Quería Ulalia, cucha:
He estao en duda de que si escribite o no hacelo.
Per lo he pensao muncho y me decidío por último al final de que sí. Y te lo vi a decir asín de claro.
Quiero que sepas que lo que me hicistes estuvo mu mal hecho.
Yo te quería muncho y tú me engañastes. Me dijistes que estabas preñá y yo me salí de la escuela por eso. Con lo que fuera yo triunfao daber seguío los estudios.
A más a más, el crío me esegurastes que era mío y sin en cambio era del mantequero.
Yo quería verlo adoptao, pero desaparecistes con él y no me dejastes ni una triste nota, ni un mandao ni ná.
Tus hermanas, que ya sabes que me tienen tirria, me dijeron que no sabían ande estabas y que ma vías dejao porque yo era un don naide.
Tú sabes, Ulalia, que yo era un simple barrendero porno haber sesguío estudiando.
A más, tú tamién eras de poca largura, no te vayas a creer. Lo que pasa es que el mantequero era el más bruto del pueblo, el que le hacían más bulto los calzones y el que más dineros manejaba. Y tú te fuistes por eso, por figurar.
Ahora yo me a puntao a una academia noturna y me vi a cabar la carrera. Na más me queda un curso
Al año que viene te volveré a escribirte. Te dejaré otra vez la carta en casa tu madre y ya verás lo que tas perdío, mala mujer.
Con afeto: El Amancio.
AL AÑO SIGUIENTE
Otrora estimada y ya casi relegada al ostracismo, Eulalia:
Juré que haría llegar a tu indigna presencia una misiva epistolar, y como hombre cabal que soy, a ello procedo.
Concluí con bien mi formación académica y ahora una cátedra me está esperando el la Universidad Complutense de Santander, para que a su través yo vierta toda mi capacidad docente.
Prosperaré sin duda porque el ahínco, el denuedo, la total entrega en mi trabajo, recibirán como contrapartida, la reconpensa que merezco y que he fraguado con sacrificio y renuncia.
Me he regido siempre con rectitud, con intachable conducta, con entrega, con desprendimiento, y el camino que ello ha abierto ante mí, se presenta ahora libre de tropiezos, llano, hospitalario, confortable. Una senda que ha de conducir mis dias hacia las más encomiables metas.
Tú por tu parte, aborrecerás la infausta jornada en que tu abyecto proceder te sumió en la deleznable vida de un zafio y ruin mantequero.
Daréis vida a una larga cadena dinástica de iletrados y mezquinos, mientras yo, como puedes comprobar, o como deberán traducirte de esta carta seres de mayor empaque cultural y que sean capaces de llegar a mi nivel de verbo, soy un hombre hecho, respetado, formado y culto para el cual ya no tiene secretos la riquísima lengua de Cerbantes.
Adios tonta.
Sr. D. Amancio Robledales y Comesaña.