como sus sollozos también habían cesado, ahora simplemente estaba respirando, a causa del dolor se había quedado sin conciencia, en este momento no estaba seguro de si querer dejarla en la cama o sobre una silla en la cocina por si pasaba cualquier cosa, decidí hacer una cosa intermedia, suavemente dejé a la niña en la cama, la tapé y bajé a la cocina, me preparé algo rápido, volví a la habitación y sentándome en la silla me comí aquello mientras no le quitaba el ojo a ella, no sé que le estaba pasando y la situación estaba acabando conmigo, una vez cenado, miraba a través de la ventana, no sabía que estaba pasando, no sabía como reaccionar a esto, era todo tan…confuso, volviendo mi mirada hacía la cama, más concretamente hacía ella me pregunté “¿Quién te ha hecho esto, pequeña?, dime quien ha sido y te juro que pagará”, su cara ahora parecía más relajada, sin embargo, minutos antes, lloros, dolor, tenía el ligero presentimiento de que todo se me estaba escapando de las manos, solo al ver su carita dormida fue lo que me devolvió las fuerzas para seguir adelante, ella me necesitaba a su lado, ella necesitaba a su “papá” y no iba a darle la espalda, ¡jamás!, eran las dos de la mañana, el sueño empezaba a poder conmigo, por otro lado, no quería dormirme, me daba miedo el volver a despertar y que le haya pasado algo, no me lo podría perdonar, pero finalmente acabé durmiéndome en la silla, horas más tarde, fue un ronroneo lo que me despertó, cuando miré, ella se encontraba durmiendo encima mía, su ronroneo era suave pero bastante audible, sus brazos rodeaban mi cuello, su cabecita sobre mi pecho, la cola le había crecido bastante, le podía llegar tranquilamente hasta las rodillas, aunque en ese momento se encontraba pegada a su costado, su pelo rosado ya era un poco más débil, sus orejillas también habían crecido un poco, lo que no había rastros de sangre en su pelo ni nada, no me lo explicaba, de todos modos, su cara reflejaba tranquilidad, se encontraba realmente bonita durmiendo, le acaricié un poco el pelo teniendo cuidado con aquellas “orejas”, al poco de empezar a acariciarla, sus pequeños ojos se abrieron aunque fuera un poquito, estaba endormida por lo tanto, sus ojos estaban medio entre cerrados, cuando me miró a la cara, me sonrió y me dijo:
- Buenos días, papá.
- Buenos días, Jennifer.
Su cola se desplegó de su costado quedando suspendida por la gravedad, ella al parecer se sorprendió de aquello, mientras, su cola empezaba a moverse libremente de un lado a otro, a ella le hizo algo de gracia eso, además de que me dio a entender que ella no era dueña absoluta de los movimientos de su cola, intentó cogerse la cola, para ello, intentándola coger cuando llegaba al punto más alto, a mi me resultaba divertido verla así, en entretenía y de paso, olvidaba lo que pasó aquella noche, tras un rato así, se dio por vencida, sabía que no iba a poder coger algo que estaba a su espalda, al menos no de la manera que lo estaba haciendo, también me percaté que sus nuevas orejas estaban siempre en movimiento, hacía atrás y hacía adelante básicamente, esto último no sabía si lo hacia instintivamente o era ella quien controlaba esos movimientos, era realmente raro estar a cargo de una niña-gata, pero lo había asumido, no me importaba, era mi pequeña y pobre del que intentara arrebatármela, los días fueron pasando, su cola había aumentado un poco más de largo y sus orejas habían dejado de ser pequeños semi triángulos, a convertirse en semi triángulos más grandes, los movimientos de su cola seguían siendo involuntarios, pero al parecer había aprendido a mover las orejas a su antojo, captando sonidos que yo no podía oír, su aprendizaje seguía avanzando a velocidades muy grandes, ya ni siquiera se paraba entre palabra y palabra, incluso podía leer libros sin problemas, ambos nos encontrábamos a gusto juntos, incluso una noche me dijo:
- Papá, ¿puedo darte un masaje en la espalda?.
