Me parecía mentira verla en la cama del motel, totalmente desnuda.
Me miraba con un poco de miedo pero con un brillo especial en sus ojos. Nunca hubiera imaginado que la iba a conquistar y menos que pasaríamos una noche juntos, pero fue tan rápido todo que ni siquiera recordaba cómo había empezado.
Tenía por delante la inminente satisfacción de mis fantasías más caras, tantas veces soñadas.
Ella era la mujer de mi vida, pero a la vez la esposa de mi mejor amigo.
Apagó la luz y me llamó a su lado con su deliciosa voz.
Un golpe violento se sintió afuera.
Desconcertado, quise retomar el sueño para continuar el romance.