tenía varios libros a la mano... grandes escritores que respetaba, amaba, respiraba. estuve horas paseando por mi biblioteca, llena de libros, llena de apuntes, de hojitas escritas al lado de cada libro sin terminar. muchos de ellos los había mas de cinco veces, quizá por ello mamá tenía razón al advertirme que podría quedar ciego, totalmente ciego. ¡cuánta razón!. y ahora que veo nubloso, que necesito de un muchacho que me lea los libros que tengo en mis manos, que diariamente los cuento, los muevo, los limpio porque son libros, simplemente obras de escritores que tanto amé...

aquella noche tuve un presentimiento que sería el último de mi vida. ya contaba con mas de cincuenta años y los dolores del cuerpo no cesaban de atormentarme. tenía miedo de morir, ¿quién no lo tiene?. vivía solo, mis hermanos se fueron lejos de casa de mamá, mis sobrinos no vienen casi nunca y si lo hacen, vienen con una bolsa en la mano y comida, mucha comida, y con esas voces quejosas, fastidiadas por irse al instante de verme. puede que tengan razón, me veo mal, este cáncer me mata noche a noche, día a día, tarde a tarde, es así la partida...

he puesto una maleta en la puerta de entrada de casa, en ella hay cinco libros, los que mas amo. dudo que, cuando venga la muerte, me lleve con uno de ellos, dudo mucho, pero, nada se pierde con el tonto intento. dicen unos sabios que todo cuanto se ama, cuanto se respira, puede que se vaya con el último aliento. puede que sí, yo lo dudo, pero, ¿quién sabe?.

la otra noche mientras paseaba por los libros, contándolos, me di cuenta que alguien me observaba. pregunté quién era. soy yo, respondió. tenía la misma voz que la mía. ¿eres tu? o, ¿soy yo?, dime por favor, pregunté. como veía todo nubloso, tan solo escuchaba unos pasos acercándoseme.

- ¿ya me recuerdas?

- estoy casi ciego, le dije, pero, tu voz se me hace tan parecida a la mía que dudo que no seas yo mismo.

- bueno, en verdad, soy tu, pero, dentro de unos días...

- ¿cómo es esto posible? ¿puedo ser yo frente a frente?, y, ¿dentro de unos cuantos días?, y si fuera así, ¿qué sentido tiene de encontrarme conmigo mismo que vivirá dentro de poco?

aquella sombra blanca, porque eso era lo único que veía, sonrió, pero, sin burlarse. me dijo que dentro de unos dieciocho días, al medio día, a eso de la una y dieciséis minutos con treinta segundos, moriría, y, en ese momento, estaría como estoy ahora, vestido de etiqueta, como para ir a una fiesta, lo malo es que no puedes verme, además, te confesaré no te llevarás un solo libro...

- ¿ni uno solo?

- nada, te irás con tu traje de etiqueta.

- pero, ¡si yo no tengo ni un solo traje de etiqueta!

- no es problema, tienes que vender todos tus libros y comprarte uno... pues, te diré que todos tus libros serán echados a la basura o vendidos a esos libreros que compran cosas al peso... y, sería una lástima ver que todo esto, tan amado por los dos, se vaya a perder de esa forma...

- y, ¿qué gano yo con un traje de etiqueta?

- vas a tener una cita con el gran escritor

- ¿quién es ese que aún no le conozco?

- ese escritor eres tu, mi hermano... eres tu...

- ¡pero si yo no he escrito nada, nada de nada!

- aún no, pero, tienes unos días mas para empezar a hacerlo... ¿quieres?

dudé en hacerlo porque jamás había pensado en escribir, y peor ahora que no veía nada... de pronto, mis ojos empezaron a clarearse y pude ver mejor, cada vez mejor hasta que vi perfectamente... puedo ver, grité. sí, me dijo una especie de nube con forma de un libro pequeñito, y también puedes escribir... no pierdas mas tiempo, escribe ya...

