Es pleno invierno y don Panchito tiene una semana de no salir de la casa porque esta haciendo un frió que congela los huesos sé a pasado los días bien abrigado tomando café, fumando su cigarro, envuelto en una cobija y sentado en su silla de junto a la ventana esperando que mejore el tiempo porque no a dejado de caer esa lloviznita molesta y que dura día y noche, lo malo de esa llovizna es que todo lo humedece y el frió se vuelve mas helado por eso no ha podido salir, además bien dice el dicho enero y febrero desviejadero.
Desde su silla junto a la ventana ve la calle desierta y mojada, de ves en cuando desempaña el vidrio que poco a poco se llena de bao con gusto va a la chimenea donde cocina para servirse café y se queda ahí de pie un rato calentándose con el calor de las brazas a la hora de preparar la comida esta a gusto de pie porque no siente tanto el frió.
Pero en este momento esta sentado en su solla fumando y tomando café recordando cuando tenia que andar en la labor en días como este mojado hasta las manitas y apenas sentía el frió por la juventud y el trabajo que lo mantenía caliente, recordó como en otros inviernos llevaba la carreta con leña a vender a la ciudad y con el tiempo lloviznoso y la carreta cargada a cada rato se les atascaba por el camino, el trabajo que les costaba sacarla de los baches en que caía a empujones, poniendo piedras en el hoyo hasta que por fin salían pero al poco rato de nuevo otro bache hasta que llegaban y luego a venderla porque también para eso se batalla.
Los recuerdos de otros inviernos fueron y vinieron en su memoria y recordando con cierto agrado sus experiencias de antaño poco a poco casi sin darse cuenta se quedo dormido.