Yo realmente no me esperaba que me preguntase eso, sin embargo, me picaba la curiosidad, así que le respondí que si, me tumbé boca abajo sobre la cama (estábamos en su cuarto) y ella se puso encima de mi espalda, ella sabía lo que era un masaje, pero me había dejado claro por los primeros movimientos que no tenía ni idea de cómo hacer uno, antes de que me siguiera destrozando la espalda le dije:
- Pequeña, me temo que no lo estás haciendo bien.
- ¿Tú crees?- me preguntó con esa voz tan dulce que tenías y con un cierto tono de incredulidad.
- Si, el masaje ha de ser algo que tanto el que lo dé como el que lo hace se sientan bien, pero a mí me estabas haciendo daño.
- Perdona- dijo bajando su cabeza.
- No te preocupes, yo te enseñaré a hacer uno, ven, túmbate donde estaba yo.
Ambos cambiamos de posición, le levanté la camisa para dejar la espalda al aire:
- Ahora tienes que relajarte, ¿vale?.
- Si.
Al poco empecé a pasar mis manos suavemente por su espalda, estaba cálida, aunque algo tensa:
- Relájate pequeña.
Al poco noté como aquella tensión que había localizado había desaparecido, seguí con mi “trabajo”, realmente no me llevo mucho tiempo ya que al poco de empezar, noté como se había dormido, decidí terminar el masaje y entonces taparla para irme silenciosamente, pero antes de poder llegar a dos pasos lejos de la cama, notaba como su manita me cogía mi mano derecha y decía casi como si fuera un suspiro:
- Papá.
- ¿Qué ocurre?.
- Quédate conmigo esta noche, por favor.
Yo la verdad es que no me pude negar, me metí allí y nada más meterme, ella se acurrucó sobre mi pecho y casi instantáneamente escuché sus ronroneos (durante el masaje también los había notado, pero se cortaron en cuanto me fui), en mitad de la noche, ella me despertó:
- Papá, despierta papá.
Yo, medio endormido pregunté:
- ¿Qué ocurre?.
- Hay alguien arriba.
- No puede ser, aquí solo somos tú y yo, no hay nadie más.
Mis propias palabras se me volvieron en contra en cuanto la puerta se vino abajo y la entrada de varios hombres, la verdad que aquella escena pasó tan rápido que apenas logré coordinar las cosas hasta haberlas pensado detenidamente, primero esa gente habían aparecido repentinamente a pesar de que Jennifer me había advertido, luego, sin esperar nada, me lanzaron un par de dardos tranquilizantes, irónicamente la historia se volvía a repetir, pero esta vez si había sido cazado, mientras aquellos dardos hacían efecto, los gritos de Jennifer los escuchaba como si provinieran de la habitación del fondo a pesar de tenerla a escasos centímetros de mí, finalmente caí, momentos más tarde (al menos lo que a mí me pareció momentos) desperté, la visión la tenía borrosa, además de un ligero mareo a causa de los tranquilizantes, entonces empecé a oír voces:
- Señor, se está despertando.
- Finalmente, ya iba siendo hora.
Mientras intentaba recuperarme totalmente, una bofetada me hizo “acelerar” el proceso de recuperación de los sentidos, cuando ya estaba totalmente restablecido pregunté:
- ¿Dónde estoy?.
- Estás en casa.
- Esta no es mi casa.
- En eso te equivocas, no confundas lo que tú recuerdes con lo que yo sé.
- ¿Quién eres tú y de que estas hablando?.
- Se nota que no has sido un experimento exitoso, en fin, yo soy aquel que te dio la vida, quien te creo aquí, en este laboratorio.
- ¿Crearme?, ¿laboratorio?.
- Si, digámoslo de otra forma, tú no eres “de verdad” por llamarte de alguna manera, eres solo un monstruo con apariencia humana.
