Me enamoré de ti, desde la primera vez que nos vimos. Aun recuerdo que ni siquiera cruzamos palabra alguna, no, ninguna, porque en nuestro encuentro habló el lenguaje del corazón, que no es hablado ni escrito. El lenguaje del corazón es el lenguaje del amor, y en nuestro caso, el amor entró por los ojos, es decir, por la mirada. Tu primera mirada parecía que succionaba la sangre de mi corazón y la imbuía en tu torrente sanguíneo, mezclándolas, envolviéndolas, la tuya con la mía, y desde entonces te adoro. Mi mirada, te quería robar esos dos luceros que tienes por ojos; esas dos estrellas brillantes como diamantes, si, esos tus ojos tan bellos de mirada tan pura. Pero además de tus ojos, te quería robar tu alma, para derretirla con el calor del amor y fundirla con la mía, para que no fueran ya solo dos almas, sino una sola. Ese día fue como un sueño que jamás olvidaré, porque ese día que te conocí, las campanas del amor tocaron a mi puerta, trayendo música sacra a mis oídos; música divina que salía de tus ojos bellos. Y después, durante el trayecto del camino que he recorrido a tu lado, he aprendido a amarte mas y mas, porque cada día que pasa, mi amor crece y crece, a tal grado que sé, que nunca dejará de crecer porque es infinito, en la distancia y en el tiempo. El amor; el amor es algo tan sublime que nada ni nadie puede vencerlo, cuando verdaderamente existe; no lo vence ni el peor enemigo; no lo vencen ni siquiera las leyes de la naturaleza; no lo vence ni la muerte misma, porque estoy seguro, que aun después de la muerte te seguiré amando, porque mi amor por ti es eterno, está fundido contigo y con el cosmos. Se, que en ocasiones existen obstáculos que hacen que nuestro amor peligre, pero cuando se ama como te amo, y como se que me amas, el amor todo lo vence, el amor todo lo supera, porque el amor es el sentimiento mas bello y mas poderoso del universo. Te amo Ana María.