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Categoría: Misterios

CRISTALINO

Esto de caminar por las calles y que nadie te advierta, es algo que con el tiempo uno se acostumbra.

Lo pesado de todo es que tienes demasiada privacidad. Si alguien te escucha es como si fueras un fantasma, o el sonido de un eco perdido... Te da no sé qué cosas cuando eso te ocurre.

A la soledad es a lo primero que te acostumbras; luego viene la ansiedad, pues aunque uno sea lo que sea, a uno de gusta que le escuchen, que le miren, que le entiendan, que lo quieran... pero hasta eso, con el tiempo, uno también se acostumbra...

Desde que conocí a la María todo cambió para mí. Yo sé que no es la mujer de mis sueños pero para alguien como yo... qué le queda por escoger; es un milagro que ella me quiera tal como soy.

Cuando miraba a las parejas caminando amarradas de la mano, besándose, abrazándose, mirándose; buscando apurados un rincón, un espacio para amarse, entregarse... Era lindo y terrible al mismo tiempo. Me causaba rabia y envidia, pues eso de mirar y mirar sin ser uno parte, a uno lo trastorna. Era como ver algo que quieres detrás de un vidrio sin poderlo coger, era terrible... Sino fuera por la María, seguro que estaría gritando como cualquier trastornado...

Es tan lindo amar y ser amado, sobre todo cuando tienes esa necesidad o esa sed... Es maravilloso cuando se calma aquella sed, aquella necesidad... Es lindo amar...

Cuando me pongo a pensar: qué pasaría si la María me dejase, o yo me aburriera de ella... Me río cuando pienso así. Creo que para mí sería como tirarme al vacío, y seguro que para ella sería como quedarse en el vacío... En verdad, sería una locura.

Hemos tenido nuestras peleas; pero ella es tan humilde, tan modesta que siempre acepta nuestras diferencias... La pobre. Conoce bien sus limitaciones... Yo la comprendo...

Nunca le he contado todas mis cosas, pues seguro que eso sí no podría comprenderlo... Claro, es imposible. Cómo podría, imposible... La pobre, jamás podría, jamas.

Si le contara que no tengo amigos ni enemigos, que no trabajo, que paro cogiendo las cosas como ladrón, que no hablo con nadie, que... no. No, mejor ni decirle... La pobre. Se volvería loca, o qué sé yo...

Hace un tiempo atrás, cuando aún no la conocía, intenté conseguir un amigo... Encontré a un tipo callado y solitario, así como yo, que vivía en las afueras de la ciudad, en una casa muy grande y linda. Entusiasmado me acerqué e ingenuamente pensé que este tipo podría ser mi amigo. Le comencé a hablar y no me entendió nada, pensó que se trataba de otra persona, o no sé qué cosa extraña... Fue todo un fiasco. Al pobre no lo volví a ver nunca más. Cuando pasaba por su casa lo veía deambular como trastornado... Todo un fiasco.

Como me sobraba el tiempo me encantaba ir a la biblioteca, leer los grandes libros hasta que el día se levantaba. Era hermoso leer las obras de los grandes escritores, pero eran sólo libros...

También me gustaban los animales, sobre todo el ronroneo de los gatos, eran tan elásticos y sumisos; y los perros con sus lamidos y el meneo alegre de sus colas, eran tan leales y afectuosos... En verdad me encantaban, eran tan lindos, pero eran sólo animales...

Y cuando viajaba, ya sea en avión, o en barco, o en un carro, era tan lindo, pero cuando se acercaban los curiosos preguntándome: qué me pasó, cómo me sucedió, por qué esto, por qué el otro... A uno le daban ganas de mandarlos a paseo, pero uno tiene que callar, pues si les cuento... qué podrían entender. Nada. Pero, así es la gente, todo quieren saber, y si les dices la verdad, no comprenderían... Son sólo gente...

En verdad, uno es un animal de costumbres. Uno llega a acostumbrase a todo, como en el caso mío.

Al principio lo tomé con alegría, sin medir las consecuencias; y ahora, ya es muy tarde, pues mi situación es irreversible.

Fue un milagro que conociera a la María. La pobre... no me pregunta casi nada, y si lo hace, le respondo que no pregunte tanto y ya está... se pone tranquila. La pobre... es tan buena, aunque no pueda verme. Claro, cómo va a verme si la María es ciega, no ve nada desde que nació, pero eso es lo mejor para los dos.

Cada vez que llego a su departamento y entro tratando de sorprenderla, ella tiene "eso" que adivina mi presencia; yo le he preguntado muchas veces cómo hace para saber que estoy cerca, pero ella calla y no dice nada... La pobre... Ella también guarda sus secretos, y por eso es que la quiero tanto... La pobre.

Nuestra relación es como un barco que navega en medio de un océano, de un mundo de extraños y curiosos. Solos los dos, solos en el mundo... Y claro, qué le voy a hacer si nadie puede verme... nadie. Cómo podrían, después de aquel momento en que nunca más pude verme reflejado al espejo... Como el vidrio... Transparente...

22/11/03
Datos del Cuento
  • Autor: JOE
  • Código: 5607
  • Fecha: 01-12-2003
  • Categoría: Misterios
  • Media: 5.79
  • Votos: 34
  • Envios: 1
  • Lecturas: 1882
  • Valoración:
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