Realmente me sentía muy confundido, ¿monstruo con apariencia humana?, jamás había oído eso, ¿haber sido creado en un laboratorio?, esto se estaba convirtiendo en una horrible locura:
- Eso no puede ser, yo tuve padres y una casa y…
- ¿Una vida?, ¡ja!, todo ha sido una farsa maldito bicho, ¿tus padres?, solo dos de mis hombres que se presentaron para el experimento, ¿tu casa?, comprada por la compañía para que llevaras una vida “normal”, todo te lo hemos dado nosotros, ¿por qué?, digamos que has el sido el primer intento de modificación genética a través de inseminación artificial, decidimos ver como se podía desarrollar un embrión humano creado de forma normal pero modificado genéticamente al poco tiempo de haber empezado a desarrollarse el feto, un hombre y una mujer se presentaron para este experimento, les cedimos una casa y dinero para que te pudiesen criar en un ambiente “normal”, teníamos curiosidad sobre como se comportaría uno de nuestros experimentos en un entorno normal, esperamos que nacieras y te desarrollaras un poco para ver si nuestros esfuerzos habían dado su fruto, cosa que al parecer no fue así, a medida que fuiste creciendo, nada de lo que debería ser tu parte animal hizo acto de presencia, lo cual tomamos como otro fracaso.
- Pero de que demonios estás hablando, ¿fracaso?, ¿de qué?.
- Mira a tu alrededor.
Decidí echar un ojo alrededor, estaba en lo que parecía una cabina de cristal, a ambos lados de la habitación habían campanas llenas de agua con siluetas oscuras en cada una de ellas, inertes, daban miedo ver como hasta el final de la sala había campanas de estas a ambos lados, todas iguales:
- ¿Qué son?.
- Digamos que son tus “hermanos”, otros tantos experimentos probados y fallidos.
- ¿Están…?.
- Si, están muertos.
- Dios…
- Los mantenemos en esas campanas para intentar averiguar que salió mal e intentar corregirlo.
- ¿Por qué hacéis todo esto?.
- ¿Por qué?, simple, la ciencia en la guerra, siempre ha estado muy presente, siempre las naciones más avanzadas en armamento, siempre tiene una ventaja sobre el resto, siempre ha sido así y siempre será así, por lo tanto, estos intentos son para el intentar crear el “soldado perfecto”.
- ¿El soldado perfecto?.
- Exacto, yendo más allá de las limitaciones humanas, dándoles más fuerza, agilidad, velocidad, capacidad de camuflaje casi perfecto entre otras cosas, llevamos años experimentando pero no hemos conseguido resultados satisfactorios, siempre que corregíamos un error, otro diferente salía, sin embargo, parece que esta niña ha sido el paso más cercano al objetivo.
- ¿Dónde está ella?- pregunté algo enfadado ya.
- Aquí la tienes.
Quitándose de en medio se encendieron las luces de una de las campanas la pude ver, estaba metida en una campana llena de algo que parecía agua, sus ojos permanecían cerrados y una mascara de oxigeno le tapaba la boca y la nariz:
- ¿Qué le habéis hecho?.
- Tranquilo, simplemente la estamos analizando, ya que ella ha sido un éxito, tardío pero un éxito, realmente no lo esperaba, cuando la creamos y la sacamos de la campana era patética, no sabía ni caminar, no sabía nada, pensamos que habíamos cometido otro fallo más, así que visto lo que pasaba, no sabía nada así que si la dejábamos libre no pasaría ya que no podría delatarnos ni nada.
- ¿Cómo nos encontraste entonces?.
- Eso fue simple, básicamente a todos nada más salir de la campana le ponemos un chip de rastreo, para saber donde está siempre, lo que pasaba es que solo funcionan en sujetos ya mutados, es decir, no habíamos dado con ella antes porque el chip no estaba activado, se activó cuando ya iba por más del 75% de la mutación, fue cuando decidí que había que actuar, cuan mayúscula fue mi sorpresa al ver que mi otro fallo también había sido capturado, esta vez no pudiste huir.
- Si soy un fallo, ¿para qué me quieres?.
- Verás, eres un fallo a medias, porque a decir verdad, tus células no mutan con el tiempo, tus células mutan bajo un estimulo, solo hay que dar con ese estímulo correcto.
Intenté soltarme, hasta entonces no había notado las correas que me tenían preso de píes y manos:
- No intentes zafarte pequeño, no te servirá de nada, estás atado de pies y manos, aún si te soltáramos no durarías un asalto.
