Dorian.- ¿Hace cuanto te bese por ultima vez? – pregunte mientras mi corazón se hacia una carga para mi cuerpo-.
Ella.- ¿Por qué sigues reteniendo esos pensamientos?, el hecho de que me eches en cara que me amaste no te servirá de nada –respondió mientras su cara reflejaba su incomodidad-.
Dorian.- No estoy insinuando nada, pensé que era una pregunta pertinente, o ¿acaso esta ocasión no es la correcta? – Conteste hipnotizado por sus labios, deseando que mis palabras la mantuvieran a mi lado un instante más -.
Ella.- Tal vez sea el momento, pero no la persona, ¿En realidad recuerdas ese beso?, ¿Recuerdas quien era la persona a la que besabas?, yo hace mucho olvide eso en medio de la estela de dolor que dejaste como ultimo obsequio; y quedo en ese lugar la persona que alguna vez amaste.
El silencio inundo la habitación, no me atreví a preguntar ni responder nada, quede un minuto fuera de mí buscando en el techo alguna buena frase para obtener de ella las palabras que codiciaba. Momento después su torso desnudo fue el centro de atención
del universo, el tiempo se volvió mió, como si me hubieran obsequiado la perpetua y exquisita imagen de su cuerpo pasando a través de la atmósfera inundada por tabaco, llego a la mesa donde estaba el licor y con una molesta naturalidad lleno dos copas de coñac acompañada solo de su desnudes, se acomodó en una silla y con una mirada me pidió que la acompañara, me levante de la cama y me dirigí hacia la peculiar pintura que solo el coñac y ella podía hacer.
Al sentarme aquellas palabras seguían desmoronando mi núcleo, ella noto la tristeza en mi mirada y me acerco mi copa, siempre adore la forma en que el ámbar de este peculiar licor resaltaba el canela de su piel, su belleza se hacia cada vez mayor al igual que mi sufrimiento, me transforme en un niño no podía comprender lo que pasaba en ese momento ni buscaba comprenderlo, solo esperaba a que digiera el tesoro que más anhelo, mi boca trataba de hablar pero solo salían sonidos huecos, mi mirada se perdía al tratar de mirarla fijamente, mi pecho explotaba de ira, mis brazos y piernas se acalambraron, mi meta se veía cada vez mas lejana, ¿acaso ella decía la verdad?, ¿solo queda un ideal al cual amar?; todos estos pensamientos se agitaban junto a mi imaginación, hasta el punto de olvidarme que estaba frente a ella.
Ella.- ¿Qué es lo que te causa tanto malestar?, ¿Dónde quedo la sonrisa de hace un momento?
Dorian.- Supongo que en el olvido, dirás que esto no lleva ningún lado, pero estas acostumbrada a mi terquedad – lo dije mientras mi sonrisa regreso por un instante- ¿es verdad que ya no me amas?
Ella.- Eso no viene al caso, la respuesta es mas que obvia –respondió en tono evasivo-.
Dorian.- Nunca fui bueno con el sentido común, necesito escuchar las palabras, ¿Sabes lo inverosímil que es tener relaciones con la persona que mas has amado en tu vida, pensando que no te ama?
Ella.- Yo nunca dije que no te amaba, solo dije que olvide para crecer, no para dejar de amarte.
Mientras asimilaba todo esto, mis ojos se humedecieron y entre el silencio lo único que se escucho fue un suspiro de alivio.
Olvide por que la amo.