no lo dudé mas y cogí una máquina de escribir y cuando estuve frente a la página en blanco, no supe qué decir... tuve que sacar la hoja y sentí deseos de dibujar cosas. dibujé un perro, la cara de mi madre, mi casa, mi cuarto, caras de niños, niñas, hombres, mujeres... me gustó la forma en que dibujaba, y luego, terminé exhausto. cerré los ojos y cuando los abrí, ya estaba el muchacho que siempre venía a leerme los libros. le dije que llamara a la biblioteca de la ciudad, de inmediato. me hizo caso. vino mi amigo, el director de la biblioteca y le dije que le obsequiaba todos mis libros, y, que los cuidara. gracias, me dijo. llamó a unos jóvenes y se llevaron en grandes cajas los mas de cinco mil libros de mi biblioteca. no sé, pero cuando estuvo todo vacío, tuve unas ganas inmensas de hablar, de contarle a alguien mis cosas. llamé al muchachito que siempre me leía y le conté la vez en que mi madre me vio sentado en el techo de casa mirando a unas chicas bañarse desnudas por la ventana de su baño, le conté la vez en que me puse a correr porque mi novia me había dejado por otro... y no paré hasta que choqué contra un auto, quedando con el tobillo quebrado... le conté cuando leí por la primera vez, tenía cinco años, eran revistas de corín tellado. le dije que nunca había estado con una mujer, que nunca me había masturbado, que gustaba leer como nadie y que mi única afición era leer, juntar libros y mas libros, y ahora, ya no tenía ni uno solo. el muchacho se quedó boquiabierto. le dije que me comprara un smoking, que lo deseaba... cumplió, le pagué por todos sus servicios y le dije que ya no le necesitaba mas. gracias señor, me dijo, pero, ¿puedo volver para escuchar sus historias?. le dije que mejor esperara unos días que escribiría y se lo daría para que lo leyera... gracias, me dijo y se fue.

conseguí hojas y mas hojas y sentado en mi máquina de escribir, me puse a escribir sin parar por noches, días, tardes, etc. de pronto, ese yo que sería yo cuando muriese, se apareció. tenía la forma de una arañita. ¿eres tu?, le pregunté.

- sí, ¿cómo me reconociste?

- presiento tu presencia...

- ¿ya terminaste?

- aún falta poco, muy poco...

seguí escribiendo y me fijé en la arañita que iba a ser yo cuando muriese. ¿qué escribes?, me dijo. ya lo sabrás, le contesté. seguí escribiendo cuando de pronto, sentí la necesidad de cambiarme de ropa. me puse mi smoking y seguí escribiendo y cuando ya amanecía, sentí ganas de dormir, y escribí el significado del dormir. dije que todo era una especie de cambio de estado, que uno pasa por el umbral de la vida y muerte y entra a los sueños, y al revés, cuando retorne...

me dolían los hombros y me fijé en la hora, ya estaba pasado el medio día y ya era hora de mi partida. la arañita se me acercó y me dijo si podría entrar dentro de mí. por supuesto, le dije, y esta entró por mi pecho, no sé cómo, pero entró como si mi pecho fuera de arena... seguí escribiendo y conté una historia de un muerto que vive entre los vivos, se les acerca y les cuenta su historia. extrañamente, le dice que el vive en una casita de papel, con forro de cuero, en otras palabras, era un libro... de pronto, sentí mucho sueño y, vestido de smoking, me eché a dormir...

vi a mi otro yo, ya con mi forma verdadera entrando a mi cuerpo. ¿te acompaño?, preguntó. sí, le dije, ¿podemos irnos ya?. el hombre idéntico a mí se puso a sonreír y me dijo que ya nos habíamos ido, que estábamos de vuelta al principio de todas las cosas, y, al mismo tiempo, al final de todas las cosas... ¿que es esto?, le dije. ¿esto?, bueno, esto es el nacimiento y muerte de todos los sueños... de aquí salimos y aquí volvemos... es bello, le dije. miré mis ropas y estaba elegantísimo. me quise parar pero mi cuerpo flotaba y se elevaba mas y mas alto hasta desaparecer por el cielo que en ese momento se volvía negro brillante, parecido a una noche hermosa, luego, no recuerdo mas, nada mas...



san isidro, julio del 2007