- ¿Estarías dispuesto a apostar?- dije mirándole fijamente a los ojos.
Él se le notaba incomodo por aquella mirada, me dio una bofetada, cuando me recuperé del golpe, oí decir a un tipo que estaba en una computadora:
- Señor, está empezando.
- Bien- afirmó él- así que tu estimulo es el enfado, interesante.
- ¿Qué ha sido de mis padres?.
- ¿Tus padres?, esos lacayos míos, bueno, fue un intento de traición, si tu mutabas mientras estabas en encerrado en aquella biblioteca, ellos se hubieran llevado el mérito de haber sido los creadores de un soldado más desarrollado que uno normal y como comprenderás, eso no podía ser, porque ellos pertenecían a mi compañía, incluso tú perteneces a mi compañía, no podía dejar que se llevaran los méritos, así que simple, mis hombres acabaron con ellos y se los llevaron.
- ¡Tú los mataste!.
- Exacto, no perdono las traiciones.
- Señor, actividad celular aumentando.
- Vaya, parece que te estás empezando a enfadar.
- ¿Cómo pudiste tirar a una niña pequeña a un callejón tan indefensa?- dije empezando a salir de mí, tirando con fuerza de las correas.
- Pues porque no es una niña pequeña, era un fallo, no valía para nada, igual que tú.
- Señor, mutación al 50% y subiendo.
Empezaba a notar como algo empezaba a salir tanto por atrás como por encima de mi cabeza, el dolor era inmenso, pero nada comparado con el enfado y la rabia que le tenía reservado a ese tipo, empecé a notar como algo cálido empezaba a bajarme por la cabeza, era sangre, mi propia sangre a causa de la mutación, ahora estaba pasando por lo que Jennifer había pasado, era un dolor horrible, noté la sangre cayendo por mi frente, por la nariz hasta que finalmente manchaba mis dientes de un color rojizo, saboreaba mi sangre, entonces, buscaba sangre, pero no mi sangre, ¡sino la de aquel tipo!, mis objetivos estaban claros, primero era sacar a Jennifer de allí y luego, acabar con ese doctor que me había creado, tiré fuertemente hacía adelante y las correas no aguantaron más, allí me encontraba, liberado de mis ataduras y en busca de sangre y venganza, aquel doctor, nada más verme romper mis ataduras, salió despavorido y cerró la puerta de aquella aparente celda de cristal, tras el cristal parecía más relajado y me dijo:
- Ahora no puedes hacer nada, este cristal es blindado, ¡no podrás atravesarlo por mucho que lo intentes!.
- ¿Quieres apostar?- dije enseñando una sonrisa que dejaba ver todos mis dientes.
La seguridad de aquel doctor se había derrumbado en cuanto me vio sonreír, podía leer en sus labios los cuales no podían expresar ningún sonido a causa del miedo, lo que sus labios decían era “no puede ser”, cogí carrerilla y puse gran parte de mi fuerza en un puñetazo contra el cristal, si no se rompía el cristal, mi brazo sería el que se rompería, por suerte, el cristal no resistió el impacto y se rompió en innumerables trozos, ahora llegaba el momento de ajustar cuentas, nada más, verme salir, pulsó el botón de alarma, sabía que no tendría muchas posibilidades contra muchos guardias, así que sin pensarlo fui a la campana donde estaba Jennifer, me importaba poco si me partía el brazo, solo quería que ella estuviese fuera, nada más romper el cristal, aquella “sustancia” se esparció por el suelo, cogí a Jennifer, le quité todo los cables de más que tenía y me disponía a irme, pero cuando me di la vuelta ya me encontraba rodeado de guardias, apuntándome con sus armas, durante un segundo, vi a aquel doctor irse corriendo, no podía permitirlo, si alguien merecía sufrir, era él, la cuestión en ese momento era como me iba a librar de tanta gente, no tenía tiempo para andarme entreteniendo, bueno, ahora era más ágil, más fuerte y más rápido, había que aprovecharlo, tuve que saltar por encima de los guardias que me bloqueaban el paso y esquivando los disparos, ir tras de aquel doctor, era más rápido que él, pero me llevaba gran ventaja, se encerró tras una puerta metálica, yo con Jennifer en brazos no podía usar los puños, así que decidí usar mis piernas, dando fuertes patadas a la puerta, decidí dejar a la niña en el suelo y emplearme a fondo, tras destrozar la puerta a puñetazo limpio, entré, él estaba manipulando un gran ordenador, cuando me oyó venir, se dio la vuelta y me dijo:
- Bien, has pasado de ser un pequeño cachorro a ser toda una fiera.
