Bajo húmedos tejados localizados en un oscuro paisaje urbano otoñal te ví. Y acercándome a tí, procurando no caer en la tentación de dejarme conquistar por tus labios, creí morir. Gota tras gota me ayudaste a mi senda poder seguir, dirigente de un camino que a tu corazón se dirige. Mi alma se apaga cuando lejos de mí estás, cuando lejos de mí pervives en ese mundo fantasioso e irreal que probablemente jamás llegue a pisar, a palpar, de mis sueños me he de bastar para junto a tí mi ser llegar a imaginar y bajo una neblina de amor y paz sentir tu piel, sentir tu voz susurrándome al oído tus pretensiones de futuro junto a mí. Tu desconcertante elección me hace en mi mundo ser feliz puesto que en la realidad quién sabe cuando tu faz podré acariciar, cuando tus ojos por primera vez sin miedo a tu mirar encontrar, sin temor y con curiosidad, me permitirán observar.
Él ya eligió. Él a su musa ya eligió. El escultor de mi ser, de mi corazón, tu dulce y curioso mirar quiso que conmigo pueda estar, quiso que junto a mí tu puedas caminar. Y entre espesas pinedas, acariciando tu mano, relates al viento tus razones para amarme sin que yo lo advierta, sin que yo me percate. Viento soplando a levante, una rojiza puesta de sol, caracolas ya deshabitadas vuelven a revivir un pasado esplendoroso, otoñal, invernal; vuelven a revivir para tí, a cada paso que les obsequias, a cada paso que das. Cada desgastada nube perteneciente a este vasto mundo deshabitado te pertenece. Cada cala de esta vacía costa, cada grano de esta inmensa playa te pide una oportunidad, una mirada. Indícales el camino para poder en su soledad resistir el duro paso del tiempo, aguantar. La tibia brisa marina, mensajera de selvas y montañas, te pide un segundo, tan solo, para poder presenciar tu belleza en todo su esplendor, para poder tu coordinada actuación recibir y en el largo camino de vuelta a su hogar ser lo suficientemente agraciada como para creer que no ha hecho el camino en vano, que no ha hecho este largo trayecto porque sí, poder demostrar que más allá de cualquier valle, mas allá de cualquier laguna, donde ningun mortal jamás llegará, existe un ser cuyo don es capaz de al más orgulloso curar, cuyo don es capaz de al más pésimo poeta inspirar y a un solitario joven ser capaz de conquistar.