- ¿De qué tipo de animal soy yo?.
- Parece mentira que todavía no te hayas dado cuenta, eres un lobo, fuertes, inteligentes y rápidos además de su increíble sed de sangre, no esperaba que esto acabara así, pero veo que no queda otro remedio.
Tras decir esto último, pulsó un botón y nuevamente una alarma se hacía sonora:
- ¿Vas a llamar a más guardias?, ¿acaso me tienes miedo?.
- No es eso, todo el complejo volará en pedazos, puede que yo no salga de aquí, ¡pero tú y esa mocosa os vendréis conmigo al infierno!.
- Lo dudo.
Rápidamente me puse delante de él, le cogí del cuello y levantándolo le dije:
- El único que irá al infierno será tú.
Dicho esto, lo lancé contra el ordenador, cuando cayó al suelo, se le veía aturdido, lo volví a levantar y le dije:
- Supongo que no queda mucho tiempo para “divertirme” contigo, así que acabemos esto rápido, por cierto, dale saludos a Satán de mi parte.
Con su cabeza entre mis manos, un sonido seco predijo su muerte, ahora, su cuerpo inerte cayó al suelo, no sabía cuanto quedaba, así que era mejor largarse cuanto antes, cogí a la niña que estaba en la entrada de aquella sala y me fui con ella en brazos, iba por donde veía a todo el mundo correr, suponía que era la salida, corrí todo lo rápido que pude y cuando vi la luz del sol sabía que la salida estaba allí, pero la puerta poco a poco se iba cerrando, tenía que apurarme, pasé casi raspando el borde la aquella puerta metálica que se había cerrado tras de mí, todo había quedado en una explosión que destruyo todo lo que había allí abajo, me sentía sin fuerzas, estaba cansado, y con la niña en brazos me senté, pero poco a poco las fuerzas me iban abandonando, antes de caer desmayado solo recordaba haber visto un helicóptero aterrizar, tras eso, solo recuerdo despertar porque Jennifer me llamaba:
- Papá, Papá, venga despierta.
Yo abría los ojos poco a poco, la luz de la mañana me dañaba un poco los ojos, hasta que me pude levantar y mirar a mí alrededor, era mi habitación, todo parecía normal, cuando miré a Jennifer, no tenía orejas y ni cola de gato, se veía como una niña normal:
- Papá, llevas todo el día durmiendo.
- Perdona pequeña- dije disculpándome con una sonrisa.
Me fui al espejo para verme yo, mirando mi reflejo pude ver que no tenía orejas de lobo, ni cola por lo que pude mirar hacía atrás, todo parecía normal, cuando ella me volvió a sacar de mis pensamientos:
- ¿Me puedes preparar algo?, tengo hambre.
- Si claro, ahora bajo.
Ella se fue de la habitación, durante un segundo pensé en la posibilidad de que hubiera sido un sueño, aunque al mirarme atentamente por segunda vez al espejo vi mis ojos, eran grises, antes no eran así, tal vez todo hubiera vuelto a la normalidad…¿o no?.

FIN
Datos del Cuento
  • Autor: Shinsen
  • Código: 11974
  • Fecha: 30-11-2004
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.5
  • Votos: 36
  • Envios: 0
  • Lecturas: 8408
  • Valoración:
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
juan carlos silva
invitado-juan carlos silva 06-12-2004 00:00:00

Creeme que tu cuento me dejo asombrado, es increible, por favor sigue escribiendo porque lo haces muy bien. j.c.

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